14 de junio de 2009

Somos Zapping 7/06/2009

Morerías. A Obama le van a llover jamones, azulejos, giraldillos, macetones, repostería almendrada y hasta botellas con agua de aljibe. No sabe el pobre cómo las gastamos aquí cuando se nos saca el pueblo por la tele, cuanto más en un foro internacional de ese calibre. El andaluz de cestillo siempre está ahí con su bollo, su matanza, su medalla y su postal para regalarlos igual a Rafael Cremades que a Roberto Sánchez Benítez, igual a una infantita que a Bill Clinton. Tras mencionar Obama a Andalucía, Córdoba y sus mil y una noches, me di cuenta que los informativos de Canal Sur parecían algunos de mis paisanos de Sanlúcar cuando han salido en la tele Las Carlotas, con ese orgullo como de que hayan retransmitido su cocina vía satélite. Este catetismo, agigantado por Obama, tenía que llegar a las instituciones y a los políticos, que de repente han visto ensalzados los minaretes de su gobierno, las glorias de sus patios y la historia de sus oficinas de turismo. Todas las modernizaciones de Andalucía se diría que desembocaban en esa mención de Obama, nuestra tierra por fin referente mundial en lo político, lo cultural y hasta lo moral... Poco importa que Obama sacara un mito, una coletilla de cicerone. Si aquí se soportaron entonces tres religiones fue por pragmatismo más que otra cosa. A los musulmanes les venía mejor cobrar impuesto religioso a judíos y cristianos (eso no lo dijo) que forzar conversiones. Así, y más tras una invasión relámpago como fue aquélla, mantenían el poder y sacaban beneficios sin malgastar fuerzas en la represión y sin trastocar la estructura social y económica, que hubiera supuesto un caos contraproducente. Obama puso muchos cojines de más y los adornó con inquisiciones traídas de otro siglo, pero aquí ha sido suficiente para afianzar el eslogan oficial de la multiculturalidad (que suele servir de camino como guantazo a la derechona), para hacernos trasatlánticos, para unir nuestras morerías con las alabanzas de la administración americana al Ave o a los molinos de viento y, en fin, para regalarle un póster o un anuncio como de marca de café a la casta gobernante andaluza. Es igual, no dejan de parecer catetos con capacho y vecinos de Las Carlotas. Aunque se arroben en Canal Sur con Obama, ni aquellos califatos ni estos discursos nos sacan de pobres ahora ni nos convierten en un ajedrez de marfil en el mundo.


Ni bello ni útil. Jesús Quintero trajo hace poco a su programa de soplar velas y silencios a dos chiquillos de los de Juan y Medio, pero fueron ellos los que lo entrevistaron a él, aunque con preguntas que parecían también de él. Sí, fue como una autoentrevista con pajes intermediarios. Quintero se refirió a Menuda noche como un “hermoso programa, útil y bello”. Supongo que es una de esas frases que salen con la luz torcida de su estudio, que hace guapos a los feos y sabios a los colgados. Pero me animó a volver a ver Menuda noche, por comprobar hasta qué punto el ambiente de habitación con estufa de cisco del programa de Quintero le había abotargado el sentido. Comprobé que aquello sigue siendo un circo de pequeños monitos de lo andaluz, travestidos de mayores, usados para proyectar los afanes y la autosatisfacción de los adultos. Vi a inocentes de tres o cuatro añitos haciendo de tonadilleras para regocijo del personal, con trajes de flamenca durante las ferias y con tipo rociero durante el Rocío, todos nuestros tópicos en miniatura; vi su amaestramiento perruno, su infancia casi pervertida como de mises infantiles, esos críos hechos juguetes, mascotas, loritos. No me pareció bello ni útil, sino trabajo para la fiscalía de menores.

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