18 de septiembre de 2013

Somos Zapping: Alaya, la panadera y el emperador (16/09/2013)


La caza. En las noticias de Canal Sur dividían la pantalla entre la imagen de la jueza Alaya y la de Chaves y Griñán, como el cartel de una velada de boxeo. No es sólo un recurso gráfico, sino que es así como lo presentan. No se trata de dos ex presidentes autonómicos (y otros) pendientes de la justicia por lo que han hecho o dejado de hacer (el auto habla de “presuntos delitos de prevaricación y malversación entre otros”). Canal Sur lo trata más como una lucha o una persecución a paraguazos de una aviesa señora contra pacíficos abueletes de la autonomía. El foco no está nunca en los graves hechos que se plantean, sino en quien los señala, cruel como un cazador de focas. No parece que sea una jueza haciendo su trabajo, sino una maníaca que quiere matar al PSOE con hielo y veneno. El informativo de aquella noche había abierto así: “La Fiscalía Anticorrupción estudia el último auto de la jueza Alaya para determinar si se ajusta a derecho”. Ése era el titular, no que una juez instruya derechos a dos ex presidentes porque ve indicios para solicitar su imputación. Incluso aunque el auto no fuera necesario, incluso aunque esa instrucción de derechos fuera formalmente defectuosa (se verá), eso no cambia para nada el fundamento, la gravedad y la cercanía de esa petición de imputación. “Se trata de un nuevo auto polémico de la jueza Alaya, presentado en un momento político crucial, y que según algunos expertos jurídicos, está lleno de filigranas que podrían incluso rozar la ilegalidad”, destacaba la imprescindible Bárbara Ruíz, cronista de todo lo resbaladizo de Alaya. Con uno de estos especialistas hablaron en directo. El profesor de derecho procesal y penal de la Universidad de Sevilla, Miguel Polaino Orts, afeó la crónica anterior asegurando que Alaya sólo ha aplicado el artículo 118 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. No muy conforme con eso, Mabel Mata le preguntó si “es habitual un auto de estas características”. Si el auto es correcto, por lo menos que parezca malintencionado. Que las sombras vampíricas de Alaya oculten las verdaderas responsabilidades.


Campechanos. A Susana Díaz le estropearon el primer picnic de su Gobierno, como un chaparrón de realidad sobre su té de muñecas, pero pronto se pudo resarcir pisando palacio. Su audiencia con el Rey tuvo un poco de aquello de La panadera y el emperador. En Canal Sur veíamos la cara de la presidenta multiplicada por las pantallas, una cara que parecía haber ganado perfil de moneda y finura de tapiz por la cercanía con la realeza. Fue un ejemplo muy gráfico del susanismo caleidoscópico que diseña La Nuestra. Esta muchacha nueva tienen que conocerla los andaluces, parece que han dicho, y Canal Sur pone espejos y orlas a cada una de sus presencias. Susana Díaz sigue sin decir nada (un poco como el Rey), aunque lo dice como desde la pinacoteca o la Navidad de su cargo (como el Rey). Al final, lo único que podremos afirmar de ella (como del Rey) es que es muy campechana. Ya, con eso, se ganan el sueldo.


Cutre pero barato. Canal Sur renueva la parrilla de una manera rara, como abrillantando sus telarañas, igual que la familia Munster. Nos van a colocar, a estas alturas, un programa estilo Sorpresa, sorpresa presentado por Merche (pero qué necesidad había…) y sigue el latazo retrofranquista de la copla, pero por ejemplo nos quedamos sin Pido la palabra, un espacio domesticado aunque con destellos interesantes de vez en cuando. Veremos si el nuevo programa de debate tira más hacia La clave o a Telecinco, pero pueden hacer ustedes apuestas… Tampoco se renueva La semana más larga, no porque el papaconchoquismo humorístico o las pollas de goma sean más o menos servicio público, sino, creo yo, porque tenía demasiada estrellita y salía bastante caro. La mañana la llena el drama gratis; la tarde, el achuchón con bolsa de agua caliente, igual de gratis; y los niños cargantes y los chavales de la copla, baratos como un organillo con cabra, pueden ocupar noches y noches sin que decaiga su entusiasmo. Ya que va ser todo igual de cutre, al menos que sea barato.

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