19 de enero de 2009

Los días persiguiéndose: Dios autobusero (8/01/2009)

El otro día se me apareció en un semáforo la Virgen del Rocío, vestida como de cajita de conchas, flotando en un círculo ante mi cara. Era la funda estampada de la rueda de repuesto que llevaba un todoterreno, santificándolo y enmadrándolo. Reflexionando sobre cómo había acabado en la trasera de un coche algo que empezó con la sexuación de los espíritus arbóreos (las diosas madres y de la fertilidad vienen de ahí), me acordé de esos anuncios ateos que se pasean en algunos autobuses de lugares más infieles e impíos. Pronto imaginé la moda de una cabalgata de dioses y aforismos escépticos por las calles, en fiera competición con los anuncios de ópticas y aseguradoras. Bueno, las cabalgatas de dioses ya las tenemos; la de los aforismos, no. Pero sería simpático. Epicuro, Nietzsche o Russell ante todos los “soy rociero” de las lunas traseras andaluzas. Si no los vemos es porque la creencia religiosa es exhibicionista y el escepticismo no se suele preocupar por anunciarse. Es contra esa “invisibilidad” del ateísmo que han querido rebelarse últimamente Richard Dawkins, que es un cachondo, o Michel Onfray. La frase de los autobuses tiene mucha guasa, porque para acentuar la altiva seguridad de la religión en su “verdad”, han recurrido a la humorada, que no a la duda o a la inexactitud, de poner “probablemente Dios no existe”. De todas formas, ninguna frase habría sido del todo correcta y a la vez caber en el anuncio, porque, ya sabemos, lo que se escriba sobre Dios adolecerá siempre de lo que Bertrand Russell llamaba “mala sintaxis”. “Dios no existe” es tan mala sintaxis como “Dios existe”. Quizá se pudiera decir otra cosa, como ésta: “La proposición 'x es necesario para toda existencia, es omnipotente, omnisciente, proveyente e infinitamente bueno, y además creador del universo por su voluntad' es falsa para todo x”. Pero ya ven qué mal sonaría esto como publicidad.

Ay, los ateos siempre hablando de Dios... Sí, como los católicos del Diablo, los republicanos del rey, o Rajoy de Zapatero... Pero no es tanto así, y la afirmación del ateísmo como discurso positivo, racional, humanista y moral, no como amputación ni como nihilismo, es la corriente que está siguiendo gente como Dawkins u Onfray. Sin embargo, plantarse con este discurso puramente positivo ante el apabullante edificio que las religiones han erigido con su poder, no es fácil. Por ello, además de la simple afirmación de los valores ateos, aún es necesaria la crítica al sistema religioso, en general, así como a sus consecuencias y a los actos de sus representantes en el mundo terrenal, en particular. Y sí, he dicho “valores ateos”: por ejemplo, que el hombre deber resolver sus problemas por sí mismo, o que la moral es humana y debe basarse en el aumento de la felicidad respetando la libertad individual, no en una ciega aceptación de preceptos impuestos por la voz de rayo los dioses. No sé por qué esta propuesta legítima y positiva debería ser algo invisible o silencioso. Pero esto es lo que se espera, parece, a tenor de las críticas a ese anuncio ateo, o de otras más manidas y chocantes que solemos recibir, como la del usual espantajo del “anticlericalismo”. No habría anticlericalismo, claro, si no existiera clericalismo, o sea, la pretensión de las iglesias de imponer a todos su particular y pintoresca visión del mundo, arrogarse privilegios y acallar toda idea que contradiga sus febriles fantasías. Dejemos que las ideas se presenten, se conozcan y se discutan; dejemos que vayan por la carretera un Dios autobusero, una Virgen pastoril o las frases guasonas de Dawkins. Yo en el autobús quizá hubiera puesto una de Buda, la última según dicen algunos: “Duden de todo. Encuentren su propia luz”.

1 comentario:

yinyang mason dijo...

Es que es lo que perseguimos todos, la Luz. Y muchas veces encontrarla no depende de ningún dios.