19 de septiembre de 2012

Somos Zapping: La bocina en la cara (17/09/2012)



La voz de los ciudadanos. Con sindicalistas o con monjitas, todas las manifestaciones tienen truco. Se planean como una campaña militar, trayendo en tartanas a mercenarios, payeses y devotos para que parezca que una plaza es la boca o el vientre movedizos del país. Claro que eso no menoscaba el derecho a la protesta, a aporrear la cacerola, a sonarle la bocina en la cara al político, al financiero, a la monarquía o lo que toque. Yo hasta simpatizaba al principio con el 15-M. Creía que su ruido de lecheros y el enfrentar mimos a los maderos podrían servir para hacernos tomar conciencia de que esta democracia es perfectible y esta partitocracia tremebunda no es la cumbre de la evolución política. Luego se enredaron en sus propios tenderetes y ya no sabemos lo que quedó. Por supuesto que podemos cabrearnos y salir a la calle, y pintarles cuernos y signos del dólar en los ojos a los políticos con cara de puchero, y gritar verdades o simplezas rimadas. Faltaría más. Pero decir que eso es la voluntad popular, la voz del país, el Volksgeist que habla, la democracia misma, eso no sólo es una gran mentira, sino algo muy peligroso. El otro día recordaba Alfonso Lazo las palabras de Mussolini a su turba: “¿Para qué queremos elecciones si Italia entera está aquí?”. Este sistema no es perfecto y nuestros políticos y banqueros sin duda se merecen collejas y manteos en efigie. Pero la democracia no se puede sustituir sin más por una mera dinámica de multitudes callejeras. El titular de las noticias de Canal Sur para la manifestación del sábado, sintonizando con su espíritu, fue éste: “La voz de los ciudadanos”. De los ciudadanos. ¿De todos, de la mayoría, de un número significativo? No. El sentido de esta torpe pero seria frase va más allá: sugiere la voz del ‘alma’ de un pueblo, su ‘verdadera voluntad’ expresada por sus elegidos, vanguardistas, héroes o ‘auténticos’ integrantes. Nos suena demasiado. Es terrible, triste y macabro que estos sindicatos, partidos o paisanos; que esta gente que sale a gritar “democracia” reventándose los ojales desconozca lo que significa esa palabra que creen defender, hasta el punto de colocarse casi al otro lado. Es entonces cuando pienso que quizá no haya esperanza.


Culebrones. No sé si suenan a despedida o a recochineo las promos y los regurgitados que vemos aún de Menuda noche, con sus niños mariachis, o de la copla, con sus pianos como la comodita de la abuela. Lo primero va a desaparecer, pero se ha publicado que se negocia una compensación en forma de otro programa. Juan y Medio necesita estas compensaciones o si no su largo esqueleto puede desmontarse por falta de suministro. O él entrar en graves tristezas como de Cristiano Ronaldo… Yo me pregunto qué clase de ahorro es ése que termina en compensaciones. O es que lo de Juan y Medio y Canal Sur no era un simple contrato profesional, sino un matrimonio. En cuanto a la copla, parece que se recortarán moños o culamen, se reconvertirá al formato gala / refrito de verano y se mantendrá aún más cutre pero igual de larga y rancia. Y por si no bastara esto, ahora Ismael Beiro nos trae otro programa de cazar por ahí talentos de plazoleta. Canal Sur se libra de los culebrones sudamericanos pero mantiene el culebrón puramente andaluz, o sea la planchadora cantante, el pescador de coplas a lo Antonio Molina y el pequeño ruiseñor que se salva por el concurso de la radio patrocinado por una marca de cuchillas de afeitar o pastillas de jabón. Debe de ser nuestro destino.



Exportación. En el Canal 24 horas hablan de la “ópera” (!) Carmina Burana y me pregunto si ya es el efecto Bertín Osborne que se hace sentir en TVE. Sí, porque lo han fichado. Y no sé si también a las Mamachicho. Otro de nuestros productos de exportación: la pijicutrez hortera andaluza y sus humoradas con peste a desayunar anís.

Seriedad. No puedo tomar en serio a Metropolitan Andalucía. Da igual lo graves que pretendan ser sus tertulias: con Agustín Bravo presentando con pañuelo de bolsillo debates de periodistas que llevan chaquetas rosas, es imposible prestar atención a lo que dicen.

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