25 de febrero de 2010

Los días persiguiéndose: Corazón (25/02/2010)

Tanta guerra y tanta subasta para que Griñán nos salga ahora con lo del corazón, el que dice él que tienen los andaluces, el que por lo visto le dan a su partido en un pañuelo, como si fuera el de un buey. Ya conocen la frase: “El andaluz cuando mete su voto en la urna mete su corazón y su corazón es socialista”. Ese corazón en rebanada que dejan los andaluces en la urna como merienda para el PSOE o como carta de amor de una monja rendida es más que una cursilería: es un insulto. Griñán no sabe nada de amor y creo que tampoco de democracia. Es muy mayor ya para ir seduciendo colegialas fingiendo que ve un verso detrás de sus tetitas (la colegiala es Andalucía), pero lo peor es que, si cree que los pueblos se casaron con los partidos para toda la vida como ante el Patriarca de Constantinopla, además es un político peligroso. Quizá lo que pasa es que Griñán es un político o un esposo muy antiguo, que enamora, rapta o viola una vez a la novia que es el pueblo y ya puede declarar que es suya ante los dioses, la eternidad y los vecinos. Eso de hacer a una doncella o a una tierra propiedad de uno con una lanzada en la cama es puro feudalismo, y estos socialistas con toda la pana y las rosas de su heráldica creo que van por ahí, aunque se las den de progres, modernos, igualitarios y, ahora, además, de románticos con una picha de nardo que nos enamora.

El corazón de los andaluces, pues, es socialista. Se la birlaron a un poeta o a un cadete, se la ganaron a un dragón o la adquirieron a cambio de camellas, pero en cualquier caso Andalucía les pertenece por amor, sometimiento o contrato. Las elecciones sólo sirven para que los andaluces vayan a darles su corazón, sus flores de mayo y su beso de esposa, renovando votos eternos. No sé si es muy socialdemócrata o poco hacer de unas elecciones este Corpus Christi de pequeñas novias con cestillo y homenaje, pero seguramente aquí no hay socialdemocracia ni nada y todo es un asunto de señores que exhiben sus conquistas y sus triunfos como piezas de una cacería o de una jornada de hipódromo o de una noche de cabaret. Yo me pregunto qué ocurre con los andaluces que no dejan al votar su corazón sumiso, abierto y húmedo para el hambre o la lujuria del PSOE. Sí, los que se atreven a no amarlos y votan a otros como si se lo hicieran con el butanero. Deben de ser andaluces adúlteros, traidores, zorrones (no sé la palabra que tendrá el PSOE para esto de que cada cual vote a quien quiera, pero seguro que tiene interjecciones y saliva y guantazos de marido). Serán andaluces sin corazón y eso significa no ser andaluz. Habría que lapidarlos o, al menos, cortarles las trenzas.

Entre enamorado y matarife, yo creo que ese corazón de su discursito le queda más bien carnicero a Griñán. O sea, que es como si le hubiéramos cogido en medio de la matanza de amor de un vampiro, desangrando a la democracia en el tálamo. Un demócrata no puede ir por ahí diciendo estas cosas que suenan a Hugo Chávez. No sé si Andalucía tiene corazón, o qué cosa pueda ser eso, pero desde luego no le pertenece a un partido como si fuera una vaca. No sé qué idilios, dotes o débitos conyugales se imaginan que tiene esta tierra con ellos, pero un partido que cree que su guapura les da para tener encoñada, subyugada y chuleada a Andalucía para siempre, desconoce lo que es la libertad y la democracia. Griñán hará ahora su congreso, que a lo mejor a él le parece que es casarse con Andalucía igual que un infante. Me da lo mismo, yo ya he perdido toda esperanza con esta gente. Mi corazón se ha desengañado y quiero el divorcio.

22 de febrero de 2010

Somos Zapping: El arte del compás (22/02/2010)

Inmaterial. En el Parlamento andaluz la realidad debe de tener poca sustancia, por eso tocan y votan inmaterialidades que luego quedan muy frondosas en los titulares de las noticias de Canal Sur. Y no me refiero sólo a esa ley de vivienda, conquista de la semana, que parece que legisla el derecho a soñar con el pisito, que funda castillos burocráticos en el aire, pero que al fin y al cabo no dice ni cómo ni de dónde se van a sacar dinero, solares y tejas para ello. No, otros bienes intangibles y sentimentales ocupan también a nuestros parlamentarios y le otorgan un minutito apostólico a Griñán en los informativos. En este caso, la candidatura del flamenco como patrimonio inmaterial de la humanidad, que quizá también es como sacarlo de debajo de un puente y darle una casa tan vaporosa y transparente como la que la Junta quiere ponerles a los andaluces, sin necesidad de que tenga paredes. Con el flamenco (puede que igual que con la vivienda), Griñán hizo esta revolera, esta oda al retruécano vacío y al academicismo de casapuerta: “El flamenco es una expresión de vida, socialmente y antropológicamente es una manifestación importantísima de un pueblo, y al mismo tiempo tiene el arte del compás, la gracia al cantarlo”. “El arte del compás”, “la gracia”... Esta gente es especialista en definir, hilar, piropear, engordar y vender lo eterno y lo invisible. Pero, como vemos, siempre de la manera más tonta.


