7 de noviembre de 2012

Hoy viernes: Cementerio del PSOE (02/11/2012)


Griñán también lleva flores al hospital del cielo, al manicomio de los muertos, que es lo que parecen los cementerios estos días. Los difuntos en pijama de mármol, con encajes burilados, camafeos en los ojos y broches de cruces y escarabajos, toman té de cenizas y sol vitaminado en las lápidas con las familias, creyendo quizá todos que un día saldrán de la muerte aunque sea en ambulancia o en babuchas. Qué original, poner al PSOE como cementerio estos días en que los plumillas siempre caemos en el artículo de temporada y el que no le hace una oda a la nuez se la hace a un finado metafórico. Pero uno no tiene la culpa de la cara de enterrador de Griñán, ni de que los muertos le salgan de los floreros, ni de que los árboles parezcan paraguas quemados a su paso. Es fácil poner al PSOE de cementerio donde hasta lo vivo es una lanza que clava la muerte en este mundo, como los cipreses, alfiles negros de las tumbas, bisagras de esa última tapa que hace el cielo con la tierra. Griñán, con lengua atravesada de faquir, homenajea, bendice o nombra a sus muertos, quizá fallidos, quizá antes de tiempo. Viuda clarividente, gafe de las bodas, celador de los carritos, está a la vez en todos los entierros, los infartos y los salvamentos. Él mismo fue un muerto un tiempo y desde que resucitó habla con el futuro, con las sombras que lo acompañaron y con el viento que soplan en las rendijas las caracolas del más allá. Lo de resucitar y ser un Mesías es tradición como las castañas o como los besos de monja mosquetero de Don Juan.

Merienda de los muertos, playa en las catacumbas, gente fregándoles las escaleras a los ángeles para nada. Así son estos días que dejan cáscaras de los difuntos y de la política como ardillas macabras. Griñán lleva las flores con la muerte impregnada, que así son las flores de sanatorio, ese sanatorio del PSOE con muertos o locos que no saben que lo están, que aún creen que saldrán un día sin rejas o tallos en el pecho. Ni Griñán ni el resto del PSOE se dan cuenta de que la salida del laberinto o del cementerio (los laberintos y los cementerios se parecen como las joyas a sus cajitas), la salvación del partido o de la socialdemocracia, en fin, no puede estar en el retrofelipismo, el poschavismo ni el neozapaterismo; en poner a un muerto que esté simplemente en mejor estado que otro, cambiando penachos en su cabalgata fúnebre. Ya han estado en demasiados limbos o purgatorios, ya han pasado por demasiados interregnos como para que el barco fantasma de Rubalcaba pase a ser el barco fantasma de Griñán, o incluso de Chacón, que me parece otro ángel acostado en una tumba, con frío de aviador. Pero son días para los muertos, son ellos los que hablan a través de los surtidores de la tierra, de la tetera que guarda su alma, en los cementerios como cofres destapados el día raro de una navidad de cadáveres. Quién se acuerda ahora de los vivos, que sólo atienden a despojos, que sólo besan gusaneras, que sólo riegan a la muerte.

No hay comentarios: