14 de enero de 2013

Somos Zapping: Ideología en la estratosfera (31/12/2012)



Fantasma de las navidades. A Griñán no le pasa nada en la cadera. Es la dificultad de intentar presentar una Andalucía coherente, cuando está descuadernada y se le cae entre las manos, lo que le da como una cojera de hombros y de ojos. Los políticos no pegan nada en estas noches de cabello de ángel, sacando el prospecto del partido mientras fingen felicitar a los abuelos. Pero Griñán, además, ni siquiera consigue parecer un pregonero, sino esos tristes vendedores a domicilio de antes, con la aspiradora o la enciclopedia que iban a salvar a la señora de la casa y el futuro de los niños, cosa que no se creía ni él. Griñán, en su discurso de fin de temporada, quiso animarnos con cara de trucha y siguió haciendo llamamientos a pactos con la historia o con los ancestros. ¿Será este Pacto por Andalucía el que nos saque de la miseria, la incultura y el atraso? ¿O si acaso ya el siguiente? ¿En qué se diferencia éste del Pacto por la Autonomía del verano, o de los pactos sociales de antes? Yo miraba a Griñán helado ante la ventana, como una princesa melancólica o un farero que vigila nuestra pobreza, y me preguntaba por qué no gobierna en vez de pedir pactos mágicos, y por qué su Gobierno se limita a hacer oposición a Rajoy, a compartir fotógrafos con IU, a seguir alimentando la hidra de la Administración y a prometer a los pobres que fabrica la misma Junta que no serán abandonados. No era una cadera, ni su monarquía particular que se le venía encima como una cenefa. Es que parecía el fantasma dickensiano de todas nuestras navidades pasadas, presentes y futuras a la vez.


La bolita de coco. Con su villancico, Canal Sur quiere hacer suya la Navidad y Andalucía, meterlas dentro de su logotipo como dentro de una de esas bolas de cristal donde nieva submarinamente en un paisaje de chicle. Orfeones de pueblo, postulantes a andilucas, familias con perrito, plantas enteras de hospitales y hasta coros universitarios han hecho sus vídeos de ese villancico que ya no es una promo, sino un himno que pretende unir al pueblo y a su guía espiritual en un sospechoso abrazo al que se prestan muchos andaluces. Simples, inocentes, entregados, esos andaluces están reconociendo que son una sola cosa Andalucía, su televisión y hasta la bondad y la ternura universales. Efectiva y maquiavélica estrategia de marketing. Lo que ocurre es que esta estrategia de la blanca Navidad, el algodonoso Canal Sur y la bondad global de Andalucía en la misma bolita de coco, deja ver sus raíces inconscientes, una especie de perverso fondo freudiano (o jungiano, mejor). En Nochebuena nos pusieron seguidos como 200 villancicos de éstos, patéticos, tiernos, ridículos o surrealistas. Uno de ellos empezaba dibujando el logo de Canal Sur en la barriga de una embarazada (fabulosa imagen para el psicoanálisis: el andaluz con la marca de nacimiento de Canal Sur, estigma indeleble en su conciencia y personalidad) y luego derivaba hacia una rara (y también onírica) imitación de muchos Manu Sánchez que hacían más chicas preñadas. La imitación incluía su pizarra y un grandioso momento en que dibujaban unas tijeras tachadas y escribían un “NO” a los recortes nada ambiguo. Es el momento en que a esa bolita navideña de televisión y pueblo se une además la ideología en el poder y así se completa el portalito o la estampita que querían. Y los andaluces, que creían que sólo estaban cantando y zambombeando... Como siempre.



La marca del poder. La Nochebuena en Canal Sur siguió con cantes en covachas (más empujones subliminales al andaluz hacia su esencia de tribu alegre y pobre) y el acostumbrado y necio teatrillo de Eloy Botello y J.F. Ortuño invitando a la creación de la figura legal del delito estético. Pusieron a un cuñado en la estratosfera, mucho mejor que un pavo seco para hacer gracietas de ignorante, y nos regalaron la joya de sacar a un farmacéutico con el logo de la Junta en la solapa. ¿Y eso? Era la bolita navideña que seguía rodando: televisión, pueblo, bondad, cante, chiste, ideología y, por fin, la marca del poder... Así en las cuevas, las farmacias o la estratosfera.

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