14 de diciembre de 2010

Somos Zapping: Flamenco africano (22/11/2010)

Flamencos nairobitas.Yo no quería volver al tema, de verdad. Había guardado ya las cerbatanas, las patas de oso, las marmitas, todo ese exótico atalaje tribal que había dejado la candidatura del flamenco como patrimonio de la Humanidad… Hasta que vi la celebración de la cosa en la Junta y Canal Sur. Las consejeras Mar Moreno y Micaela Navarro, y hasta los locutores y reporteros de La Nuestra, lucían en la solapa una chapita conmemorativa; los programas montaban rengues y una inmensa boda gitana se preparaba en la cultura de Andalucía para ahogar a todo lo demás. Nos vendían aquello como si nos hubiesen concedido unos Juegos Olímpicos y una alegría jamonera culminaba los pináculos de un catetismo delirante y ridículo… En Andalucía directo, por ejemplo, Paz Santana se empeñaba en encontrar flamenco por Kenia: “Nos hemos recorrido medio Nairobi buscando algún símbolo, algo que nos diga que aquí se vive el flamenco de alguna manera”. ¿Pero por qué se iba a tener que vivir el flamenco en Nairobi? Era la misma pulsión cateta de buscar en África un salchichón de su pueblo. Por supuesto, Paz Santana sólo encontraba bongos, marimbas, maracas, arpas como de guita y, sí, guitarras, pero nada flamencas, guitarras cutaway, con ese mordisco que facilita el punteo en las notas más agudas, poco aplicables en el arte jondo. “No consiguió mucho flamenco –admitía Modesto Barragán-, pero por lo menos encuentra instrumentos que se pueden parecer en algo…”. Ya ven la tierna chorrada. Pero no importaba, ellos rotulaban “el flamenco más africano” y los pobres lugareños tocaban su música con esa asumida conmiseración de intentar contentar a los guiris alelados, la misma que usamos nosotros aquí, por cierto. “Quién nos iba a decir que en Nairobi íbamos a escuchar algo que suena a flamenquito”, insistían. A flamenquito o a fiesta en una tetería, vamos…“Flamencos keniatas nairobitas”, llamaba Barragán a ésos que tocaban algo entre africano e hindú con instrumentos de cestería. Paz Santana hasta se emocionó al encontrar allí un sombrero que a ella le pareció el de Finidi. Pero este orgulloso palurdismo, tan ingenuo y risible, nos dice mucho sobre lo que nos espera: flamenco donde lo hay y donde no lo hay, flamenco de verdad o inventado, flamenco omnipresente pero forzado, falso, barato, postizo, interesado; flamenco con una cola de cazos detrás, esperando la subvención y la prebenda oficial… Sí, todo será ya flamenco, o pseudoflamenco. No busquen desde ahora más cultura aquí. Enhorabuena.

Cultura textil. Antes de que en Nairobi hicieran al flamenco arte universal (a la vez que a los castellers, noten el rango de la distinción), Paulino Plata compareció en el plató de El meridiano para vender el “histórico” acontecimiento. Lo que le pasa a Paulino Plata es que parece que sigue en Turismo, no en Cultura. Hacer equivalente lo uno y lo otro ha sido su aportación a esta Consejería siempre maltratada u olvidada pero ahora, definitivamente, emputecida. Con pinta de feriante casetero, como si su cometido consistiera en dejarse impregnar por vapores de gambas, insistió mucho en la “dimensión económica” de la cultura. “La cultura es un pilar fundamental de esta política de desarrollo sostenible”, defendió. Según él, las empresas culturales se tienen que dar cuenta de que “las cosas tienen que ser rentables”. Me estremecí. Adiós en Andalucía, pues, a la ópera, adiós a la música de Wagner, Berg o Ives, adiós a las exquisiteces elitistas que cuestan tanto dinero sin dar nada. Pues eso, que el Teatro de la Maestranza se contente con Camela, Andy y Lucas o los de la copla. Sí, o que aprendan de los millones que factura “la industria textil del flamenco en Sevilla”, de lo que se mostró orgulloso. O del sector más prometedor de nuestra cultura, “el audiovisual”, porque “cada vez hay más televisiones”. Claro, ahí están los programas de Juan y Medio como ejemplo perfecto de cultismo rentable. Llamarle nefasto es poco ya para Plata. Consejero criminal para la cultura es lo único que se puede decir ya de él.

El rincón de Mario Jiménez. Esta semana, el lucimiento del nivelito del portavoz socialista en las noticias nos llega a cuenta de “la reordenación del sector público” que tiene rebelados a los funcionarios. Vean qué fácil es rebatir los argumentos de la oposición: “El Partido Popular no quiere que salga adelante el sector público, no quiere que se ponga… que entre en vigor… que se desplieguen los efectos positivos que tiene el sector público… que tiene este decreto para el sector público, porque significa fortalecer el sector público andaluz”. Él sí que fortalece, día a día, la política de la memez.

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