31 de agosto de 2012

Reptiliario: Sordos y con tenedor (30/08/2012)



Descontrol. Manuel Gómez, el interventor kafkiano o un poco gallego, había dejado golosinas y veneno para todos y ayer lo citaron para apoyar una cosa y la contraria, como las Escrituras. En vez de enriquecer las familias semánticas, tendría que haber usado números: este “incumplimiento” equivale a tantos años de trullo, esta “vulneración” a tantos otros de inhabilitación... También Carmen Martínez Aguayo interpretó a gusto las palabras del santo interventor, mientras explicaba todos los minuciosos procesos y procedimientos que existen… para el descontrol. Sí, porque después de tanta norma y tanta pelusa administrativa, lo que ve uno es que los churreros vencen al derecho comparado y a toda una marina de interventores. “Cualquier procedimiento se puede violentar si se tiene voluntad", repitió Aguayo. Claro, sobre todo si se decide que el procedimiento carezca de controles. Y más todavía si los informes de la Intervención que alertaban del “incendio” ella no los leía o los guardaba donde los adornos de Navidad. Parece que también le faltaban las competencias, el procedimiento y el impreso para descolgar el teléfono.

No sé. El gran factótum, el gran Demiurgo, el gran urdidor, ése al que llamaban el Todopoderoso en Jaén; Gaspar Zarrías, en fin, llegó a la comisión y reconoció su más humilde y completa ignorancia en todo con pinta de recién mojadito en el Ganges. No conocía el convenio porque “no generaba gasto” (!!!), ni el procedimiento, ni al señor Lanzas, ni por qué se concedían ayudas a restaurantes; no conoció ninguna irregularidad, su “desconocimiento del señor Guerrero era total”, no tenía “ni la más remota idea” de que se estaban acumulando ayudas en zonas o empresas, “no tenía conciencia” de ayudas arbitrarias y sólo le faltó recalcar que no conocía varón. Todo era cosa de Empleo, donde además de solos, llevaban la cosa como en oscuridades acampanadas sin que él se enterase de nada. Lobotomizado y sordo, huelga decir que ninguno de estos asuntos se trató en el consejillo de viceconsejeros, ni por supuesto en el Olimpo del Consejo de Gobierno. Ya ven, una política tan importante para la Junta (“de Estado”), y no sólo la reducen a la última y única voluntad de un director general, sino que ni se hablaba de ello fuera. Nada. El hombre con más tablas y experiencia en la política y en las instituciones que tengamos en Andalucía, no sabía nada. Si hasta comparó lo de los ERE con los procedimientos que usaron durante la gripe aviar… No sé si era porque sin bigote parecía escaldado, pero cuánta piedad daba su ignorancia.

Pinchando. Cosas de la política. Una comisión que investiga las ayudas concedidas por la Junta citaba a Zoido, que vino con dos cartapacios y más ganas de contar la trama ERE desde Mercasevilla que de aclarar lo de la faja pirítica de Huelva. No es que hubiera mucho donde pinchar, pero Antonia Moro, de repente, empezó a hablar rápido, ella que siempre arrastraba el reloj, y se lanzó al ataque. Atacó como con un tenedor, pero con eso y algún periódico, hizo lo que pudo. Mucho le ayudó el Gobierno central, primero negando la documentación por falta de competencias, y luego retrasándola hasta un rato antes de la comparecencia. Aparte eso, no parecía haber mucho donde pinchar. Zoido afirmó que todas las normas se habían cumplido y que todos los papeles estaban, aunque de la mesa se habían volado algunos. Pero fue raro, o triste, ver cómo se daban la vuelta las preguntas o los cerebros, y un celo por la normativa y los expedientes con todas sus grapas sustituía el pasotismo y la tranquilidad de antes. La cosa acabó un poco en bronca, como el final de un partido con Italia. No estuvo bonito, pero el PSOE no tiene más que ese hueso.

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