31 de mayo de 2011

Los días persiguiéndose: El espontáneo (31/05/2011)

Están esos jóvenes despertándonos a todos con sus jilgueros que llaman a la democracia cuando vuelve el PSOE con su aparatazo, queriendo hacer unas primarias de uno solo. Otra vez las aclamaciones, los partidos haciendo la ola como en los santos domingos de fútbol y chorizo, la masa de militantes sumisos y carguillos entregada a la política de la adoración. En las plazas se reparte algodón de azúcar de idealismo, ingenuidad, fuerza, cambio y esperanza, y la respuesta del PSOE ante el pueblo harto de estos partidos piramidales, orondos y sordos igual que los dioses, es un paripé de ventajista. No me vale la excusa de que están eligiendo en realidad sólo a una virgen sacrificial para ser arrojada al volcán de las generales, a las fauces de Dagón, antes de que el PSOE se replantee una nueva era, una limpieza con lejía, una refundación o lo que sea que los salve o resucite. Precisamente por haber perdido como han perdido las últimas elecciones, los cambios deberían empezar a notarse ya. Pero en vez de buscar su propia revolución, han decidido presentar a una reina madre, a un viejo soldado, a un sacristanejo del felipismo, un político como prusiano, fuera de época, no sé si para intentar salvar los muebles del PSOE o sólo para escenificar el enterramiento de toda su podrida majestad.

Menos mal que ha salido José Carlos Carmona, el espontáneo, el idealista sin miedo, fuera de las escalinatas del poder, que no está luchando por un reinado o una tumba gótica, sino simplemente por mostrar que hay otro PSOE, otras ideas, otro futuro para esta socialdemocracia desnortada, olvidada o corrompida. Me da algo de pudor hablar de José Carlos Carmona porque lo conozco, lo aprecio y lo admiro, y al final una columna llena de flores queda fatal. Yo me enteré el sábado de lo que iba a hacer y me quedé de piedra, como todos los que le oímos decir, así a bocajarro, que se presentaba a las primarias. Pero me pareció una locura maravillosa y uno de esos gestos valientes y desinteresados que ya no se estilan ni en la política ni en nada. Porque no sólo iba a presentarse a las primarias, como podrían presentarse otros muchos socialistas más cercanos al poder, al aparato o al comedero. No, él se presentaba de una manera definitivamente suicida, quijotesca, revolucionaria, con afán demoledor, incorporando las reivindicaciones del 15-M, proponiendo un cambio radical en esta democracia desacreditada, tramposa, venal, sucia. Como digo, me da cierto pudor hablar de José Carlos Carmona. Podría contar muchas cosa de él, destacar su altura intelectual (profesor de la Universidad de Sevilla, doctor en filosofía, escritor de éxito, director de orquesta y hasta actor), su capacidad de trabajo, su compromiso ético o su irrenunciable vocación de decir las verdades moleste a quien moleste. Pero los halagos de los amigos no deben tenerse en cuenta, así que sencillamente escuchen lo que dice, compárenlo con este PSOE que tenemos ahora y luego juzguen si no merece una oportunidad esa bella locura suya. Lo que daría por verlo debatir con Rubalcaba, idea contra idea, armado como se arma él de filosofía, erudición y un poco de guasa (“sin acritud”, diría antes de asestar el mazazo). Llegue lejos o se quede en el intento, por lo menos aparece algo diferente ante las unanimidades vaticanas de este decadente PSOE. Sigo creyendo que recordaremos mucho tiempo esta primavera de cambios y esperanzas. Mientras los partidos vuelven a desfilar con el paso de la oca, podremos contar que vimos héroes, locos, idealistas y valientes, y que todo eso fue maravilloso.

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