15 de febrero de 2013

Hoy viernes: San Valentín y Cupido (15/02/2013)


Pasó el día de San Valentín con sus culos de querubines, sus corazoncitos de ganchillo y sus bomboneras. El amor en aerosol o en vichisuá, con Cupido de azafato, gondolero o confitero haciendo brochetas o acordeones de labios pegados. Sabían de la cosa los clásicos, que pusieron de dios del amor a un lanzacuchillos que mea en las poncheras. En el cristianismo hay varios mártires y barbudos disputándose el mito, pero al final el San Valentín canónico se queda en alguien que te casaba como te casa un suegro. Nada de flechazos en los ojos o en la entrepierna, sino hisopazo, sacramento y alcoba de beata. Cupido al menos es un cachondo, aunque se venda a las perfumerías, que por eso huelen a lujuria limpia, a guapa antes de ser follada. Han hecho un día cursi con las cenitas de manos cogidas y ese amor como de cisnes que se supone que hay que bailar, pero Cupido, Eros, no es el dios de los cruceros horteras, sino del deseo, por eso enseña la pichita y apunta adonde le da la gana. Lo de mirarse a los ojos con veleros cruzando por el restaurante estará muy bonito pero está mejor meter mano bajo la mesa y que toda la cena sea la excitante postergación de la inminencia. O sea que uno es bastante verde. Que los enamorados se hagan lacitos con los dedos y derritan la boca en chocolate, pero a mí esos corazones de almohadón de estos días me recuerdan culos y puedo decir que nunca quiero más a mi señora que justo cuando la estoy deseando.

San Valentín florista, San Valentín Fred Astarie, San Valentín butanero... Hay para elegir. Eso sí, deberían separar al santo católico de toda esa iconografía del Cupido picaflor y del tirarse en cueros flechas de fresa y carne. San Valentín evoca un amor ministerial o cardenalicio y Cupido evoca un arpista calentorro. Pero a lo mejor no hay que tomarse el amor tan en serio, así con sus comisarios, sus embajadores, sus ortodoxias y sus fiestas de guardar. Ni siquiera con sus definiciones. Al amor lo han enjaulado igual poetas que químicos para al final coincidir, porque a Pedro Salinas le salía eso de “amor, amor, catástrofe” y a los químicos les sale una explosión en el cerebro que también lo desbarata o lo reinventa todo. Si el amor romántico es una fase, como que te guste Schubert; y el amor carnal un pinchazo que no se acaba; y tanto corazón de anís y tanto menú de San Valentín sólo un negocio más como el resto de las pasiones y miedos humanos, tendremos que hacer cada uno nuestra mezcla para no enfadarnos, asquearnos o rebelarnos ante la palabra amor (o por el contrario hacerlo, que quizá se lo merezca). Yo aún identifico el amor con esas ganas de escuchar a alguien y llevártelo a la cama luego. Lo de celebrarlo, eso sí, lo suelo hacer con más ironía. Sea un culo volador, sea una mesa camilla, sea atender juntos un jardín, sea ver champán en los ojos de otro, yo diría que aún nos consuela y nos hace falta esto del amor. Lo patrocine un cura o un colibrí cachondo.

1 comentario:

Andrea dijo...

Buenas palabras!!
Saludos