14 de enero de 2013

Somos Zapping: El culebrón del Régimen (14/01/2013)



Crónicas de un pueblo. Me acuerdo de Crónicas de un pueblo, con su alcalde perpetuo, su cartero sacerdotal, su cabo de la Guardia Civil, su cura con magdalena y sus bicicletas como estamentales. La serie la diseñó el franquismo terminal para divulgar aún los principios del Movimiento y teatralizar de manera amable aquella sociedad inamovible y escalonada. Un pueblo pequeño era perfecto para que los personajes alegorizaran las fuerzas vivas de la época, con roles y espacios perfectamente definidos, el orden natural que la dictadura había repartido en boticas, sacristías y mecedoras. Arrayán también se pensó con un objetivo. Lo han reconocido hasta en las noticias, cuando hablaban del final de la serie como si se parara una cascada o un planeta: el objetivo de Arrayán era presentar una Andalucía “moderna”. O sea, de escaparate, según los cánones de la propaganda del poder político. Así que alrededor de ese hotel que representaba (como el pueblo franquista) toda la sociedad en un solo y limpio estanque, nos sacaban muchos negocios de metacrilato, guapos y guapas de empresa, azafatismo sociológico, vidas entre ficus, portátiles en cada mesa y sin venir a cuento (como en el Consejo de Gobierno), ambiente de congreso, sol de oficina, un Nueva York en el hall y, claro, algunos personajes humildes (dignos y nunca demasiado pobres) con sueños que se cumplen al final. Hasta los mecánicos salían con monos impolutos, como si trabajaran fabricando chips. En Arrayán hemos visto hospitales con habitaciones individuales decoradas como un loft y logos de la Junta y el SAS en carteles y sábanas; hemos visto al director del hotel hacer discursos zapateriles sobre la crisis y meter el referéndum sobre el Estatuto en los diálogos... Arrayán ha sido el culebrón de la Junta. Del Régimen. Pero su intento de modernidad quedaba ridículo como quedaba en Betty la fea una Colombia donde sólo había áticos, modelos, diseñadores y cócteles. Es esa modernidad sobrecompensada de los subdesarrollados, que sólo inspira piedad. Se ha terminado una serie que les salió como brasileña, pero lo importante es que Andalucía no es Arrayán. Andalucía se parece más a Crónicas de un pueblo. Con jefes eternos, sacerdotes de la moral, civilones de la ortodoxia y hasta ese “señor influyente” que salía en algún episodio. Cada uno en su porche, su mecedora, su capillita, su cabildo; las fuerzas vivas de una sociedad inmóvil que funciona según el orden natural, como debe ser. Y el ciudadano, sencillo pero esperanzado, sabiendo que, en el fondo, ésos a los que el destino eligió para que mandaran eternamente velan por él. Y que lo mejor es que no cambien las cosas, pues así han sido siempre. Aquella serie era de 1971.


¿Qué es un Rey para una tonadillera? Canal Sur no quiso quedarse sin su especial sobre el Rey, que ya tiene aniversarios como de primer o último vuelo de un aeroplano. Lo que ocurre es que, al tono acostumbrado para estas cosas, entre la hagiografía y el Hola!, aquí le añadieron estilo propio: a veces parecía un homenaje a Las Carlotas o un cumpleaños de Juan y Medio, con personajes o personajillos hablando sobre el monarca con baba, chuminada u orgullo cateto de que fue a su pueblo. Sí, porque sacar a las tonadilleras de Se llama copla a opinar sobre monarquía, transición y sociopolítica era como cuando sacan a un niño para que explique quién es el Rey y mezclan al Príncipe de Bequelar con dinosaurios. Bueno, algunos no anduvieron lejos: “La imparcialidad la garantiza un monarca como el Rey Juan Carlos”, dijo Carlos Herrera. ¿La imparcialidad de qué o quiénes y respecto a qué o quiénes? ¿Y por qué iba a tener un particular ese poder? Los reyes son mito. Su poder sólo funciona entre creyentes. Por eso asustó un día a espadones de la misma religión. No hay más. Dicen que es bueno y que defendió a la democracia. Lo que hay que pensar es qué ocurrirá si un día nos toca un rey malo, porque habría que aguantarlo igual. Algo así dijo Manu Sánchez, muy acertadamente. Pero que Canal Sur se lo pregunte a Pepito el Caja, a ver qué opina él.

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