3 de septiembre de 2012

Somos Zapping: Apriétese usted las sienes para eso (03/09/2012)



Lágrimas y espanto. Huesos de niños muertos, hogueras de trenzas, padres que devoran a sus hijos, madres con el vientre seco de llorar, la justicia y la venganza prestándose los hierros y las biblias… Como para que la televisión no acuda. No sé siquiera si merece la pena insistir. La televisión hurga entre los gusanos y los caracoles de los muertos, se bebe las lágrimas y relame los cuchillos, dobla las sogas igual que abrigos y ajusticia en platós como morgues. Aunque quizá escribir esto también sea recrearse enfermizamente como ellos. Quizá elegir una metáfora con pajarracos o coágulos sea como elegir un plano con un fundido de fotos de niños con sus cenizas. No abusemos, pues, pero protestemos. Para Telecinco ya sólo tengo asco. Y en cuanto a nuestra televisión, sabemos cómo le gustan los esqueletos, las explosiones y las llamaradas, sobre todo para ponerlos delante de las incomodidades políticas. Y esta semana ha habido muchas. Según la programación de mi grabador, el especial Ruth y José: El desenlace sustituyó en la parrilla a Veraneantes. Pocas descripciones más exactas que este mismo tropo de la casualidad o la intención. “El giro inesperado y sorprendente que hoy ha dado la investigación merece un análisis sosegado y lo más completo posible”, decía Rafael Jiménez al iniciar el programa. Sosegado, apenas un rato después de la noticia. Y completo, o sea abrumador en lo iterativo, pues había poco más que un titular para un programa de una hora. Pero era prime time y la gente tenía hambre. Así que daban vueltas a las conjeturas y al horror. Y había mucho para dar vueltas. Y para análisis de cola de panadería. Aquí no vi al mismísimo comisario, como en otras teles, pero Toñi Moreno decía en su mañana de muertos con café y tostadas cosas como “presuntamente todo premeditado”. Todos tenían, a la vez, sentencias y garrotes para los asesinos y bordados para los muertos, como si una tía abuela nuestra fuera sheriff del condado. Mientras, pasaban otras cosas del dinero, la política y su suciedad contigua. Pero no traían fotos de niños en camafeos, ni el merengue que hacen las lágrimas y el espanto. Hasta yo he caído en la trampa. O no he querido escribir de nuevo sobre los ERE porque eso me repugna aún más.


Magias de perol. Le corren arañas por el pelo o uno se las imagina, se ha vampirizado a sí mismo o es que sólo come velas, tiene su calavera por fuera o el peluquero le ha hecho vudú, juega a las cocinitas con los espíritus o lo hicieron a él en una marmita, es el ‘antes’ de un anuncio de teletienda o es que su sangre es en blanco y negro. Me refiero, claro, a Sandro Rey, un vidente como envenenado por sus propias chorradas que siempre me encuentro en Metropolitan TV. En realidad, lo único seguro allí es que uno se va a topar con Sandro Rey o con un tertuliano con camisa de rayitas (deberían hacer sus debates en casetas de feria). Esto de la videncia televisiva, que es como un lingo con los muertos, ha sumado la crisis de la TDT con el imperio de la ignorancia que nos domina y el resultado es que los murciélagos te comen haciendo zapping. Estoy de acuerdo con que las mancias y las magias de perol se pueden considerar una especie impuesto a la estupidez, pero el otro día, con este Sandro Rey, me pareció casi criminal. Lo de aventar espíritus o soplar constelaciones para que te busquen novio o trabajo no deja de hacer gracia. Pero que semejante tipo se atreva a pasar consulta médica, ya es otra cosa. “Eso son las cervicales”, aseguró si más a una señora que le decía que le dolía mucho la cabeza. Ea, ya está. Y a seguir barajándose la peluca. Menos mal que pronto volvió el humor. Llama una mujer de Sanlúcar de Barrameda y Sandro le adivina: “Ahí hay un traje de faralaes colgado”. Y la mujer le dice que sí, que “por ahí anda”. “Es que esto es videncia –aprovecha para apostillar su compinche-, porque fíjate que tú no conoces a esta mujer de nada y le has dicho que tenía un vestido de faralaes, que no todo el mundo tiene, aunque sea de Andalucía”. Apriétese usted las sienes para eso. Y concédase al conjunto una licencia autonómica de TDT.

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