Berzas. Se llama copla lo ha invadido todo, ha contagiado a Canal Sur entero con su viruela de lunares. Tiene tiempo, cotilleo y reverberaciones en Mira la vida y en La tarde de Juan y Medio, fueron el turrón único de la Navidad y, ahora, Menuda noche no sólo invita sin parar a su muchachada racial y encabalgada, sino que parece que quiere imitar ese formato de artistas que vienen de su patio y de concurso de película de Joselito. A los chiquillos amaestrados para el chiste y el pompón, se han unido niños cantantes, esa especial categoría de lo repipi. Pequeñas flamenquitas, pequeños coplistas, siempre un poco grotescos cono niños a los que los padres han disfrazado de toreros o marineritos, cantan apadrinados por “figuras” de la musiquilla de aquí, por ejemplo Manuel Orta, El Mani o algunos de los triunfitos al andaluz modo, como Laura Gallego. Ellos les transmiten sus quejidos, sus golpes de melena, su arte de baratillo y toda la espeluznante idiosincrasia de la que son paradigma, y que quizá se resume en esto que dijo El Mani: “Hemos estado en berzas flamencas”. Pues eso, esa berza artística es lo que legan a las nuevas generaciones, más quizá esa otra hambre física e inmemorial del andaluz que El Mani evocó haciendo un tour por todas las pastelerías de su vida (no es una metáfora, las citó por sus ciudades, nombres y pestiñadas). El futuro está asegurado. Hay relevo para esa mediocridad artística que triunfa y engalana de peroles esta tierra.


Decoración. En El meridiano sabemos que nada hará demasiada sangre al poder y que Andalucía parecerá un asunto o dulce o forastero. Creo que ya me aburre por repetido, previsible y acolchado, como Jesús Quintero. Por eso sólo voy a comentar un detalle de atrezo, más revelador si cabe. Bueno, más bien es una pregunta. En ese abanico de periódicos que ponen sobre la mesa, ¿por qué el primero, el que está más a la vista, el que empezaba a enfocar la cámara abriendo el plano, era Público? Sí, Público, que se vende menos que los disquetes, allí delante incluso de El País, también destacado aunque en segundo lugar. Los últimos, ya lejanos y más tapados, eran EL MUNDO y Abc. ¿Es casualidad, los barajan cada día, o acaso eso viene dictado desde lo alto? Me imaginé a un comisario político encargado de poner la prensa en procesión según el mérito o la docilidad, y por eso creo que lo que decían en la tertulia ya no me importaba. Piensen cómo se calcula todo allí si es verdad que tienen a un delegado pendiente de que hasta la decoración sirva a los que mandan.


Blues del cuero. Para “arte del compás”, ni Griñán ni los tonadilleros alevines. Nadie como Joaquín Petit, que sigue cantando ridícula y malamente en su programa como el detective o el galán saxofonista que se imagina. Ver cómo se ponía una chaqueta de cuero bien ajustada para arrancarse junto a Luis Tosar con El blues del autobús de Miguel Ríos ha sido una de las imágenes más divertidas de la semana. Parecía un travoltín de marisquería o un pingüino motorista. Pues en eso se gasta el dinero público.

Los días persiguiéndose: Escándalo (18/02/2010)

Siempre me ha parecido terriblemente inelegante escandalizarse. Hay asuntos que pueden llevar al enojo, a la indignación, a la crítica, a la protesta, incluso al asco... Pero escandalizarse, con ese matiz puritano que tiene la palabra, con esos pelos tiesos de la moral y del decoro, con ese espanto que avisa de sofocos y desmayos como una señorona; eso, ya digo, me parece una vulgaridad. Pero cada cual es libre de ser vulgar o inelegante, escandalizarse u ofenderse. El problema viene cuando creen que su escándalo les permite atropellar la libertad. Estoy pensando, sobre todo, en cierta manera de escandalizarse propia de las personas religiosas, que no se limita a su privado sobresalto, sino que siempre se acompaña de la petición de un castigo ejemplar para el pecador, el blasfemo. Sí, es gente que se escandaliza ella sola con gran facilidad y, seguidamente, pide a los demás daños y perjuicios, como si les protegiera un viejo fuero, un antiguo derecho a no ser perturbados. Suelen hablar con gran sentenciosidad de “insulto”, “ofensa”, “provocación”, “ataque”, y, claro, del “respeto” que se les debe a sus creencias; todo esto antes o después de sacarte la diferencia entre “libertad y libertinaje”, o lo del “anticlericalismo trasnochado y decimonónico” (hubo y hay anticlericalismo en la media en que hubo y hay clericalismo, a ver). Y no faltará quien diga (es mi argumento favorito) que por qué no se meten con el Islam. Si además el escándalo ha venido por el arte, como en la exposición clausurada ahora en Granada por amenazas, tampoco faltará eso de que “intenta llamar la atención”, las referencias a la mediocridad, el mal gusto o la inoriginalidad del artista, y así. Todo para evitar la cuestión fundamental: original o no, trasnochado o no, oportunista o no, cobarde o no, le asiste la libertad de expresión.

