22 de enero de 2010

Somos Zapping: El andaluz acervezado (17/01/2010)

Idiosincrasia en una caña. Con eso de “ser andaluz” nos han vendido postales, casetes de gasolinera, bragas de lunares, género de charcutería, televisión basura y partidos políticos, entre otras muchas cosas. No es que desentone, pues, que ahora nos vendan con ello cerveza. Es más, eso viene a enseñarnos que el sentimiento patriótico es una especie de borrachera que deja bigotes de espuma. La cerveza quizá la inventaran los sumerios, pero si ésta puede ser la tierra de María Santísima, que nació tan lejos, también puede ser la tierra de la cerveza oriental o vikinga. Cruzcampo ha hecho un anuncio inyectando a su cerveza una especie de tomatada de todo lo andaluz, así que burbujea de rodajas de sol, tauromaquia de peluquería, desfibrilaciones flamencas, morenas de relicario, picadillos salerosos, jamones colombinos, jacas con mantilla, calles de cuponeros, rozones de terraza y tópicos de perol. Vender cerveza como cerveza debe de parecerles una tontería, hay que venderla con paisaje, almanaque, chaquetilla, paletada, todo ese febril carromato del catetismo. “Amamos ese arte, esa risa, ese orgullo, esa casta...”, dicen como si fuera una promo de Se llama copla. Nos han vendido tanta mentira, conformismo, siesta y vulgaridad con lo de “ser andaluz”, que el que una cerveza se abanique con todo ese ropavejerismo facilón parece lo menos odioso. Lo peor del andaluz acervezado de su chovinismo no es que sirva para tirar más cañas, sino, sobre todo, para mantener al poder tranquilo, dueño y padrecito de un pueblo cantarín y sobado. Con ese mismo anuncio de Cruzcampo nos podrían vender cualquier cosa con o sin sustancia, Canal Sur entero o todo el programa de gobierno de la Junta. A mí el anuncio no me da ni sed. Sólo flato.


Dignidad. María del Monte, huérfana ya de gordos pasteleros, de chistosos aerofágicos y de morbo forense, tiene una nueva y curiosa profesión que exhibe por los platós del basureo braguetero. Y esta profesión es la de ser digna. En La noria, o en DEC, o quizá en otros programas de chocar cuernos y ensuciar sábanas que se le parecen (no los distingo), la he visto sentarse a decir que ella no tiene nada que decir, que ella es muy artista y que su vida privada es privada. ¿Y por qué va? Lo mismo se creía que la llamaban para conocer su opinión sobre la coyuntura económica. De revolcar todo lo andaluz por el suelo ha pasado a posar como una infanta, con una superioridad moral y una distanciada dignidad que pasman: da lecciones de tolerancia, de respeto, de ética, de periodismo, hace como un budismo de folclórica entre sonrisas y capotazos, reprende como una madre y esquiva como un delantero centro. Ahora se ha hecho como monja de ella misma y enseña virtud con la misma naturalidad y satisfacción con la que antes enseñaba barreduras de esta tierra. O, simplemente, es que hay que comer, y con la dignidad cobra casi lo mismo que con la ordinariez. Por lo que nos toca, la preferimos así. Que le dure mucho la dignidad, tanto como para no verla más en Canal Sur.


Amable obscenidad. Entre las cocinillas y la podología, Mira la vida quiere ser amable como la sonrisa de Mariló Maldonado, pero cuando lo tétrico se anuncia como una aromaterapia, es aún más obsceno. Así presentaban un increíble reportaje folletín sobre una mujer con cáncer de mama a la que, además, le diagnostican otro de pulmón: “En el capítulo de hoy, veremos cómo se enfrenta la familia a esta información”. Y después, harán buñuelos sin perder la sonrisa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por su artículo. Lo curioso es que a la gente el anuncio le parece estupendo; algún amigo me dijo que era un extremista cuando me indigné al verlo.