9 de octubre de 2012

Hoy viernes: Leve Andalucía (05/10/2012)



Andalucía pesa poco. Es grande y verde en los mapas, pero como lo sería una paca de yerba o un mancha de su aceite sagrado. Otros lugares pesan como un monedero, como el hierro colado o como un rey en su silla. Me ha pasado varias veces esta semana, toparme con la imagen de la levedad de Andalucía, apenas una cortinilla de España, una cepa de agua ante las mesetas, montañas y mitos del norte, tan macizos. Veo que nuestros gobernantes acuden a una conferencia de presidentes autonómicos con más o menos razones, pero con desafío, con hambre de protagonismo, hasta con la escolta de algún titular malévolo. Pero al final nos ponen en una esquina, en la sillita baja, igual que Peter Sellers en El guateque, porque los que de verdad portan amenazas, espuelas, fieras, anillos con veneno y una gravedad de lingotes como de soles son otros. Veo, igualmente, que El País suprime su cuadernillo de Andalucía y despide a los colaboradores y columnistas que escribían desde y sobre este sur doble, sur cabeza abajo. Alguien, tampoco importa mucho quién, decide que Andalucía no merece opiniones propias sobre sus asuntos y preocupaciones, demasiado pequeños, ligeros, sin duda catetos… Catetos, supongo, en una forma diferente a la Diada o a los batxokis. Y, por supuesto, al provincianismo capitalino, hecho de bocatas de calamares en la Plaza Mayor o del olor a velatorio de ese Café Gijón donde unas viejas beatas de la literatura se zurcen encajes y cuelgan exvotos de trenzas y bragueros. Miren la prensa nacional, busquen columnistas, intelectuales, opinadores andaluces, hablen o no de cosas de aquí; busquen simples referencias y menciones a Andalucía que no sean chota, esperpento, clavellina o limosneo. Háganlo, y luego prueben con otras regiones, acentos, orogenias o mitologías. A ver qué les queda en el cedazo y en la balanza.

Pesamos poco, no somos nada económica, política ni culturalmente. Frescos pero leves, nos miran como la ola que entra en la Península desde el sur para que el resto de España se moje los pies en espuma. Poco más. Somos numerosos y alegres, y hasta llamativos, pero como lo pueden ser las luciérnagas. Y sí, hay muchos votos aquí, pero como, de una manera u otra, siempre ganan los mismos, nuestra política se ha convertido en una constante casi física, inamovible, carente de interés. ¿Que en otros sitios también ganan los mismos? Sí, pero ellos tienen chantajes, plomo y dinero. Aquí sólo tenemos hambre, pillos y quejío. Hasta yo, que reniego de pueblos, naciones y otros rediles sentimentales y supersticiosos, estoy por reconocer que es eso lo que nos identifica como andaluces: pesamos poco, caminamos de perfil, somos transparentes y casi mudos en una España que nos ignora salvo para la concupiscencia. Por no tener, el andaluz no tiene ni reinos enemigos ni opresores invasores. Somos tan originales que los únicos enemigos y opresores hemos sido siempre nosotros mismos.

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