Insisto: esto es propio del pensamiento religioso (y quizá también de ciertos pensamientos políticos fanáticos, como los nacionalismos). Nunca he visto, por ejemplo, a un existencialista, o a un jungiano, escandalizarse, ofenderse y pedir respeto ante una crítica o incluso una mofa a sus ideas. Imaginen algo así: “Ya está bien de reírse de Sartre, no vamos a consentir que nos insulten”. El problema viene de que, por alguna razón, se les ha otorgado a las ideas religiosas un estatus diferente al del resto de ideas filosóficas, científicas o morales. No se cierran exposiciones porque hayan pintado a Platón empalmado. No hay cartas al director en los periódicos pidiendo respeto para la Teoría de Cuerdas. Pero el religioso cree que tiene el derecho a que sus ideas no sean criticadas ni, por supuesto, objeto de burla o simplemente de interpretación artística. Y este derecho le parece evidente, sagrado, tanto como para pedir cabezas con esa satisfacción enfermiza que siempre obtienen del castigo al pecador. Sí, se sienten blindados con un privilegio que les hace intocables, e incluso a este fanatismo le dan la vuelta llamando intolerantes a los que sólo ejercen su propia libertad sin menoscabar en nada la de los creyentes. La verdad es que todo esto es comprensible. Necesitan ese blindaje. De otra forma, sus absurdos e infantiles mitos quedarían desnudos a la vista de todos. Su frágil constructo sólo puede sobrevivir si siguen impidiendo o entorpeciendo la libre crítica. No, ninguna idea, opinión o creencia es tan sagrada que no pueda ser puesta en duda e incluso satirizada, que es otra manera de desacralizarla, descontextualizarla, relativizarla. A algunos, la libertad siempre les escandalizará. Es su tarea.

15 de febrero de 2010

Somos Zapping: Aspecto andaluz (15/02/2010)

Destellos de carnaval. Creo que ha merecido la pena cargarse las retransmisiones carnavaleras de Canal Sur este año (y hasta las de Onda Cádiz, aunque fuera sólo por ver a ese Martínez Ares figurando a lo Norma Desmond). Entre el chovinismo, la demagogia, las gracias de bidé y los arañamientos de tripas, siempre hay destellos y pequeños cofres que se encuentran. Y no lo digo únicamente por los pasodobles del Selu (qué monstruo), sino por el propio Canal Sur, que le añadía a la cosa su propio aliño chirigotero. Ahí nos dejaron, por ejemplo, entre telón y telón, a un Manu Sánchez anunciando vino con una camiseta del Algarrobo de Curro Jiménez, magnífico autorretrato y aún más: una confesión, una proclama, una bandera. O esos teatrillos sobre el 2012, con actores queriéndole dar al parlamentarismo gaditano y a la Pepa un aire virginiano, glorioso y fundador, como esas funciones de escolares americanos sobre los padres de la patria. Pero lo que parecían eran piratas de Isla Mágica, cuentacuentos para niños o el museo de cera de una celebración que ya empieza a resultar, tan pronto, jartible. Y qué decir de Manolo Casal confesando que se le ponía “el vello de punta” al oír las notas del himno de Andalucía... ¿Es que acaso hubo una izada de bandera en el Falla? No, era la chirigota La Pasma, con un tipo de supuestos policías autonómicos andaluces, cazurros y con boina y garrote, amagando con sus pitos esa música. Pero aquello no era sino una maliciosa parodia de ese patrioterismo institucional y cateto tan común aquí, o sea, precisamente el que Manolo Casal acababa de manifestar tan ridículamente sin entender para nada la tremenda ironía. Sí, mereció la pena comprobar que, en Canal Sur, el carnaval no es distinto al resto del año.


Amor y lozanía. A Roberto Sánchez Benítez, la salud se la da el estar hecho de plástico. Por eso sus recetas en Salud al día no sirven para nadie más, o al menos para nadie hecho de carne, hueso y cerebro. Hace poco lo vimos prescribir “risoterapia” mandándonos a Cádiz, lugar feliz y sano donde los haya, balneario de parados desde luego; y esta semana, con la excusa de San Valentín, nos ha recetado... amor. “Los besos son la mejor terapia para superar la depresión, sobre todo en invierno (?)”, decía una voz en off. “Las emociones son beneficiosas para la salud (!?)”, insistían. “Los enamorados son prácticamente invulnerables a los virus y a las enfermedades en general (!!??)”, remataban. Yo creo que a lo que son invulnerables Roberto Sánchez Benítez y su(s) programa(s) es a que los infecte la inteligencia. Pero si creían que con haber encontrado la cura definitiva para todo mal en la risa, el amor o la estupidez, iba la ciencia de Roberto Sánchez Benítez a quedarse satisfecha, se equivocan. Aún hay otra medicina más potente: ser andaluz. Vean lo que le decía a Juan y Medio en una entrevista: “Juan, pirata de la pradera [póngase aquí acento de Chiquito de la Calzada], te veo morenito, te veo con muy buen aspecto, aspecto andaluz dicho sea de paso, un aspecto lozano”. El “aspecto andaluz”, ya ven, la salud idiosincrásica, el vigor identitario. Y aún reforzó su brillante tesis otra vez: “Juan, hijo de farmacéutica y de médico, por eso estás tú tan sano, además de [por] ser andaluz”. Sin duda, lo mejor para estar sano a la manera de Roberto Sánchez Benítez, además de ser andaluz, es ponerse muchas cataplasmas de majadería.


Fantasías de Sisí. A ella, especie de panaderita de un emperador, le pegan mucho los casoplones con verja horrorosa, los candelabros con chorreras, las cortinas con antepasado, los jardines con cupidos y los marquesados de las vajillas. No podían darle a otra que a Inmaculada Casal este programa de cotilleo, tocador y mantelería que es De lujo, donde andaluces con mansión o yeguada nos enseñan en la pinacoteca de su casa, en sus salones hilados, su intimidad acolchada y su vida con muchas capas de nácar (empezaron por la Duquesa de Alba, estampada de ella misma). A la vez, se va desarrollando un debate de chismorreo cursi, entre la decoración y la genealogía. Yo no sé si es peor el encanallamiento de los programas belenestebanistas o este intento de distraer y deslumbrar al pueblo doliente con obscenas y horteras fantasías de Sisí.


