11 de agosto de 2010

Somos Zapping: Catetos, uñas, artistas y poetas (9/08/2010)

No exageremos. Le van dando jamones o pestiños de cada pueblo y ese cariño plebeyo que la gente corriente gasta con las princesitas, pero eso es algo que aquí ya conocemos bien. Al menos, el marido de Michelle Obama fue elegido democráticamente, y no por Dios o por un hada madrina de la historia, como en la monarquía. Y encima, sus vacaciones se las pagan ellos. Hay que decirlo de nuevo: no es Paris Hilton, es nada menos que la Emperatriz del mundo, y aun así insisto en que me parece más sobria y modesta que Carmen Lomana, a pesar de que ésta sólo tiene la gloria y el oficio de sus zapatos. ¿Es su visita a Marbella un acontecimiento noticiable? Ciertamente, sí. ¿Hay adulación? Quizá, pero teniendo en cuenta que nuestros pueblos y ayuntamientos se ponen babositos con la visita de Bisbal, Penélope Cruz o una infantita tejedora, tampoco tanto. Fue peor en Cádiz cuando Ismael Beiro ganó Gran Hermano. ¿Vuelve Mr. Marshall? Por una vez, es cierto que esta visita puede tener un beneficio numerable. Bastante más berlanguiano me pareció lo de Tom Cruise y Cameron Díaz por Sevilla y Cádiz (horrorosa y decididamente idiota, por cierto, esa película que me obligué a ver): Cádiz aparece como otra calle de Sevilla y a Sevilla, la verdad, no creo que vengan muchos extranjeros tras ver la cinta, pues pensarán que van a embestirlos los toros por las aceras. Más perverso me resulta que Canal Sur abra sus informativos con ventiscas o apuñalamientos o inauguraciones de Griñán, mientras la economía y la política se van al garete, que el que lo hagan con Michelle Obama de shopping. Somos más catetos y más aduladores y más ciegos en muchas otras ocasiones más delicadas y decisivas que en la visita de la señora Obama. Así que no exageremos.


De la gracia al estercolero. Era nuestra graciosa oficial, con su lengua de nudos y su sombra descuadernada, como la tata feúcha y simpática que hay en todas las familias. Tenía una gracia natural aunque un poco mojonera y una gramática como su cuerpo de guita, pero al menos no fingía ni pretendía ser otra cosa, no como ese Manu Sánchez que quiere ser un académico con serón. Ya escribí una vez que me daba pena que Paz Padilla hubiera pasado de graciosilla a huelebragas en ese programa, Sálvame, que hace de Telecinco un bidé con tamaño de piscina. Pero el otro día la vi alcanzar la cumbre, pues presentar ese programa masticando algo mientras continuaban los cotilleos de los bajos y a un tipo le cortaban las uñas de los pies en el plató, resulta ya una pocilga difícilmente igualable. Ahora sólo es graciosa de hurgar la narices o los culos de otros, y eso es acabar con su gracia, que la tenía, o emputecerla de la manera más triste y decadente posible. Ahora es sólo una payasa vendida al morbo y al estercolamiento televisivo nacional. Sí, me da mucha pena.


Cultura 1. Veo en Canal Sur el anuncio de un disco de alguien que no conozco, El hijo de la Paquita, como el hijo de una quiosquera. Dice el anuncio que “sus letras hablan de ti y de mí” y yo me desternillo al pensar que el disco cuenta las intimidades del actor que presta su voz a esta publicidad y del escuchante, como si estuvieran liados. Se trata además de un cantante que “triunfó como autor y ahora triunfa como artista”. Cabe preguntarse, claro, que si no era artista mientras era autor, qué clase de artista será ahora que canta sus letras. Segunda carcajada, pues. Si ya el anuncio se luce de esta manera, cómo será el disco. Cultura andaluza, dirían en Canal Sur. Y de qué nivel.


Cultura 2. Al otro lado de la cultura andaluza, veo en Tesis un reportaje hagiográfico y sobón sobre García Montero. La verdad, parecía Juan Ramón Jiménez. Sí, era más un reportaje sobre alguien ya muerto y con Nobel. Cuánto halago para su poesía, su prosa, sus artículos, su valiente compromiso social, con él allí presente, complacido. Hasta mandaron a unos chiquillos de instituto a pegar heroicos carteles como del oeste que ponían “poeta, se busca, LGM”. Se pasaron un poco para ser alguien que aún es capaz de escribir “motores rugientes” (Sonata triste para la luna de Granada). No es que sea mal poeta, pero tampoco es para tanto. Claro que tiene otros méritos. Sobre todo, su docilidad aquí con el poder. Yo hubiera puesto otro cartel: “Se busca poeta o intelectual no orgánico, no mantenido, no subvencionado, independiente y crítico. Imprescindible no haber participado en propaganda institucional alguna. Se valorará que no haya escrito jamás 'motores rugientes', 'café destartalado', 'calor abrasador' ni 'marco incomparable'”.

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