23 de julio de 2012

Somos Zapping: Al carajo con acento cubanito (23/07/2012)



Parte alícuota. Traje claro, aires habaneros y resol como castrista para que Griñán diga en las noticias que “el Gobierno quiere doblegar de forma autoritaria a las comunidades autónomas, especialmente Andalucía, y alterar con ello el modelo constitucional”. Y Mario Jiménez, comparando la situación con el 23-F… Isleñismo bananero contra imperialismo gubernamental, mientras nos vamos yendo al carajo (dígase con acento cubanito). Miren a este PSOE de aquí, con sus altivas empalizadas, sus romanticismos de la patria, sus revoluciones fundantes y su andalucismo aceitunero, que saca ahora las banderas del 28-F como si ellos no se hubieran estado sonado los mocos en ellas durante 30 años… ¿Cómo se atreven, cuando todavía estamos pidiendo dignidad, trabajo, cultura y salir del tercermundismo, igual que en aquellos días ingenuos? Ellos, que se han dedicado a mantenernos pobres, incultos y menesterosos para que dependamos de la Junta hasta para limpiarnos el culo, mientras su numerosa y hambrienta casta partidista-institucional lo controlaba y lo rebañaba todo… Ése ha sido el fracaso, no el modelo autonómico en sí, sino el modelo partitocrático. El de las grandes empresas-partido, PSOE y PP sobre todo, repartiéndose los poderes del Estado, las autonomías, los tribunales, las cajas de ahorros, para sus intereses y sus enchufados. Qué cinismo: la Junta se erige en defensora de los pobrecitos y los débiles que ella misma ha ido creando precisamente para eso, y el Gobierno culpa a la “herencia recibida” olvidando la parte alícuota del PP en la corrupción, el derroche y el saqueo de lo público. Además, ni hundiéndose el país son capaces de plantearse una reforma que acabe con los privilegios, con los abusos, con los chiringuitos partidistas que han sido los que nos han arruinado. ¿Isleñismo bananero contra imperialismo gubernamental? Cada vez son más parecidos los trajecitos, los acentos y los bronceados.


Capitán Andalucía. Roberto Sánchez Benítez salió de la cápsula, aún envuelto en humo verde, verde Andalucía, verde que te quiero verde, y contempló en el espejo del laboratorio su apabullante musculatura, su recia mandíbula, la perfecta simetría de sus facciones, los ojos que brillaban con una inteligencia definitivamente sobrehumana. No hacía falta comprobarlo, pero levantó con un solo brazo una partida de jamones, voló luego hasta el aerogenerador más cercano, memorizó en un segundo un libro de chistes y sedujo levantando la ceja a todo el elenco de Se llama copla… Ya lo sabía. No había sido únicamente la exposición a Este Sol y Esta Alegría, las misteriosas radiaciones mutágenas que sólo se encuentran en Andalucía. Ni aquella mordedura de un camaleón protegido. No. La respuesta también estaba en la Historia, en su genética andaluza privilegiada, mezcla de las mejores razas, en su tolerancia y su cultura de la paz biológicamente impresas, más el impulso innovador que hacía a su ADN especialmente receptivo a los agentes mutágenos sostenibles. Todo eso, claro, despertado y aumentado por la superior tecnología de la Segunda Modernización, división científica de la todopoderosa agencia secreta La Junta. Sí, sabía perfectamente qué le había ocurrido, quién era él, cuál era su misión, y se contempló de nuevo con serena satisfacción. Ahora era el Capitán Andalucía. Y su cuerpo refulgió en verde antes de desaparecer hacia el atardecer siguiendo a un helicóptero de Juan Lebrón…

Superpoderes. El cuentito de antes me lo ha inspirado una increíble entrevista en Salud al día a una actriz de Los protegidos. Fue así: “¿Cuál es el secreto de tu belleza?”, le pregunta Sánchez Benítez, aunque para contestarse él mismo: “Te lo voy a decir: tienes familia andaluza”. “En mi familia no hay tendencia a engordar”, dice ella luego. “Porque es de origen andaluz”, concluye él. Con superpoderes queda igual de ridículo, pero más divertido.

  
Corcho sostenible. El titular: “La Almoraima, ejemplo de corcho sostenible”. La imagen: un señor cargando corcho en un borrico. A ver: de lo que se trata es de ser sostenibles en el siglo XXI. En el siglo XII, no tiene mérito.

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