Cementerios. Otra vez tuvo la tarde en Canal Sur su largo enterramiento. Esta vez, por ese incendio en una residencia de ancianos. De Juan y Medio a las noticias, cada grito, cada asfixia, cada manta en llamas, fueron contados, revividos, desarrollados y hasta olidos. No se cansan estos pajarracos de alimentarse en los cementerios.

13 de febrero de 2010

Carnaval de Cádiz: Crisis con eternidad y chochos (13/02/2010)

El Carnaval de Cádiz vive ennoviado con su eternidad y sus tirabuzones, por eso las murallas, las barquillas, los alcaldes, los cuernos, las vecinas, las piochas, el adobo, los carajos, la miseria y la alegría parecen la misma Biblia recitada. No es tanto la actualidad zarandeada por la calle como esa novia que ríe, llora y reza por el viejo amante de siempre, loco, pobre, rendido, ocurrente, rijoso, pollón, melancólico y lunero. Una crisis, un terremoto, un político o una moda apenas cambian esa eternidad, pues Cádiz ya sufrió todos los piratas, todos los puntazos y toda el hambre y nada es nuevo en esa ciudad tallada de bronce y espuma. El pueblo canta como tejiendo la misma mantita, y la noticia, la anécdota, el tema que toca cada año, sólo es un fondo radiofónico para esa antigua tarea de mecedora.

Ahora, eso sí, hay más dinero, más intereses, más contratos, más politonos (Canal Sur anunciaba constantemente durante el concurso de agrupaciones la descarga de estribillos para el móvil). Quizá hasta más miedo, o al menos cierta domesticación. Los cantores callejeros salieron de Cádiz, se hicieron profesionales, los llaman las diputaciones, los tienta Canal Sur con fama y la Junta con premios. Antes sólo estaban el aplauso del Falla, la gloria del gallinero, el tribunal supremo del pueblo como dice este año la chirigota de Vera Luque. Empezó la cosa por El Melli y siguió con Canal Sur, y ahora ya hay siempre sospecha de autocensura y compraventa, contra la pureza de la tradición, del descaro, la valentía y la rabia del que no pierde nada por decir sus verdades con el corazón estallado en la garganta.

Seguramente el Carnaval es ahora menos político, menos contrapoder, y más contemplación de los atardeceres, las callejuelas, los bajos y las desgracias tremendistas, córvidas y facilonas. Entre el Antonio Martín que allá por 1985, con Entre rejas, era capaz de acusar a Felipe González de traición a Andalucía, y el que este año, con Los caballeros de la piera reonda, requiebra las voces con abortos, maltratadores, etarras, obispos y niños de Haití, hay toda una rendición y quizá una decadencia más tristes que sus enterramientos.

Será por esa eternidad en la que no se mueven las postales de la Caleta ni el pelo de las niñas piconeras, o será por el amansamiento de estos tiempos tan venales, pero la crítica suele ser una queja atemporal, intercambiable, sin nombre; las injusticias remiten a los dioses, los abusos no llevan firma. Manolo Santander se ahogaba y se hundía en El submarino amarillo al ver como la Constitución y las leyes suenan “a sucia mentira en las bocas de los que gobiernan”, pero esa letra podía servir ahora y hace 10 años, para un partido o para otro, para aquí y para el valle de Arán. “No me callo ni debajo del agua”, decía entre futbolista y hombre rana en su estribillo, pero su voz diluida y su grito de atrapado por un pulpo no decía nada en realidad. Otras veces, la crítica pierde su gas vaporizándose por todo el mundo. La comparsa de los Carapapas, G-15, había formado toda una ONU guasona de estadistas ladrones, payasos, piratas, mentirosos, locos, marionetas y mafiosos con el atrezo completo, para dar patadas en la boca al capitalismo con puro, a esa política de escalinata de las grandes cumbres y, en fin, a un objetivo tan ancho que no dolía. “Ratas por los despachos y ayuntamientos” les salían a ellos por la boca, pero se perdían en tanto mapa. “Yo no dejo este asiento, primo, ni con agüita hirviendo”, insistían, pero sus políticos y sus corruptos eran arquetípicos, universales, y su rabia de “currantes que pagan los platos rotos” una pose demasiado borrosa. “La crisis ha llegado a la banca, pero no hay que ser pesimista: tranquilos que vuestros ahorros están en las manos de gente muy lista”, acertaban a decir con ironía, pero otra vez sonaba a esa culpa del dinero malvado, tan repartida como extranjera. Algo parecido ocurría con la comparsa Si no existiera el dinero, que traía una especie de acracia con papelillos, a hombros de un obrerismo lacrimoso. Por lo menos, los de G-15 sí se atrevieron con Zapatero: “Para contrarrestar el nivel de parados, que es el más alto de Europa, Zapatero improvisa una ayuda y les tapa la boca”.

