13 de marzo de 2012

Somos Zapping: La Junta como Covirán (20/02/2012)


Tirabuzones. Me he ido despegando del Carnaval llorón y plazoletillero, chochista y pajillero, del retortijón y del rozón, de la postalita y de los mocos. He llegado a la conclusión de que no hay ni tanta gracia ni tanta crítica ni tanto corazón despechugado del pueblo como dicen, o como solía, sino que ya es una especie de peñismo de la tristeza, la autocomplacencia y los culos en pompa, todo a la vez. No podía ser posible tanta concentración de poetas, músicos, revolucionarios y genios del humor en la misma tasca. Insoportables las comparsas, meonas las chirigotas, neoyorquinos los coros, escolares los cuartetos. Al menos, en su gran mayoría. Se salvan cuatro o cinco de siempre y algunos hallazgos breves y contados, pero que no me dan para sostener el mito, ese catedralismo caletero del Carnaval de Cádiz. Quizá todo se sustentaba en que el Carnaval no era ni el mejor humor ni la mejor música ni la mejor lírica, ni siquiera la más elaborada e incómoda protesta (la crítica suele abordarse de manera superficial, demagógica o directamente ignorante), pero era el alma del pueblo. Sin embargo, desde que Canal Sur lo domesticó y lo convirtió en negocio, hasta eso se fue pervirtiendo. Las críticas se blanquearon (están en juego contratos, giras, aparecer en los resúmenes de La Nuestra), los que escribían ripios en las servilletas se creyeron poetas universales, los sueños de éxito y fama hacían a las agrupaciones buscar la gracia y el impacto facilones, sin molestar demasiado, y así es como esto se convirtió en una mala revista vedetera. ¿Dónde están la rebeldía, la crítica al poder? No, sólo pasodobles a las niñas muertitas o a los viejos de los asilos. Si acaso, meterse con algún catalán, y poco más. Quitando unas contadas menciones de pasada, al mangoneo de los ERE sólo le ha prestado verdadera atención Julio Pardo. Que yo sepa, los nombres de Griñán o Chaves no se han pronunciado en el Falla este año. La crisis y el mangoneo eran un rebujo indiferenciado de banqueros y políticos, una simplona crítica de clase. Urdangarin ha dolido más que el millón de parados y las pichillas salían más rentables que los garrotazos. Vi hasta a una agrupación que tenía en el bombo el logo de la Junta, que ya parece patrocinar esto igual que Covirán. Por primera vez Canal Sur retransmitió la final en HD y al Carnaval sólo parecían notársele más los churretes. Será culpa de Canal Sur, o será que ya ha pasado mucho tiempo desde que yo llegaba al instituto cantando el estribillo de Los comboys d'a pejeta, pero creo que la rabia, la valentía y el ingenio va a haber que buscarlos en Andalucía en otra parte. En Cádiz se diría que ya, más bien, sólo hacen tirabuzones con los duros y los mojones.


El peor sketch del mundo. Al Teatro Falla llevaron su programa también Los Morancos, no sé si para terminar de santificar la decadencia de la gracia de la tierra. En el Falla, que es un templo para muchos, va a haber que colocar colgaduras negras y tocarle un réquiem con pito al humor. ¿Qué les pasa a Los Morancos? ¿Se les ha pegado la guasa de Cayetana después de ir a babearle las pantorrillas? ¿O fueron a visitarla precisamente porque ya han alcanzado su mismo nivel de gracia, es decir ninguna? Los hermanos Cadaval están en caída libre, su humor va muriendo a jamonazos programa a programa. Hace poco vi un sketch suyo que creo que está cerca de ser el peor que yo haya visto nunca, sobre un bicho llamado Potoma. ¿Es la pereza, es el acomodamiento, es el agotamiento? Quizá, como en el Carnaval, han dejado de buscar el humor porque se creen intrínsecamente graciosos.


Cura vacilón. ¿Se acuerdan de esa serie sobre un cura jovencito, modernito, marchoso y motorizado que emitió un tiempo Canal Sur? Padre Medina, se llamaba. Pues ha vuelto. Bueno, no ha vuelto la serie, pero si un curita vacilón, con chupa de cuero y todo, que hace de colaborador en el programa de Toñi Moreno. ¿Habrá algo más antiguo que un cura progre? Pero es que Andalucía no ha salido de Sor Citroën.


Innovación de la semana. No podemos dejar este artículo en el desencanto un tanto enfurruñado con el humor que parece que me ha embargado. Tenía pensando ver algún vídeo de Les Luthiers para asegurarme de que no soy yo el que se está avinagrando, pero no ha hecho falta. Tecnópolis me devolvió la sonrisa. Tecnópolis es la explosión de rayos gamma del humor, es la velocidad de la luz de la risa, es el chip del descojone que ha colocado Canal Sur, el óxido nitroso que deja escapar nuestra tele pública. Penetré en la atmósfera ionizada de nuestra modernidad y me dejé llevar por la deslumbrante innovación que supone ver piaras de cerdos por las tierras andaluzas.

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