3 de octubre de 2012

Hoy viernes: El Frente de Anguita (21/09/2012)


Julio Anguita, viejo roble de la izquierda herido machadianamente por rayos y anatemas, ha vuelto a sacar una mano, esta vez contra la crisis o la resignación. Su  Frente Cívico ‘Somos Mayoría’ se presentó en Córdoba un día en que los periódicos venían con fotos de Carrillo como el cocherito de la Transición. Carrillo se va con las gafas puestas y Anguita regresa de su soledad alfarera, pero ya no sabemos qué izquierda sobrevive y cuál se fue, ni los hierros o dogmas que enterró o aún usa. Anguita dice verdades y soporta viejos evangelios del comunismo, y son dos cosas diferentes que no se legitiman ni se justifican una a la otra. La crisis la vemos todos. Lo que hay que pensar es si la receta contra ella es quemar el dinero, ponernos todos a plantar rábanos en koljoses, asar a los banqueros, cagarse en el Congreso o qué.

Con esta interlingua del fin de los tiempos, es difícil saber qué pretende Anguita. Usa el lema “los de abajo contra los de arriba” y parece que quiere atacar al gobierno de “los mercados” uniendo a la mayoría heterogénea y sufridora para que “se transforme en soberanía nacional en torno a un programa”. Pero una mayoría de españoles hermanados por el cabreo no sé yo si podría ponerse de acuerdo en algo más. Ese programa sería bastante parco. Y sus principios  (“justicia social, democracia, ética y cultura”), son tan vagos y museísticos que cualquiera los suscribiría. Menciona Anguita también la nacionalización de sectores estratégicos o la “desobediencia civil”, que cuando “la ejerce la mayoría” ya es “soberanía nacional”. Pisamos aquí terreno peligroso, porque además de lo mal que queda un Frente Cívico que resulte incívico, las mayorías son tan capaces de la tiranía y el abuso como un solo tipo con bigote. Pero seguro que Anguita no pensaba en eso.

La verdad, me parece un revolucionismo tibio y algo engolado. Con la dictadura de los mercados y la mayoría apaleada se puede hacer mucho teatro que termine en llanto o puñal, pero eso no sirve de mucho. El problema de esta iniciativa de Anguita es que sigue siendo una propuesta ideológica, que viene ya con unos prejuicios muy concretos sobre el dinero o las multitudes efervescentes. Yo creo que sería más útil converger en un consenso metaideológico, puramente estructural. El otro día leí a una periodista alemana que enumeraba los males de España, y no eran la siesta ni las ferias: era que los políticos no representan a ciudadanos, sino a estructuras partidistas cerradas; era que no existe separación de poderes, era el corrupto conchabamiento de los políticos con la oligarquía económica, era la ineficiencia de una administración pública al servicio de intereses de partidos y particulares… Contra esto sí creo que se podría unir una mayoría (seguro que también a Anguita). Y sin que sea necesario comulgar con la minería de las muchedumbres y el dinero en hogueras de la izquierda de siempre.

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