Esa es otra, los pocos nombres, los pocos culpables señalados con el dedo. Para encontrarse un dardo contra Chaves, por ejemplo, hay que remontarse a preliminares (*). El coro La Academia decía esto en su primer cuplé en el Falla: “Este Zapatero es un tipo listo, y aunque de la crisis no se le ocurre cómo salir (...), ha logrado algo que era imposible de conseguir. José Luis, tú si que vales, mi agradecimiento de corazón por llevarte al Chaves”. Además de este coro, semifinalista, creo que sólo la comparsa cordobesa Los fabulosos, que no pasaron ni a cuartos, se atrevió a dedicarle una letrilla al ex-presidente, en este caso reprochándole su marcha sin solucionar los problemas de Andalucía. Zapatero sí ha salido más. La chirigota del Yuyu, que iba de jeques alérgicos a la pala, le decían por ejemplo esto: “Ahora para jubilarse te piden dos años más; yo pido para Zapatero otros 12 ó 13 años, pero dentro de Alcatraz”. Claro que esta crítica, teniendo en cuenta la afición del Yuyu a cantarle a la flojera, no viene tanto de la preocupación por la política como de la pura haronería. Pero con lo que no ha podido competir Zapatero ha sido con el estrellato de sus hijas que, por ejemplo, para la chirigota de Vera Luque, Los que van por derecho, hicieron a la mujer de Obama pedir a éste que echara “flin” en el cuarto de baño porque había visto salir a dos cucarachas gordísimas. Pobres chicas, carne de chirigota más que su padre. Pocos nombres políticos más, aparte del clásico que es Teófila, a la que, por cierto, junto a todo el PP gaditano, la comparsa de Tino Tovar, Volver a empezar, atizó durísimamente con su garrote de hombres primitivos, llamándolos “mafia”.

Y claro, la crisis. Una crisis con más peso, más caídos y como con más escorbuto que el año pasado, aunque también a menudo sin responsables y como mera excusa para la gracia. El Yuyu, jeque que antes en el váter “se limpiaba con billetes de 500”, ahora “tiene monedas na más, porque estoy cagando suelto”. “Con la crisis -añadía- ahora pago con un yate... Ya te pagaré otro día”. A uno de los estribillos más populares de esta edición llevaron la crisis Los pre-paraos, incursión del famoseo sevillí en el Carnaval gaditano, con César Cadaval, José Manuel Soto o Monchi haciendo de ellos mismos aunque con miedo de acabar de albañiles: “¿Quién ha dicho que la crisis no se nota? ¿Que no se nota? Po a ver qué carajo hacemos tantos artistas en un chirigota”. Pero no se quedaron en el estribillo: “Por ella, por la puta crisis, no tengo una gala; por ella voy a terminar con el pico y la pala”, cantaba José Manuel Soto. “Cádiz: Cuatro millones de parados... Tres y medio son de aquí”, recitaba César Cadaval. Y seguía: “Cádiz: antes veía uno en la publicidad los BMW, los mercedes, los audis... Tenerlo en cuenta, ahora mira uno y sólo hay filetes de pollo del Supersol a 2,40”. Añadieron luego sevillanas: “Almonteño déjame... 7500 euros”, o “esa gitana, esa gitana, le debe tres recibos a Sevillana”. Y remataron con esta rima lapidaria: “En Cai no hay dónde currar, y hasta las olas que llegan, se van quedando parás”. Las comparsas se pusieron más tristes y dickensianas, con todo sus hatillos de pobre, y nos sacaron desde mujeres que rebuscan en los contenedores a dolorosos embargos. “Creíamos que éramos ricos, que España iba de maravilla; resulta que ahora el tercer mundo lo tenemos justo aquí en la esquina”, decían los de Medio siglo.

Se ha visto mucho municipalismo gaditano (el 2012, sobre todo, “placebo de este pueblo” según Los parapapá), pero pocas referencias a asuntos andaluces. Apenas la crítica del Canijo a esa deuda histórica pagada en solares y una hilarante ironía sobre nuestro sistema sanitario por parte de Los falsos del Love, con jacuzzis y revueltos de jamón en las urgencias. Y si acaso se mencionaba la corrupción, todo era Gürtel, pero nada de aquí. Alguna guasa muy general pero atinadísima sobre nuestro carácter, extrapolable a la política, ha sido ésta: “En este cuerpo no hay corrupción (...) porque somos andaluces y queremos que se note. En nuestra comunidad no le damos autoridad al primer carajote”, decían los de la chirigota La Pasma, policías autonómicos con cachiporra e intención. En Las noches de bohemia de Juan Carlos Aragón también nos reñían porque “a este pueblo no es que le pesen los huevos, es que no los tiene”. Lo más osado, este pasodoble de Medio siglo: “Seguimos siendo los de abajo, lo nuestro es que no tiene cura. No digo que no ha mejorado, pero al más tonto le aseguro que seguimos en la cola del paro y somos para Europa el culo. 30 años de democracia, Estatuto y cuatro presidentes: Escuredo, el Borbolla y Chaves, el Griñán y siguen los de siempre. Y mientras que en Andalucía sigamos en el furgón de cola, la sangre de don Blas Infante, derramada en balde, sigue en Carmona”. Y lo más doloroso, la denuncia del sindicato de la Policía Local de Cádiz contra el Taca, por una crítica de su chirigota Los famosos al cuerpo. Qué poca vergüenza poner una denuncia por una letra de carnaval. Y qué manera de darles la razón.

Por lo demás, lo de siempre. Paisajes de La Viña y chochos de Loreto, la genialidad del Selu y mucho metacarnaval con sus esencias, deserciones y valentías; la libertad gritada como un lema sin castillo y más toros de la película de Tom Cruise y lagrimitas de arlequín que crítica con puntería. Pero el Carnaval de Cádiz es su eternidad y hoy empiezan, otra vez, a no contarse las horas.


(*) Fe de omisiones: Se me pasó, entre tantas notas, el tango que el coro de Julio Pardo, El batallón de la libertad, le dedicó en cuartos al exiguo patrimonio de Chaves.

