20 de septiembre de 2010

Los días persiguiéndose: Ad populum (14/09/2010)

No sé cuántas columnas maravillándose de que haya asistido tanta gente a la beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire llevo ya leídas. ¿Qué evento, qué convocatoria podría reunir a tantos andaluces? Ninguno que no tenga que ver con la fe nunca perdida de esta santa tierra, reserva moral de Occidente, y desde luego, ninguno de carácter político, vienen a decir. “60.000 personas desplazadas por sus propios medios, no les regalan ni el autobús ni el bocadillo”, escribe Paco Robles en ABC. “Esta buena noticia (...) va más allá del mundo católico”, opina Agapito Maestre en estas páginas, aumentando el número de fieles hasta 150.000. Siento desencantar al catolicismo andaluz, en ebullición ahora con sus montañas de gente y de santos, pero también fueron 60.000 personas las que acudieron al concierto de AC-DC en Sevilla. Y no sólo sin bocadillo regalado, sino pagando un buen dinero. Pero eso no significa (tomando las palabras de Maestre) ni que el “cuajo moral” de AC-DC sea equivalente al de la “fe religiosa” y superior al del PSOE, ni que los socialistas, que “quieren ocupar el puesto [de la fe cristiana]”, sean igualmente incapaces de luchar contra la adoración que siente la masa por Angus Young. Hay dos cosas que no entiendo en esto. Una es intentar, no sé por qué, contraponer el cristianismo o su peso en almas al PSOE andaluz, como si esa beatificación fuera una encuesta de intención de voto. Además, ya sabemos que nuestros socialistas son los que sacan más brillo a la vara procesional y hasta ponen locutores a catequizarnos en las romerías de Canal Sur. La otra, claro, es el siempre inelegante y falaz uso del argumento ad populum. Sí, es la mayoría del pueblo la que manda a la hora de elegir a sus gobernantes, pero, afortunadamente, ni las verdades ni las mentiras se deciden aún por sufragio universal ni por los amontonamientos en la calle. Es lo que no entendía Chaves cuando argumentaba que “si yo hubiera incumplido mis promesas, no me votarían los andaluces”. O sea: puesto que tiene mayoría, cualquier cosa que diga es verdad. Con esta perversión de la lógica y de la democracia salvaba sus incumplimientos, sus errores y hasta a su familia de enchufados.

Hay que tener cuidado con el argumento ad populum, y con las siguientes sensaciones de euforia, envalentonamiento y superioridad que acompañan a ciertos números muchas veces tan convenientes como azarosos. Se corre el peligro de ir un paso más allá y hacer equivalentes la mayoría y la totalidad, cosa que no sólo desautoriza al resto de opiniones o ideas no mayoritarias, sino que las anula, las extirpa, las proscribe. Y es aquí donde yo quería llegar, porque lo de Fray Leopoldo y el renacer católico como especie de reacción o demostración de fuerza de no sé qué espíritu religioso o popular contra el PSOE andaluz, ni me interesa ni veo cómo se puede sostener. Ese paso más allá, muy consecuente con la táctica no de superar al adversario político, sino de expulsarlo, lo ha dado esta vez el nini Mario Jiménez, diciendo de Arenas que “no lo quiere nadie en Andalucía” y que “a los andaluces les produce un rechazo absoluto”. Para Jiménez, “nadie” significa nadie fuera de su ideología, pues los demás no existen. Igualmente, lo de “los andaluces” significa los andaluces que votan al PSOE, puesto que los demás no pueden ser andaluces. Así manejan algunos tramposos o malvados los números y las mayorías en democracia. Pero no se preocupen. Aquí no nos van a hacer a todos beatos a fuerza de empujar, ni van a conseguir que la política andaluza se quede para siempre en el Dios único del PSOE.

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