13 de marzo de 2012

Somos Zapping: Griñán en Melrose Place (30/01/2012)


Encamados. Felipe González está con Rubalcaba y a Chacón la apoya el fondo de armario de lo que quedó del zapaterismo, apenas una sonrisa en el aire como la del gato de Cheshire. Griñán no está con nadie, sólo con su tristeza, como una vieja de ventanuco, pero sin embargo todos dicen que lo apoyan, al menos según Chacón, que en la entrevista de Canal Sur afirmó que lo importante es que Rubalcaba y ella son del presidente andaluz. ¿Se han hecho ustedes un lío con tanto estar o no estar y ser o no ser de unos y otros? Yo sí. Esto parece Melrose Place, aquella serie en la que todos se iban peleando y encamando hasta completar el producto cartesiano. En realidad, lo importante no es ser de Griñán, personalmente insignificante en este embrollo, sino, por un lado, conseguir votos de la poderosa federación andaluza para el congreso, y por otro, salvar como sea en las próximas elecciones el feudo andaluz, sin el que el PSOE se convertiría en un partido fantasma. Lo que yo me sigo preguntando es qué futuro de cambio y renovación se puede esperar en un PSOE en el que dos candidatos quemados se pelean entre ellos a la vez que apoyan a otro candidato más quemado aún, teniendo que defender la fracasada gestión socialista en Andalucía como modelo. Al final, este Melrose Place terminara con el socialismo encamado entre el poszapaterismo ñoño, el posfelipismo mefistofélico y el irreductible caciquismo andaluz. No me salen más combinaciones. La única posibilidad para el cambio en el PSOE es el fracaso de Griñán, un interregno con quien sea gestionando cenizas y que de ahí surja, por fin, algo nuevo.


Hachas y horcas. Marta del Castillo parecía una Juana de Arco entre las velas del pueblo, casi quemándole el pelo en las fotos amontonadas. El homenaje se hermanaba con el sacrificio en una imagen triste, entre altar y ataúd simbólico, como una joven heroína de una guerra troyana. Grandes manifestaciones de dolor y gritos que Andalucía directo retransmitió como un vía crucis. El dolor es humano, tanto como la venganza. Pero yo sigo prefiriendo un sistema en el que un posible culpable pueda quedar impune a otro en el que las masas con cera y sangre en los ojos decidan quién es o no culpable. Andalucía directo lo contaba todo, la rabia, el desconsuelo, la indignación, desde una unanimidad que pretendían hacer corresponder con los sentimientos de la gente de bien. Yo, respetuosamente, me permito salirme de esa unanimidad, que tiene su peligro. Entre tantos que han juzgado, yo renuncio a juzgar. Porque no soy quien tiene que hacerlo, porque carezco de los datos, el conocimiento y seguramente la capacidad. Por eso hay leyes y jueces, para que entre el crimen y el verdugo haya otro eslabón. Sin ese eslabón, seríamos salvajes. Y una sociedad que no reconoce eso coquetea con ese salvajismo. Yo renuncio a juzgar, no quiero para mí esa cruel responsabilidad. Algunos se encontrarán a gusto con ella, pero yo no. El otro día, la comparsa de Antonio Martín, siembre recreándose en el agusanamiento de la necrofilia, terminaba un pasodoble preguntándose cómo hubiera sido la sentencia si Marta fuera hija del propio juez. Pues hubiera sido la sentencia de un país salvaje. Tomen, los que se sientan capaces, sus hachas y sus horcas. Yo no puedo con ellas.


Pobre Garzón. Objetivo abierto, programa que suele hacer zoom en el morbo, se dedicó esta semana a las causas abiertas contra el juez Garzón. “Tres causas en pocos meses por el mismo delito... Parece que todo es como... [que] había que sentar a Garzón en el banquillo”. Así lo resumían y así fue el programa, un alegato en defensa del pobre juez, víctima de oscuras conspiraciones y venganzas por atreverse a investigar, según decían, la conexión entre Gürtel y la financiación del PP. Son argumentos que suenan de otros casos y otras partes, pero no mencionemos más nombres, para qué. Yo, ya digo, renuncio a juzgar. Otros sí lo hacen. Siguiendo sus razones, su rabia o sus ideologías. En este caso, lo hace una televisión pública. No hay más que decir.


Piedad socialista. Con la Ley de Dependencia, aquí la gente se llegaba a morir antes de recibir las ayudas. Pues para el programa Los reporteros, la cosa es así: “40.000 personas que estaban ya valoradas no recibirán de momento las ayudas debido a las medidas de austeridad aplicadas por el nuevo Gobierno”. Luego, ancianos, sillas de ruedas y máscaras de oxígeno, la piedad pública socialista a toda máquina. Algo así me esperaba del nuevo reality Yo médico y, efectivamente, pocos minutos pasaron hasta que se vio la preciosa estampa de una madre consolando a su hija en el hospital con el fondo del logo de la Junta. Y así seguirá su zafarrancho Canal Sur hasta las elecciones.

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