Los días persiguiéndose: Petanca (11/02/2010)

En Cádiz se disfrazan ahora de moñas y de príncipes con ratones, hacen calabazas con el hambre, pero van echando ya en ánforas a los parados, que mueren con la daga de bronce en la mano. Los “parados con perspectiva” de Delphi son los últimos que se unirán a primos y antepasados para mirar el tiempo quieto, los horarios de las panaderías y del mus, el ciclorama del mar y sus viseras. Prejubilados sin reloj junto a desempleados que hablan con las palomas y los kiosqueros, así va quedando la Bahía de Cádiz, triste y paseada como una bajamar. Iban a ser informáticos o californianos, aviadores o fotovoltaicos, según nos decía la Junta. Pero serán cuentanubes, jubilatas a los 50 volando pandorgas, haciendo mandados, quemando tabaco y dejando cáscaras de pistachos en los bares. De “plan de futuro” y “gran oportunidad” hablaba Chaves, cuando Delphi cerraba pero en la Bahía de Cádiz iba a aterrizar pronto toda la tecnología del mundo como un lujo y un trabajo egipcios. Los airbuses, las piscifactorías, la bioagricultura, los antenismos, los marcianos que iban a dar tanto curro, ¿dónde están? Porque sólo vemos las mismas viejas anclas de la Bahía, con lo que tenían pegado ya huido, hundido o desguazado. Sólo quedan lectores del Diario, mirones de barquillas, hombres con la única tarea mañanera de su afeitado y su migotes.

José Loaiza, diputado del PP en Cádiz, ha dejado caer con razón e ironía que los de Delphi son “los prejubilados mejor formados de la historia”. Unos 200 millones se calcula que ha gastado la Junta en esos cursos para ponerlos en órbita o quizá sólo para no tenerlos por las plazoletas y los telediarios. Si hacemos caso a lo que nos decía la Junta, estos trabajadores podrían armar un portaviones, lanzar un satélite, programar un robot, exprimir el sol con motores, perfundir el viento en los cables, criar rodaballos en el Río San Pedro y poner ojos a una bacteria. Y esto aunque, de vez en cuando, se dedicaran a llevarlos al zoo a ver cómo la naturaleza acumula sus boñigas y pela sus plátanos, como ocurrió en Jerez; o a ponerles la película Gladiator para que se sintieran guerreros de su fiambrera. Todo ese conocimiento que se dedicará ahora a la petanca, todo ese dinero que servirá para que hagan, como el resto de parados de la Bahía, acuarelas con playa y melancolía... Dudo mucho que la Junta pensara de verdad que los trabajadores de Delphi fueran a acabar en salas blancas, entre obleas de silicio, con zumbidos electromotrices o peinándole la melena a la energía sostenible o a la naturaleza destilada. Creo que, más bien, se trataba de ganar tiempo e ir domando su ira, como intentó incluso desde dentro Antonio Pina, el presidente del Comité de Empresa de Delphi, que tan cínicamente santificaba la estrategia de distracción y amansamiento de la Junta y el PSOE con sus compañeros. Eso pretendían, mantenerlos callados, atareados y esperanzados. Los profesores, los ordenadores y hasta los tigres del zoo eran comedia, cartonaje, atrezo; dinero público invertido en que pasara la ventolera.

Jubilatas a los 50, diplomados en desempleo, ingenieros de parques y tasquitas. Así han acabado los huérfanos de Delphi, haciendo coro con los de Astilleros y con todos los parados de caña y esquina de esa Bahía harta ya de tanto orín sobre orín y petanca sobre petanca. Ahora Cádiz se disfraza de sus antepasados muertos, sus suegras coñonas y su pena con sombrero de loco. A veces creo que, cuando suelta papelillos, en realidad parece que llora.

8 de febrero de 2010

Somos Zapping: Sevillanistas vs. ninis (8/02/2010)

Talento barato. Hay famosos de paquete y meadero, hay niñatos estrellas de sus pelotillas de ombligo, triunfan el edredoning y la generación nini, que son como si nuestra decadencia nos enseñara gozosamente el culo. Pero no diría yo que esto es lo peor, porque al menos este desbragamiento y esta putrefacción del mérito, el talento y la excelencia aún provoca indignación y rebeldía. Hay algo peor que la bajeza, y es la mediocridad. La bajeza no engaña: es evidente y orgullosa en su avilantez. La mediocridad, sin embargo, es usurpadora, puede confundir las escalas, puede abaratar o destruir lo auténticamente valioso. Por eso es tan dañina. Un especialista en ensalzar la mediocridad como cumbre de lo que sea (arte, conocimiento o política), es precisamente Canal Sur. Veo en Mira la vida a un señor que parece que va a pregonar dos pares de calcetines a un euro, pero del que rotulan que es “inspiración, talento y una voz excepcional”. Es Manuel Orta, sevillanista de tierna horterez y mantecosa vulgaridad, artistilla que canta unos infantilismos sonrojantes y malísimos como arrebatado por musas de tendedero. “Este es mi mejor amigo y tiene síndrome de Down”, remataba en una sevillana facilona dedicada a él mismo y a los fans que por lo visto tiene entre esas personas. Yo me acordé de algo que me mandaron por correo una vez, un hilarante top diez de discos de gasolinera en el que ganaba un tipo indescriptible con un CD titulado “Madre, soy cristiano homosexual”. Pero aquí, ya ven, enseguida todo es arte, inspiración y talento, sean unas sevillanas tan sentidas como ridículas, un chiste con tambor o un arremangamiento de enaguas; cualquier cosa que pueda justificarse por la racialidad, la populachería o la simple vecindad. Hace poco, vi en 1001 noches un largo y rendido homenaje a Miguel Caiceo, esa doña Paca empercochadora del humor, retratado como artistazo y a la vez santo, como si la bonhomía diera la talla del mérito. Salieron a adularlo y celebrarlo Victorio y Lucchino, Rafael Cremades y otros como compañeros de sus tostadas en el Horno San Buenaventura de la Alfalfa, y Miguel Caiceo parecía un premio Nobel de ésos que viven su grandeza y su modestia en las buhardillas. Pero sólo es un chistoso de gracia grotesca, dudosa o incluso ausente, al que Canal Sur agigantaba haciendo desaparecer, al mismo tiempo, el significado de la valía y la excepcionalidad verdaderas. Tanto talento aquí, y tan barato. Los niñatos nini nunca intentarán subirse a los pedestales de la excelencia, la cultura y el arte. Los Orta o los Caiceo de aquí, sin embargo, copan los nuestros, y eso es aún peor que si nos enseñaran sus ingles como lo único que pueden ofrecer.


