3 de octubre de 2012

Reptiliario: El marco hecho de su agujero (26/09/2012)



Puro Chaves. Antes de que se lo trague su abrigo como profesor universitario o se retire a remendar redes, todavía Chaves puede oficiar de él mismo y dibujar su estilo grueso, lento e indeleble como una caligrafía china. Puro Chaves es ése que argumenta que nada ha podido ser ilegal porque él no lo hubiera consentido; el que dice que todo esto ocurre porque “el PP no gana elecciones y eso es duro”; el que es capaz de afirmar que se usa la corrupción para “dañar la imagen de Andalucía” y que se está alimentando “el populismo”; el que se entera de los escándalos “por la prensa”. Sus argumentos legales o administrativos fueron similares a los de otros comparecientes: competencias estanco, legitimidad performativa… Chaves sólo le añadió esa dolida dignidad del ofendido, esa superioridad moral de barbilla alta que hace de rompeolas ante todo, incluso los hechos. Todo fue correcto porque lo correcto se define aquí como la manera en que ellos hacen las cosas. Y lo que no haya sido correcto, es que no es cuestión de ellos. Ése es el escolasticismo tautológico y orondo de Chaves. El más puro Chaves. Doblas dijo que él “reinaba pero no gobernaba”. Si creemos lo que contó, no sólo no supo nunca qué pasaba en su Andalucía, sino que la descuidó tanto que le daba igual.

Procedimiento. Ayer no dejaba yo de preguntarme esto: ¿Cuándo una ayuda a una empresa era regular o irregular según el procedimiento que empleaba la Junta? La conclusión es que, cuando no hay norma, o la norma es la discrecionalidad, no hay regularidad ni irregularidad. Sólo gracia u olvido divinos del que da la ayuda. Por eso lo que dijo Griñán, que “no es el procedimiento, sino las actuaciones dentro del procedimiento”, constituye la principal falsedad de todo este embrollo. No era el “mal uso” de un marco legal, sencillamente porque no había marco. Lo habían diseñado así. Y defender como legal este marco hecho de su propio agujero me parece equivalente a defender la legalidad de dar dinero público a voleo: gravísimo. En eso cayeron Griñán y también Chaves, que aunque quiso trazar un cortafuegos en las consejerías, lo dejó claro: “El procedimiento no daba pie a que se pudieran cometer actos ilegales”. Poco pie dio. Ya lo vemos.


Paripé. Griñán venía con el morbo de ser la testa coronada, pero sabíamos que iba a decir lo mismo que Aguayo o Álvarez, que no le llegaron los avisos de los bomberos, que todo era legal, que le dolía el corazón de la pena y de la infamia, que el interventor hablaba de fuegos pero tiraba el agua... Lo que no mencionó Griñán fue que el interventor no pudo hacer mucho más precisamente por el sistema de raros nudos marineros en el que las agencias y las consejerías estaban unidas intercambiándose exculpaciones, limbos y dinero. Qué oportuno diseño, de nuevo. Pero cuando todo parecía que iba a terminar en bostezo, por fin el PP, dedicado hasta entonces a hacer discursos y poner morritos para titulares y público (parecían tertulianos malos de Metropolitan Andalucía), preguntó algo útil. Y Griñán terminó admitiendo que, en realidad, no sabía si las ayudas a empresas eran legales. Adiós virtuoso marco, adiós teoría de los cuatro sinvergüenzas: Griñán admitía que la Junta podía haber planteado un sistema ilegal para otorgar ayudas. Pero no se acabó el mundo ni le cayeron a Griñán ni a Chaves bolas de acero con las palabras “responsabilidad política” grabadas. Ya se había encargado Griñán de repetir varias veces que “él no estaba allí” cuando comenzó todo. Sin más, se terminó el paripé, el circo, esta vuelta ciclista parlamentaria. Las responsabilidades desaparecen aún más rápido que la pasta. Ahora, a pasar el Pronto por la mesa y que el último primo apague la luz.

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