20 de septiembre de 2010

Somos Zapping: Soles con carita (13/09/2010)

Niños. Vean al político rodeado de niños, sientan la impúdica obscenidad de esa estampa, la de la carne más débil e inocente usada para la propaganda partidista, tan cerca del estupro. De ser hijo mío uno de los que salió en las noticias de Canal Sur compartiendo lápices con Griñán y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, la cosa habría terminado en los tribunales, como si le hubieran tocado la pichita. Allí, sentados en unas sillitas bajas, como Peter Sellers en aquella escena de El guateque, esos hombretones no parecían ni tiernos ni ridículos: parecían ogros, brujas de la casita de chocolate, a punto de comerse a los chiquillos. Los niños, la inocencia más pura y barata, tan a mano para que los políticos laven su suciedad moral o escondan su ambición y su bajeza (recuerden la afición de los dictadores a rodearse de coros de niños, esas escenas como castristas tan similares a ésta). En el mejor de los casos, los niños son usados para que el adulto se apropie de su bondad y simpatía, para que éste aparezca como la conmovedora figura paternal que la comunidad valora tanto, aunque haya detrás otros feos intereses (estoy pensando no sólo en nuestros políticos, sino, por ejemplo, en Juan y Medio). Pero no es tierno, sino despreciable, utilizar y explotar a los niños, y eso me vale para Griñán y para Menuda noche. Mucha protección para el menor, pero los políticos los babosean para su propaganda y la televisión pública andaluza los tiene como monitos de circo. Comenzaba el curso escolar y Griñán y De la Torre no sé si tomaban un poco de cada obscenidad que he puesto aquí. Y encima, va Javier Arenas y reclama poder hacer lo mismo. No, hombre. Mejor vayan a hablar con los profesores desbordados y quemados, mejor resuciten la educación pública que asesinaron entre unos y otros. Y dejen, señores políticos, de sentarse con los chiquillos a dibujar soles con carita, porque dan ustedes asco.


Entourage. ¿Cuántos políticos y adláteres hacen falta para una inauguración? Un maravilloso plano picado que nos ofrecieron los informativos de Canal Sur durante la apertura de dos nuevas estaciones de cercanías en Málaga nos lo aclara: hacen falta por lo menos dos tramos de escalera mecánica llenos de secretarios generales, medio consejeros, alcaldes, ayudantes, asesores, quitapelusas y vicequitapelusas, muy apretujados. Así son los séquitos de la política, su entourage, como los de los roqueros. Entre los que hacen las cosas, los que sólo figuran, los que han sido invitados para el roneo, los jefes y los indios, los técnicos y los bardos, los enchufados y los pelotas, así toma su tamaño desmedido este transatlántico de lo público, en las inauguraciones o en los pasillos. Multipliquen administraciones, consejerías, ministerios, cargos, subcargos, fundaciones, observatorios y consejos por la longitud de dos tramos de escalera y empiecen a imaginar lo que nos cuesta esta fiesta. Piensen cuántos sobran en esas escaleras igual que en los despachos y tendrán un cálculo bastante fiable del número de vividores que nos saquean el presupuesto.


Prioridad del flamenco. No es el flamenco en sí, que a mí no me gusta pero ahí está como fenómeno cultural, social y también económico. No, es su prioridad, o mejor dicho, la descompensación entre la prioridad que se le puede asignar al flamenco dentro de toda la cultura y la que le otorga la administración andaluza, que parece que no conoce ni promueve otra cosa que quejidos y saraos. Entre las ciencias, las letras y las artes más elevadas, que nos abren el mundo, nos hacen pensar y evolucionar, nos enriquecen y humanizan, ¿qué es el flamenco? Después de oír cómo se expresa un cantaor (hagan la prueba, escuchen a los que entrevistan en ese documental que nos repiten tanto en Canal Sur HD), ¿de verdad lo pondrían a la altura de un científico, de un filósofo, de un gran escritor? ¿O más bien a la altura de un torero o un futbolista? Veo ahora en las noticias que el consejero de Cultura, Paulino Plata, firma un convenio con la RTVA para la promoción de la candidatura del flamenco como Patrimonio de la Humanidad. Muy bien, si no fuera porque aquí necesitamos mucho más esa otra cultura a la que ni la Junta ni Canal Sur atienden y, es más, que los dos demuestran despreciar. Más pensadores, más libros, más ciencia, más conocimiento, más Arte con mayúsculas y menos analfabetos por fandangos, eso es lo que habría que promocionar aquí con todos los dineros y convenios posibles. Pero alguien se dio cuenta del fácil truco de vender como máxima expresión de cultura el folclorismo inculto de esta tierra. Así ya lo tenían todo hecho. Así nos quedábamos igual. Y tan contentos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

en el mundo de ayer viene una crítica al señor culto. léalo usted