Ajuste. El paro todavía es más doloroso cuando nuestros gobernantes responden a él con el disimulo y la sandez. Aquí dejo, con toda su crudeza y descaro, algunas declaraciones aparecidas en los noticiarios de Canal Sur tras la Encuesta de Población Activa y los últimos datos de las oficinas de empleo. Griñán: “Yo creo que éste es un dato esperanzador, dos años llevábamos en que siempre se destruía empleo y por primera vez en dos años ha aumentado el empleo” (la alegría venía porque la tasa de ocupados había aumentado el último trimestre en 9.000 personas, a pesar de que el paro sobrepasa el millón). Carmen Martínez Aguayo, Consejera de Economía de la Junta, citada por una reportera desde la Casa Rosa: “Ha querido destacar lo que considera un 'hecho diferencial andaluz' (!), y es que el paro ha subido menos que la media española y menos que en tres comunidades” (sin duda, un “hecho diferencial” más significativo que nuestro millón de parados). Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo (o de su ausencia): “[Esperamos que] A partir del segundo semestre el paro ya se haya ajustado totalmente; es más, creemos que en los próximos meses el ajuste va a ser un ajuste que se va acercando más al ajuste estacional que al ajuste por destrucción de empleo” (ahora resulta que el paro en España no crece, sino que se ajusta ajustadamente a la vergüenza de cuatro millones ajustados de parados). Ajústense los cinturones, por si acaso.


Astronomía. Se abre el telón y aparece un reportero de Andalucía Directo entrevistando a una cocinera que alimenta a un zorro merodeador, luego una chica harta de que le pregunten si los nacidos tal día van a tener suerte esa semana y, por fin, el mismo reportero ilustrándonos así: “Digamos que aquí se recibe lo que está en el cielo”. ¿De qué va el reportaje? Pues del Observatorio de Sierra Nevada. Sólo AD podía hacer de un radiotelescopio una freidora, de un científico un esquiador y de la astronomía un oficio de manejar cisternas.

4 de febrero de 2010

Los días persiguiéndose: Extraordinario y natural (4/02/2010)

El congreso del PSOE andaluz ya tiene fecha, preparativos, mirones y venta de catalejos, como un eclipse. Hasta lo están adornando con el lenguaje de las maravillas del cielo, de las apariciones de cometas: será “extraordinario y natural”, ha dicho Petronila Guerrero, la presidenta del PSOE-A (sí, tienen una presidencia, creo que dedicada a repartir folios). “Extraordinario y natural” suena a astronómico, a inevitable, a colgado de una montaña y a llovido del arco iris. Si a Zapatero lo ven como un planeta que se pasea con violines, como en lo de Holst, este congreso que ellos mismos dijeron antes que sería una “distracción” en plena crisis, puede ser ahora una aurora de los exploradores, un lucero de los navegantes, algo que se les ha puesto en medio como un volcán o una cascada. No parece que lo hayan decidido ellos, sino los dioses o sus decoradores. La política, como el firmamento, es una relojería en la que de vez en cuando se incendia un pico, se suelta un trozo, se pierde o se aparece una joya. Este congreso no estaba en sus mapas hasta que una nova estalló en la belleza de su propia muerte, o sea, hasta que el PSOE de Andalucía vio su ocaso cayendo con toda su melena en el mar. A partir de ahí, lo que no estaba se puede convertir en expedición y lo impensable puede llenar el cielo. No sé por qué el PP se sorprende de esto y pregunta cómo es que ocurren los cataclismos o las conjunciones. Son cosas que pasan por ahí arriba, ¿o es que creían que los partidos se atienen a lo que sucede en la tierra?

Ahí está el PSOE andaluz, obligado a recomponer sus esferas celestes, sus astrolabios, sus doctores y su marinería. Puede que tenga razón Guerrero. “Extraordinario y natural” es ese zafarrancho que tendrá que mover los centros de su mundo cuando los pájaros se chocan contra las ventanas avisando del Apocalipsis. Griñán, amenazado por rayos y piroclastos, se enfrenta a la extinción de una era, al enterramiento de muchos dinosaurios con todo su grueso pellejo. Son extraordinarios los temblores, las simas y los continentes que se van ahora a pique; son naturales el miedo y la prisa, la resistencia ante la muerte y las lágrimas de los hijos que las llamas se llevan en la boca. Será extraordinario si la socialdemocracia renace de sus fósiles andaluces y será natural si el pueblo los termina barnizando de ámbar o convirtiendo en carbón. Griñán podrá capitanear esqueletos o podrá fundar un arca, o no podrá hacer nada porque el tiempo, inevitablemente, de vez en cuando mata todo para que haya otra vida, y eso también es extraordinario pero natural. Para que las musarañas evolucionaran en humanos, tuvieron que pudrirse los grandes reptiles como aquellos helechos arborescentes en los libros. Para que Andalucía levante los ojos, quizá los meteoritos tengan que partir el horizonte en dos y abatir las alas membranosas de este PSOE de gran pico y muchos nidos.

