13 de marzo de 2012

Hoy viernes: Paranoid android (13/01/2012)

“Los jefes van de coca; los curritos, de tinto y aspirina”, cantaba Sabina cuando el ciudad era zumo de neón. La coca era el éxito, los tirados eran los de la heroína y al caballo le cantaban Los Chichos y otros rumberos o rockeros entre el duelo y el homenaje. Eric Clapton decía de la cocaína que “ella no miente”. Radiohead, en Paranoid android, retrataba a la pija cocainómana así: “La ambición te hace parecer bastante fea, pataleante y chillona cerdita de Gucci”. Antes, los porreros pasaban a la heroína y morían en la esquina con los brazos y los dientes podridos. Pero la cocaína parecía plata líquida, colonia de los guapos. Al principio eran los yuppies los que la esnifaban y se la ponían en la punta del nabo para follarse al mundo. Luego, la tomaron los albañiles y los camareros para aguantar las deshoras, discutir con más cojones de fútbol y poder seguir con los cubatas. La cocaína ya no es una pijada. La “gente sin alma que pierde la calma con la cocaína” (de nuevo Sabina) se tambalea por las ventas, los bingos, los puticlubs y las marisquerías como meada por dentro. Se acabó el glamur de la coca sobre los capós de los deportivos, sobre tetas playboy o sobre la tinta de los poetas. Escucho ahora la canción de Radiohead y estoy de acuerdo con ellos: “Puedo ser paranoico, pero no un androide”. Los ojos de la cocaína expulsan las almas.

No pretendo dármelas de puritano, pero jamás probé la cocaína, ni pienso hacerlo. Ni siquiera soporto los porros, que he fumado pocas veces y me dan fatiga y una borrachera seca que no me gusta nada. Yo soy de cerveza y Jack Daniel's, o de ron especiado y cocacola, bebidos lentamente y con buenas conversaciones y música a ser posible. Y me voy cuando me da la soñera, sin dar la lata con paranoias. La coca condensa un ambiente decadente, obsesivo, sucio, agresivo, putero y gañán que me horroriza. Pero quizá es el ambiente que pega hoy con los arrabales de la política. Las declaraciones del chófer del ex director general de Empleo de la Junta, pues, no me sorprenden. Mangar dinero público y gastárselo en coca es de lo más bajo que puedo concebir, pero no desentona con la calaña de estos chulánganos listillos y cutres que nos han saqueado entre risotadas. Del Gürtel a los ERE, muchos pataleantes y chillones cerditos de Armani, de Audi o de langostino se han cebado y juergueado a nuestra costa. Lo de Francisco Javier Guerrero será verdad o no. Pero, de momento, da para una canción que retrata esta época tan bien como aquellas rumbas carcelarias y aquel rock leñero, cuando el caballo mataba como nunca a la gente en las aceras, las bañeras, los camerinos y los tigres. La canción podría terminar como la de Radiohead: “El crujido de piel de cerdo, el polvo y los gritos, los yuppies negociando, el pánico, el vómito...”.

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