13 de marzo de 2012

Somos Zapping: El superhombre andaluz (16/01/2012)


Grogui. ¿Por qué asuntos se recordará esta legislatura andaluza? ¿Por la crisis, el paro, la deuda, los recortes, los mangazos, los escándalos de la familia Chaves, el chófer de la cocaína, la decadencia del PSOE? Pues no. Para Griñán y el rotulador fosforescente de su memoria, “esta legislatura se recordará por el momento en que el Gobierno tomó decisiones sobre los ERE”, y así se lo vimos decir en las noticias de Canal Sur el mismo día que anunciaba la fecha de las elecciones. ¿Se refería a decisiones sobre entorpecer la investigación o acosar y criticar a la jueza Alaya? No, se refería a que “tomó decisiones denunciando, investigando y, al mismo tiempo, acusando a cualquier culpable, caiga quien caiga”. Veo a Griñán con su cara de insecto palo, sus ojos caídos, su tristeza que le hace joroba, y no da la imagen de un cínico. Es más bien la de alguien grogui que ya no sabe por dónde salir ante las evidencias y las contradicciones que lo están llevando a la lona, y que ni siquiera se da cuenta de la ridiculez de sus últimos y tambaleantes manotazos al aire. Lo grave de los ERE no es sólo el fraude de los aprovechados, sino el sistema descuidado y casi mafioso que lo hizo posible, ése que concibe lo público como algo de lo que el partido puede disponer a discreción, ignorando cualquier tipo de control y legalidad. “Nos repele que se nos quiera mezclar con personas deshonestas”, declaró Mar Moreno en una entrevista. Pero ahí están los dineros adjudicados a capricho, los expedientes que se resolvían con un postit, el cajón abierto para el que quisiera meter la mano, y, más que nada, la arrogancia y la tranquilidad de pensar que podían hacerlo porque ellos pueden hacerlo todo, que al fin y al cabo son dueños de lo público. Ha sido la podredumbre global de una forma de gobernar la que ha hecho posible este escándalo. Y no, no lo han denunciado ni perseguido hasta que los medios y la Justicia se les han echado encima, aunque Mar Moreno diga que “hemos actuado a muerte en este caso”. Yo no veo mucha diferencia moral, la verdad, entre el que trinca dinero público y el Gobierno que lo deja en el pasillo avisando de que ellos no van a mirar qué se hace con él. Y ésa es la responsabilidad que tienen Griñán y la Junta. Hacerse los dignos y los dolidos es quizá lo único que les queda. Ni siquiera parecen cínicos, sólo machacados y balbuceantes contra las cuerdas.


Sangre mora. Nos habían enseñado ya la herencia andalusí de naranjas, alfajores, acequias y farmacias cuando de repente la chica de La respuesta está en la historia se recorrió el antebrazo con la mano como si fuera Lola Flores en un arrebato racial y se preguntó: “¿Corre sangre mora por nuestras venas?”. Yo ya había advertido de que este programa iba a usar mucho el pringoso y peligroso concepto de “determinismo cultural”, pero no pensé que iba a retroceder hasta la superstición primigenia de la sangre y la raza. Las razas, biogenéticamente, no existen. Y la sangre no nos transmite (aparte algunas características genéticas secundarias) querencias, comportamientos ni virtudes de los “pueblos”. No pervive bullendo en nuestro cuerpo ningún residuo o sabor que recuerde el alma de nuestros antepasados y nos contagie sus esencias. Ese prejuicio racista es anticuado, supersticioso, anticientífico y desde luego inmoral. Pero en el programa se empeñaron, como si eso llevara a alguna conclusión, en enseñarnos hasta estudios de ADN que demostrarían que 1 de cada 10 andaluces tiene antepasados judíos y 1 de cada 5, norteafricanos. Seguro que los nazis hubieran sacado bastantes conclusiones de algo así, pero aquí y ahora, ¿qué nos aporta eso? La muchacha sí sacó una emocionada conclusión: “Pues yo estoy orgullosa de tener sangre con tanta historia, sangre de los fenicios, de los íberos, de los romanos, de los cartagineses, de los visigodos, de los bizantinos, de los árabes, de los bereberes...”. La historia de la sangre, ya ven. Y tantas, además (¿qué será eso de la sangre bizantina?). Se diría que la intención (amable) era armar una como teoría antirracista, pero utilizando el mismo argumentario que el racismo, y eso me parece una aberración equivalente. Simplemente, del orgullo de la raza pasarían al orgullo de la “mezcla de razas”, cosa igual de tonta. Así lo resumía otro chico: “Un poquito de cada cultura. Como dicen: lo mejor de cada casa”. O sea, que el andaluz es como un superhíbrido que lleva en su sangre lo mejor de todas las razas, una especie de superhombre genético multicultural. Y esto, claro, tiene sus consecuencias: “Somos andaluces de pura cepa, toleramos y respetamos a nuestros vecinos, de toda la vida”. O sea, que hasta atribuyen virtudes morales intrínsecas a nuestra “súper raza”. Qué ridiculez. Qué repelús. ¿Cómo ha llegado la progresía a parecer filofascista? Pero yo ya llamé a este programa “El florido pensil”... No me equivoqué.

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