Episodio piloto. Mejor que el Parlamento, mejor que
una rueda de prensa con los periodistas haciendo preguntas. Sí, es mucho mejor
una entrevista amable en la televisión pública que controlas, sobre todo si
tienes que explicar los recortes que llamas “ajustes” o “reequilibrios”, y a
los que te obligan por “imperativo legal”. Para estar cómodo, para poderte
explayar, para no tener que aguantar preguntas peligrosas, lo mejor es tener tu
televisión pública a la que ir cuando te apetezca y te convenga, y que te
recibirá como al señor del castillo. Me imagino el momento: “Nada, Pepe, esto
lo explicas en Canal Sur en otra entrevista con Mabel Mata y ya está”. Y hecho.
Segunda entrevista en dos semanas, para rematar el trabajo que han ido haciendo
sus consejeros, que también han pasado por el sillón de los masajes según el
cuadrante planificado. Ahora, los políticos no quieren que se les chiste. La
mayoría suelta la parrafada y se va como si fueran Mourinho cabreado. Algunos,
ni siquiera dan la cara (a Rajoy sólo lo vemos en cuadros del Greco). Y si en
los Viernes de Dolores que oficia Soraya vemos dar la palabra a los
periodistas, ya nos parece hasta extraño, casi una merced. Por eso, que los
políticos vayan alegremente ante la cámara o el micrófono resulta sospechoso.
Sólo quieren entrevistas con alfombra, sesión de manicura en los medios amigos,
con el periodista limitándose a dar el pie. Griñán no fue a una entrevista,
sino a un púlpito. Como estaba planeado. Y yo me acordé de lo que le hicieron a
Sarah Palin: a la gobernadora de Alaska, segunda de McCain, republicana con
fusil, “madre de hockey”, la cogieron en la conservadora Fox News y la
destrozaron sin piedad en una entrevista que salpicó sangre. Igualito que aquí,
vamos. Mejor que el Parlamento, mejor que ruedas de prensa de verdad, mejor
incluso que estas entrevistas de spa, sería que Griñán tuviera su propio
programa semanal en Canal Sur: “Aló, Presidente”. Se puede hacer. El otro día
vimos el episodio piloto.
Duplicidades. Hay eventos que hay que contar
inevitablemente desde la idiosincrasia andaluza. Por ejemplo, la final de la
Champions, allá en Berlín, con el Bayern de Múnich y el Chelsea (otro Betis -
Sevilla, vamos). Por eso Canal Sur mandó un par de días allí a locutores,
cámaras y equipos, para que hicieran alguna crónica y nos retransmitieran el
castizo partido en directo, a pesar de que también lo hacía Televisión
Española. Eso sí que es una duplicidad autonómica, ver en TVE y Canal Sur la
misma señal pagada dos veces por el contribuyente. Seguro que en Canal Sur
pensaron que, como Mario Gómez, del Bayern, tiene leves orígenes granadinos
(sus abuelos eran de allí), en realidad les salía por el mismo precio un
episodio de Andaluces por el mundo. Además, nos daban la posibilidad de
librarnos del soporífero Sergio Sauca, cosa que, bien mirado, no tiene precio.
Qué andaluz no pagaría con gusto por estas dos amables contribuciones de Canal
Sur para dulcificar tan hiperbóreo acontecimiento. Ellos gastan así, con esa
alegría tan de nuestra tierra.
Bienaventurados. Entre Toñi Moreno y Andalucía
directo, las penas de la crisis se convierten en alegres historias de
oportunidades y esperanzas recobradas. No piensen que es triste, o hasta
macabro, que en esta tierra de pobrecitos se llore de felicidad porque te
pongan un plato de ducha. No, admirémonos por la generosidad de los andaluces
que se reparten sus mendrugos. Tampoco se depriman si un delineante industrial
termina de limpiabotas: “es el trabajo con el que soñó cuando era pequeño”, nos
contarán cínicamente en AD. Andalucía cuadra en todo el refranero de la
resignación y el conformismo y en todas las evangélicas bienaventuranzas. A
Canal Sur eso le satisface mucho. A mí, me apena y me rebela.
Épica. Se llama copla, con duelos, dramas y
puñales en los moños, utiliza nada menos que la música de Juego de tronos
para sus promos. La épica folclórica ya es batalla medieval más que
neofranquista. Un respeto por la televisión de calidad, oigan. Usen Romance
de valentía o así y dejen en paz las cosas serias de las que están tan
lejos.
La cestilla. Cómetelo es lo más en chovinismo
gastronómico desde aquel andaluz de Los Fruitis que era una piña pero se
llamaba Gazpacho. El otro día cumplían 400 programas y dedicaron una como
gloriosa oda verdulera a Andalucía con estos ingredientes: “Frutos del mar y la
tierra de nuestra Andalucía”, “manos sabias y trabajadoras que recogen lo que
comemos”, “gente emprendedora en constante innovación (!)”... Seguimos siendo
ese cateto orgulloso de su cestilla con chorizos.