30 de junio de 2011

Los días persiguiéndose: Queremos más (10/06/2010)

Muchos siguen despreciando a los del 15-M, dicen que sólo han hecho ramblas de mimos y diábolos, que son asambleas indias, puestos de tatuadores, una revolución de pelusas, que representan la política o la apolítica de hacerse trenzas y que se irán cuando se les termine el papel de fumar. Yo espero que no. Los de mi edad no vivimos revoluciones de margaritas ni de muslos, sólo vimos pasar de niños la Transición como una época veloz en la que de repente se inventaban los megáfonos y las imprentas. Luego, mi generación se dejó llevar. Crecimos en un país que era herencia de la lucha de otros. Estaba la Democracia, con su gran mayúscula, en contraposición al referente oscuro pero no lejano de una dictadura como de guardias y toreros. Mi generación no tuvo guerras ni rebeldías, estábamos todavía como dando gracias. Pero esa Democracia, tan nueva, empezó a ensuciarse, a pudrirse, y las historietas de la dictadura con sus guantazos cuarteleros ya no servían para legitimar, sin más, a esta partitocracia en la que la división de poderes moría, la corrupción se institucionalizaba y el ciudadano desaparecía entre los intereses casi empresariales de los partidos. Las nuevas generaciones ya no sienten que tengan que dar gracias por que no los manden a presentarse en el cuartelillo bien pelados. Quieren más de la Democracia. Y, de momento, los únicos que han dicho esto, con más o menos ruido, ingenuidad, caos o greñas, son los de este movimiento.

No es tanto lo que puedan decidir levantando sus cartones, sino lo que pueden inspirar a todos los demás: la necesidad de un cambio radical y valiente en esta partitocracia cada vez más alejada del ciudadano, cada vez más negocio propio y menos gobierno de lo público. ¿Quién dice que no hay propuestas? Listas abiertas, reforma de la Ley Electoral, verdadera separación de poderes... Si están ahora ellos en las plazas sin cambiarse de calzones, con sus perros y sus flautas, con sus narices de payaso y su amor de esquimal, es porque los intelectuales aburguesados, los poderes mediáticos y por supuesto los políticos con sus privilegios y chanchullos no han hecho nada. Yo vi toda la política retratada el otro día, como en la radiografía de una tumoración, en una foto que publicó este periódico, la de Rubalcaba y Griñán en el 93. Las mismas barbas, la misma calva, la misma política. ¿Qué cambio se puede esperar con esa foto fija? Sí, que sigan estos indignados, en las plazas o donde sea. No están ahí para ser ellos la Democracia, sino para despertarnos a los demás a cacerolazos. Yo seguramente no iré a sentar mi culo en las aceras. Pero puedo escribir. Y protestar. Todos podemos protestar. Hasta que nos hagan caso. Esta Democracia no nos basta. Queremos más. Y no nos iremos cuando nos quedemos sin tabaco.

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