13 de marzo de 2012

Somos Zapping: Garzón, Chuck Norris y Atticus Finch (13/02/2012)


El bueno. Lo dijo Cayo Lara en las noticias de Canal Sur: “Los buenos fueron condenados y los malos no se han sentado en el banquillo”. Ahora entiendo todo el apoyo que está recibiendo Garzón. Es que él es el bueno. Y el bueno no puede hacer sino cosas buenas y justas. Argumento circularmente impecable. Supongo que podrían decir lo mismo de Chuck Norris. Bien dadas están las patadas, en el pecho o en la ley, del mushasho de la película. Pero me extraña ver a la izquierda defendiendo a Chuck Norris. Yo creía que la justicia aplicada con y por los santos cojones de uno, las hostias merecidas y la ley para limpiarse el culo eran una cosa que la izquierda adjudicaba a los fachas, mientras ellos se apropiaban de la defensa del garantismo y los derechos individuales. Pero deben de tener sus excepciones.

Canal Sur dio la noticia enfocado en las manifestaciones de apoyo al juez. El reportero contó la película así de implicado, épico y emotivo: “Dos sentimientos en esta concentración: indignación y vergüenza. No se explican cómo el hombre que ha destapado a corruptos, que ha acorralado a terroristas, que ha enviado entre rejas a narcotraficantes y ha sentado en el banquillo a dictadores y genocidas, pueda haber visto cómo desde su propio país, desde su propio (sic) Tribunal Supremo, se ha puesto punto y (sic) final a su carrera profesional”. Observen la pomposa retórica de la traición en estas palabras. Y el hecho de que esta gente “no se explique” que haya leyes que se tengan que cumplir. Leyes como la que dice que un juez no puede ordenar la intervención de las comunicaciones entre los acusados y sus abogados salvo en casos de terrorismo y con la debida justificación. Lo que ha dicho el Supremo es que Garzón se ha cargado un elemento nuclear del Estado de Derecho, nada menos que el derecho a la defensa. Y me temo que la ley no contempla ninguna excepción cuando los acusados resulten especialmente detestables, chulos, o moral o ideológicamente odiosos. No, esas consideraciones entran sólo en la peculiar justicia de esta izquierda, o en la de Chuck Norris o Harry el Sucio. O en la de Batman. Yo no soy juez, y no juzgo. ¿Pero que la gente “no se explique” que hayan podido condenar a Garzón? Es que él era el bueno y sólo intentaba darles su merecido a los malos, ¿qué importa cómo se haga eso? Pues importa porque esto no es el salvaje oeste. “Reivindico mi derecho a la inocencia”, dijo Garzón ante el tribunal. ¿Qué clase de juez puede pensar que la inocencia es un “derecho”? Creo que Garzón ha sido muy torpe o muy vanidoso (seguramente las dos cosas). No es que no se pueda optar por ser Harry el Sucio. Garzón y esta extraña izquierda pueden tomar ese camino moral, si creen que es el suyo. Pero hay que asumir las consecuencias. Saber que, una vez que uno ha cogido el pistolón por su cuenta y se ha saltado la ley aun en nombre de la Justicia o de la Verdad o de lo que sea (eso no importa), ya está al otro lado. Garzón, incomprensiblemente, ha actuado como en su propio GAL. Pero es que él es el bueno... De lo que no se dan cuenta es de que no se puede ser, a la vez, el bueno a la manera de Harry el Sucio y a la de Atticus Finch, el íntegro y bondadoso abogado de Matar a un ruiseñor. Y decidir qué papel toma uno en esta película es elegir entre el totalitarismo y el Estado de Derecho.


El hada madrina. A Toñi Moreno le encanta hacer de hada madrina. El otro día, pestañeaba y revoloteaba con fondo de música de violonchelos a cuenta del caso de una mujer con el marido en paro y nueve hijos que dormían en sacos. Desprendiendo chiribitas al abrir los brazos, decía cosas como “para pedir estoy yo” o “aquí sólo lloramos de alegría y al final”. Creo que al programa sólo le falta una canción, a ser posible que incluya un baile con teteras, o con pajaritos o pingüinos, como en Mary Poppins. Pero un hada madrina en Canal Sur tenía que resultar diferente, castiza. No sé por qué, pero en el atril o flor en que descansa sus alitas durante el programa la vi un día con botellas de aceite y un gran pan de ésos que sólo se ven en las tómbolas de feria. Había hasta un cura entre los colaboradores del programa. Esto va mejorando. Ya es como un hada madrina de Berlanga o casi de Buñuel, repartiendo a la vez homilías y pan con aceite a personajes dickensianos de Andalucía. No es que sea malo eso de querer ser hada madrina, quizá sólo un poco afectado. Lo malo es esa impresión que deja el programa de que todo aquí se puede solucionar con un abracito y polvos mágicos, de que todo lo que le hace falta a Andalucía es que la vecina te dé un colchón o un cesto de huevos, de que basta con aliviar a un pobre al día para sonreír en la pompa, como hacen con su caridad las señoronas de rastrillo. No deja de ser un triste destino que Andalucía siempre parezca centrar su esperanza en hadas madrinas.

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