30 de junio de 2011

Somos Zapping: Bendito y santo lugar (13/06/2010)

Religión oficial. Después de un tiempo por los platós de la telebasura o la telebraga haciendo de tertuliana, de testigo, de cotilla, de misteriosa o de digna según los días, hemos vuelto a ver a María del Monte en Canal Sur. Y la hemos visto en lo suyo, o sea, empalada en el nacional-catolicismo-folclorismo, o eso se me figuró al verla en el Rocío con una flor tiesa en la cabeza, con la que parecía que la habían clavado a la silla, atravesándola. Ella es una papisa que hace eucaristías con lunares, panderetas, esencias patrias y virgencitas poniendo todo eso al mismo nivel, y por eso lo llamo nacional-catolicismo-folclorismo, especie de talega en la que ella y Canal Sur, en esta época, meten todos esos hatillos de racialidades, santiguamientos, cantes, purismos, fe, botijos, histerias, fiambreras y yeguadas. No me malinterpreten, no quiero hacer ahora la típica crítica furibunda del ateo hacia esas manifestaciones romeras. Es cierto que siento extrañeza ante la religión en general, ante la católica en particular y, sobre todo, ante estos modos lúdico-paganos con que se adorna aquí esa religiosidad. Pero no voy por ahí. Lo que me parece primitivo, preocupante, grave, incívico, no tiene que ver tanto con esas creencias en sí sino con la actitud que toman algunos desde ellas, sobre todo en una televisión pública. Me refiero al hecho de que no conciban que esa creencia sea algo particular, de pocos o de muchos pero nunca de todos, nunca algo general ni obligatorio. María del Monte y Canal Sur se comportan como si esa religión fuera la religión única y “natural” de Andalucía, la que “hay” que profesar. Por eso ella hablaba de “la fe”, de “la Señora”, de “este bendito y santo lugar”, y lo hacía como un fiel, un devoto, un pregonero, y, estoy seguro, sin darse cuenta de lo que supone. Ése es nuestro atraso, no tanto la religión de las piedras sino asociar una creencia a la totalidad de una ciudadanía, ignorar que sólo es una opción entre muchas, despreciar la libertad de conciencia que debe regir una sociedad civilizada y, de alguna manera, decirnos que el andaluz bueno o puro o verdadero sólo lo es si participa de esa opinión. No es únicamente en el Rocío y no sólo es María del Monte; les pasa a los sevillanistas, le pasa a Toñi Moreno (el otro día cantaba ella “yo soy de Andalucía, soy rociero...”) y pasa en Menuda noche o Andalucía directo: esa religión se vuelve “religión oficial”. Propongo un experimento mental: imaginen que Canal Sur dedicara programas al Real Madrid en los que sus presentadores hablaran de “nuestro equipo”, de “nuestro ídolo Cristiano Ronaldo” o de “nuestro líder Mourinho”, ensalzando devota y sentimentalmente “la afición de esta tierra” por el club blanco. Incluso si argumentaran que el Real Madrid es el equipo favorito de la mayoría de los andaluces, ya ven lo injusto y chirriante que resultaría. Pues eso mismo hacen con el catolicismo, pero a ellos no les chirría. Ése es el síntoma que me preocupa: que ni siquiera conciban que hay opiniones diferentes a las suyas y hablen de sus creencias personales como si fueran (más, como si debieran ser) las de todos. Y desde una televisión pública. Eso es lo que nos hace primitivos, incivilizados y fanáticos. Otro ejemplo de nuestro tercermundismo social, intelectual e incluso moral.


Paquirrín. Lo han convertido en una especie de mono mascota, las televisiones se cachondean de él, los realities disfrutan enfocando su panza y su calva, y le han dedicado especiales que empezaban la burla ya por el título (El pequeño del alma, Telecinco). Hablo de Kiko Rivera, Paquirrín todavía para muchos, un chaval que desde hace tiempo alimenta el morbo y la mala leche de la televisión. Lo que le faltaba al pobre era salir en taparrabos cazando moscas, en lo de Supervivientes, esa intragable mezcla de Gran Hermano y Orzowei. Ahora que se ha ido del programa, me doy cuenta de que ha llegado a darme pena la saña y la mala baba que han desplegado a su costa siempre. Sí, es un chaval simplón y sin oficio, pero vamos, tampoco es que en el resto de la familia o del gremio famosil brillen la inteligencia y la laboriosidad. No, su pecado ha sido ser feote. Otra cosa son los tontos, vagos y vividores que salen guapos y chulitos, de ésos no se ríen los programas de la basura. Pero el chaval es calvo y algo fondón, no queda bien en las posturitas de torerito ni en las fotos con rubiazas, y lo han machacado. Lo tienen por vago pero hay otros que hacen menos trabajando con la sonrisa y el pectoral. Puede que no parezca muy espabilado, pero al menos no hace oficio y orgullo de la ignorancia y la patanería, como tantos andaluces. Dicen que es buena gente, pero eso aquí no importa. En Andalucía hay imbéciles de pasarela, chistosos con tamboril, inútiles al sol y chulazos encoloniados que son ídolos. A él le dedican sólo pitorreos y cacahuetes. Qué miserables somos a veces.

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