Extraordinario y natural es sin duda que el cielo pase su cuchilla por el mundo, dejando tantos cadáveres como nuevas semillas. Griñán seguro que mandará en el PSOE de aquí, con más o menos fuerza, damnificados o revoluciones. Pero no mandará en esos astros que no dudan en ahogar un planeta, no por maldad ni descuido, sino para darle otra oportunidad. Extraordinario y natural será el intento de Griñán. Extraordinario y natural será su fracaso si el cielo cae con el peso que ya anuncia.

1 de febrero de 2010

Somos Zapping: 'Pogramas' y dueños (1/02/2010)

Mojones y peos. Manu Sánchez ya ha vuelto al plató después de buscar la gracia de Andalucía por los melonares, pero, campo a través o con esmoquin, siempre repite lo mismo, o sea, su “pograma”, como él dice. Creo que no hay manera mejor de definir su estilo: es la televisión que hace alguien que dice “pograma”. Aun así, le ha dado por ir de cultureta, en un intento bastante ridículo por conciliar la inteligencia con su virtuosismo de lo basto, que es su gran aspiración profesional. Ahora nos trae hasta a un filósofo, o mejor dicho, ha sacado a un filósofo de un bar de motoristas, para que mezcle a Gianni Vattimo con vídeos de Youtube. Podría pensarse que es una tentativa de desborricar desde dentro del propio aborricamiento, pero lo que consigue es que hasta ese breve refilón de filosofía parezca un chiste del Sevilla. “Mojones y peos” es el saludo y el lema de este filósofo que empezó queriendo hablar de pensamiento débil y postmodernidad y luego confundió el concepto con el triunfo de la idiotez en las masas, que no es ninguna filosofía sino una constante histórica. Nos pusieron un vídeo trucado de móviles que hacían palomitas de maíz al sonar y desmontaron ese cuento de las antenas cancerígenas y los teléfonos que fríen el cerebro. Pero no sé si la enseñanza mereció tener que soportar la pretenciosidad de un Manu como con birrete y azadón a la vez, la visión de un filósofo guay que parece que va con una recortada y la insistencia en aforismos del culo para acomodar la filosofía al andaluz. Por cierto, no se quitó el birrete Manu y luego nos rellenó otra de sus famosas pizarras, sobre la Reconquista. Toda la cultura se le volvió a quedar en la fiambrera cuando escribió “Wifredo el Belloso (sic)”. Quizá es que su famoso vello era muy bello. O que un graciosillo que intenta hacerse el cultureta sin renunciar a la dehesa debe resultar siempre más patético que el que se queda en los chistes de pichas y en la gloria popular de los esfínteres.


Prioridad. Hay varias cosas inamovibles en la escaleta de las noticias de Canal Sur. Una es que, salvo riada o ventisca, las explosiones de butano y los sucesos de atufados, sepultados o acuchillados van siempre antes que la información política. Otra, que metidos ya en política, la opinión de IU siempre irá antes que la del PP. Da igual el asunto (esta vez fue por la Encuesta de Población Activa, en la que los parados alcanzan ya números de peste bubónica), pero a Valderas lo sacan antes y con mucho cuidado de que no se note el vacío en el público ni el eco de su voz en sus soledades. El ingenuo lector se preguntará cómo puede ser eso, viendo el número de diputados de unos (6) y otros (47). Pero el estupor se disipa sabiendo que IU apoyó el nombramiento de Pablo Carrasco como jefecillo del Ministerio de Propaganda y ya sabemos que aquí todo tiene su precio y su premio. Para qué recordar el silencio de Canal Sur sobre el fracaso de Chaves en su demanda contra EL MUNDO, o las palabras de Carrasco sobre el “irrelevante” caso. Quién manda aquí, quiénes son los dueños, eso sí que está bien claro y asentado en las escaletas de Canal Sur.


Cintas y horcas. Una cinta verde y otra cinta blanca sobre la foto de Marta del Castillo, mientras Andalucía directo entrevistaba a su madre... Quizá sólo aquí somos capaces de esa ternura de gestos incomprensibles, como ese poner a la chiquilla abanderando ya una tierra con su martirio, entre sus colores, piadosa o candorosamente. El caso cumplía un año y las televisiones le dedicaban especiales o rezos. Esas dos cintas, tan puras, ingenuas, sin sentido, y Andalucía directo, que hizo (hace) de aquello espectáculo, morbo y caja, aún se atrevía a preguntarse por el papel de los medios en sucesos tan tremendos: “¿Cómo controlar la presión mediática en los juicios?”, rotulaban. Esas dos cintas sobre su foto, como si Marta desgarrara Andalucía, ese sufrimiento ya hecho santidad y patria, y el programa que voló con los buitres aún negaba, digno y aleccionador, sus propias horcas.


Kitsch folclórico. Seguro que lo veremos pronto en Se llama copla, porque semejante cima del kitsch folclórico, tal giraldillo de la catetada, no puede estar ausente en un programa que se sostiene sobre esos mismos postulados. Con el habitual orgullo, las noticias de Canal Sur nos enseñaban un modelito que han presentado en el Salón de la moda flamenca de Sevilla, un traje de gitana hecho con tapones de botellas de vino, ¡y con la propia botella haciendo de peineta! Salvo que alguien diseñe otro de tortillitas de camarones, el premio al bochorno lo tiene asegurado.