11 de agosto de 2012

Somos Zapping: Sonrisa de payaso o estrangulador (06/08/2012)



Al cubo. La reconcentración de Menuda noche en agosto produce un ambiente espeso y desagradable, una mezcla de calor con mosca, resol de circo barato, gañidos de palmero, chotis con reina de la verbena, madrina de boda sin desodorante y refrito de niños, arena y castillo hinchable. Los “mejores momentos” se convierten en verano en una lupa que aumenta el tamaño y la temperatura de lo horroroso. Ya habíamos visto, por supuesto, a Pepito el Caja levantando la patita, haciendo el cangrejito del chiste de pichas que él hace, incluso junto al Mini-yo que le buscan entre los chiquillos. Pero ahora la velocidad, la superposición de sus culeos y chasquidos marean y dan una fatiguita como la sangría cargada y en vaso de duralex. También habíamos visto, claro, a María del Monte como la maceta o la pandereta de ella misma. Pero ver rotular de repente “lo mejor de María del Monte”, sobreimpresionar un cartón floreado en el que ella posa joven como los Cantores de Híspalis jóvenes y que podría ser lo que lleva pintado su carromato; y que luego empiecen sus grandes momentos en el programa (ahora contando un chiste, ahora mirando cortar jamón) con su presencia como albondigándose progresivamente; eso es que no se aguanta en el estómago en esta época. Y sobre todo esa sonrisa de amaestrador de monos de Juan y Medio, encantado y enternecido por que los tópicos más tristes, esclavizadores y limitadores del andaluz tengan la cantera asegurada; esa sonrisa superpuesta sobre sí misma una y otra vez, con la costumbre de un payaso o un estrangulador o un pervertido… Todo esto, acelerado y espesado por el formato del refrito veraniego canalsureño y la temperatura como de sandía caliente de agosto… Sí, la certeza de que esta televisión merece acabar en un cubo con la cena medio digerida.


El pavo de los vampiros. Cómo me cargan esos vampiritos lacios, esas niñatas lánguidas, esos hombres lobo depilados y sin camiseta que sólo parecen surfistas. Y esa  imperiosa necesidad de matricularse en institutos americanos que parece sentir toda esta fauna de monstruos, mutantes y extraterrestres… La modita de los vampiros en la edad del pavo ha sustituido por una especie de botellón con superpoderes aquel mito draculiano que era adulto, oscuro, hereje, perversamente erótico, un poco glam y un poco sado. Ya no hay una criatura del mal que da miedo y vértigo moral, sino sólo un macarrilla con cara de mármol que al final hace derramar menos sangre que otros fluidos. No se trata de vivir o morir, de salvar o condenar el alma, de la perdición o la redención, sino más bien de desvirgar a alguna friki mustia sin arañarla demasiado. A este género pertenece la serie Crónicas vampíricas que ha empezado a emitir Canal Sur, un poco hija de la mamarrachada de Crepúsculo. Camisetas y sueños húmedos para los adolescentes, no más. La serie es mala sin preocupación por serlo, tan mala que casi dan ganas de volver a ver a Michael J. Fox en Teen wolf (eran tiempos más ingenuos hasta para los monstruos de instituto). Pero lo que más coraje me ha dado es que mientras la gloriosa Breaking bad siguen emitiéndola aplastada, a estas Crónicas vampíricas le han respetado el formato 16:9 original. Creo que la cutrez en Canal Sur durará todavía más que la moda ésta de los vampiros de Súper Pop. O que las series americanas con escenitas de taquillas. La cutrez como género en sí. Canal Sur es ya como el porno gonzo.


Veraneantes. Precisamente ahora que tener trabajo es casi un agravio y veranear, directamente una provocación o un insulto, Canal Sur nos saca un programilla sobre cómo veranean los andaluces, no sé si para animarnos, engañarnos o hundirnos. Le han puesto tonillo de película del landismo desarrollista y lo llenan de gordos roncadores y domingueros satisfechos. La verdad, a mí me parece que nuestro verano está más cerca del enterramiento vivo que del spa con botijo. A veces, el optimismo es lo mismo que la ceguera. O que la mentira.

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