13 de marzo de 2012

Hoy viernes: La razón y la calle (2/03/2012)

Dawkins y el arzobispo de Canterbury, como Huxley y el obispo de Oxford, como Russell y el padre Copleston... No parece ahora tiempo de disparar a los ángeles, cuando la guerra del hombre está a la altura del estómago, pero son disputas eternas, como quizá lo sean también las luchas ideológicas, las izquierdas y las derechas, religiones del puño o del dinero con sus libros sagrados, sus cruzadas y sus mártires. Contra un dios, o contra la ausencia de los dioses, se pueden sentar venerables caballeros a discutir tranquilamente sus argumentos, o se pueden armar guerras e inquisiciones. En política, igual, se puede debatir, se puede votar, o se pueden enfrentar las ideologías de los contenedores de basura contra las ideologías de las fachadas de los bancos, encontrándose en la frontera del cristal machacado. Creo que llega el momento en el que uno ya no les pide a las ideologías verdades, sino al menos compostura, civilidad, coherencia y algo de racionalidad. Me ha hecho gracia que los sindicatos eligieran Jerez como lugar para la manifestación principal del otro día, alegando que la provincia de Cádiz padece el desempleo más alto. Como si eso lo hubiesen descubierto ahora... ¿Qué ha cambiado para que ese mismo hecho que antes les mantenía callados y enclaustrados los lleve ahora a la callejera revolución? Pero hay veces en que los dioses se vuelven mudos y otras en las que mandan a sus hijos a inflamar sus zarzas, a quemar palitroques y brujas, sin que nada en realidad se haya movido en los cielos.

Me gusta eso de los apologetas de Dios y los incrédulos debatiendo en el mismo ajedrezado, con las reglas de la educación y la razón. No es que ese ambiente académico no pueda dar lugar a agrias trifulcas, como la famosa anécdota de Wittgenstein y Popper, con o sin atizador real. Pero si ese pugilato es sosegado y razonable, nos dice que todo se puede discutir, cuestionar, negar o defender sin que tengan que mediar la fuerza, la coacción, la violencia. Ya hay ahí un triunfo humano, ético, independientemente de las conclusiones que se puedan sacar del debate. Personalmente, yo, como Laplace, digo que Dios es una hipótesis que no necesito. Lo que no sé es si en política alguien podrá concluir fundamentadamente que no necesita la hipótesis del dinero, o del Estado. Pero no andan en esto los sindicatos. Ojalá la política fuera razón y debate. Hay otras pasiones que mandan más: miedo, necesidad, consuelo, poder. Por eso a veces tienen que agitar las calles, pasear dogmas, santificar el grito, olvidar lo que han hecho antes, tronchar farolas y quemar la palabra. Que las ideologías hablaran de sillón a sillón sin guerras, atizadores, gasolina ni amenazas, eso ya sería un triunfo. Pero aún no somos tan civilizados ni tan ingleses. En el ruido, no olviden que la calle es tan manejable como las almas.

1 comentario:

Carmina dijo...

"Ojalá la política fuera razón y debate" -expresa usted en su artículo- y con razón, pero a esta frase, me atrevería a decir que le falta un matiz: para alcanzar la Justicia que nos corone falta añadir el término " acción", (virtud de la que carece este País). El hombre de acción, como decía Pío Baroja, es el que puede llevar a cabo los razonamientos y debates. Lástima que este artículo siga siendo actual... La abulia es lo que siempre ha impedido en este País dar pasos hacia adelante para solucionar los problemas una vez éstos se han debatido.Ojalá no tenga usted que escribir y publicar estas tachas políticas... Ojalá...