29 de marzo de 2011

Especial 28-F: Andalucía de la A a la Z - Bahía de Cádiz (28/02/2011)

Es el gran sarcófago de los mares fenicios y romanos, el puñal de bronce que se clava desde el cielo en la historia y en la arena. Tiene milenios apilados en conchas y marismas y collares, tiene sabios muertos que hablan todavía, tiene gente de alma descalza, tiene marinos de las estrellas, tiene siembras y cosechas de vientos, tiene el vino que deja la sal, tiene la mirada curvada por el horizonte.

Cádiz, el gran castillo de Occidente, entra en el mar como un dedo en la historia. Por allí pasó todo y se quedó en un cofre y en un balcón. La pasean todavía soldados, revoluciones, indianos, mercancías y guirnaldas. Tiene los cimientos y los espejos y las mirillas de una ciudad fronteriza con el mundo. Es musical con el aire y es pirata con la risa y la vida. Es una tierra a la que se abraza la gente como a una cintura de madre. Plazas con fuentes de flores, barrios entornados, calles con marea, freidurías como bibliotecas de Alejandría, cuna de los niños en el agua. Con sus franceses y su martillo de goma, su carcajada y su tristeza, su paro y sus pichas; con su catedral de espuma y su Caleta donde el sol se arregla las trenzas y los pescadores pescan las mojarritas de sus pies. Tiene muchos hijos fuera y centenarios todos los días y algo que le debe siempre la historia.

El mar se lleva la mirada y viene San Fernando, isla que no lo es, isla pintada en el corazón como las de los libros de aventuras. Allí, unos liberales algo virginianos redactaron La Pepa legándonos un tapiz para la eternidad. Allí sigue sin afeitarse Camarón, con la garganta espinada, negándose a morir como un cartaginés. Puerto Real y El Puerto de Santa María son como hermanos de Cádiz que le agarran el brazo y se intercambian gaviotas, trenes y vaporcitos. En Puerto Real el mar se empieza a convertir en vergel, es el humedal que se terminará haciendo viña y toro en El Puerto. En sus astilleros, con algo de cementerio de jirafas o ballenas, la Bahía levantó sus pirámides de gloria y fracaso. En El Puerto de Santa María se toca ya la melena de la campiña igual que la de Alberti, que alimentaba palomas con poesía. Y Rota, con patrón americano y portaaviones de piedra. Y Chiclana, playa dulcemente tendida. Y la Bahía de Cádiz se cierra en un beso...

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