12 de diciembre de 2011

Hoy viernes: Armagedón (4/11/2011)

Ha empezado la campaña, que antes olía a cepillo y a furgoneta y ahora a cabaret en televisión y en el ciberespacio. Recuerdo cuando los carteles electorales tapaban en las tapias el careto de Julio Iglesias o se tapaban entre ellos, hoces y martillos sobre bigotes, rosas sobre puños obreros levemente cirílicos, antorchas como de alegorías republicanas y hasta algún pollo facha esqueletizado o frito por la historia. Ya la cartelería y las cuadrillas de las plazas son lo de menos. Los partidos se mezclarán con los zarrapastrosos de La noria, los posts en cadena de las redes sociales, los vídeos de gatos, los culos en pompa brasileños y los tarotistas con cara de cirio, en el gran mercado de la basura, el caos, la demagogia y los mensajes de un segundo. En mítines con coreografías olímpicas, los candidatos esperarán el pilotito rojo del directo en los informativos y soltarán como comandos la frase del día. Y cuando se vean cara a cara, serán sofistas, cínicos y atacarán al caballo del otro antes que a sus ideas. Van a intentar agarrar al votante por el corazón, por el bolsillo o por el cague. Olviden la alta política, el debate intelectual, los discursos de profesor. Un amigo que se dedica a esto de la fontanería de los partidos me dijo una vez que lo que funciona es apelar a los sentimientos, los odios y afinidades atávicos. Somos gente visceral que se mueve sólo por venganzas, miedos y halagos. Nos buscarán ese botón de la rabia, del asco, del rencor; apelarán a las tribus ideológicas y al diablo del otro (uno de los significados de “diábolo” es “lo que separa”). Así será para todos, pero más para el PSOE, que tiene en contra la realidad, las cifras y su propia herencia, y buscará una pelea celestial entre eternos, universales, noúmenos: la izquierda y la derecha en su Armagedón.

Creo que nunca hay menos política que en este zafarrancho, este campamento de dos semanas con prisa por morir o reinar. Habrá que tirar los eslóganes, habrá que desoír a los candidatos y escarbar por debajo para llegar a la política de verdad, para hacer un análisis honrado entre tanto ruido y tomar así nuestra decisión. Prevengámonos contra las razones tramposas, los argumentos interesados, parciales y torcidos, las generalizaciones groseras, los inciensos y los conjuros. No, no me gustan las campañas, en las que la política baja aún más de estatura. Hay que olvidarse un poco de la campaña para volver a recordar la política. Atender más a lo que han hecho y dicho antes, y no tanto a lo que suelten ahora por la espita; escapar de su tiovivo diseñado para marearnos y ver a los partidos en perspectiva y en el contexto de la realidad, no en el de su teatrillo. Anidarán en las tapias y besarán a los niños y a los parados igual que antes, pero además ionizarán la tele y tuitearán como si fueran Gasol. Yo intentaré recordar la política mientras ellos juegan en casinos virtuales al póquer de la guerra y la salvación.

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