27 de abril de 2008

Somos Zapping 27/04/2008

Camelot. Cuando los nuevos ministros o consejeros prometen su cargo parece que van a marchar a las Cruzadas. En Madrid todavía ponen un crucifijo grande como una Tizona y una biblia abierta junto a la Constitución, porque no hemos avanzado mucho y aún la política está legitimada por la magia y las divinas palabras. Sólo falta que a los ministros los invistan con los tres toques de espada y aquella fórmula de los caballeros: “en nombre de Dios, San Miguel y San Jorge”. En Andalucía, el nuevo Gobierno no tenía crucifijo en la mesa, pero se fue al monasterio de Santa María de las Cuevas, en La Cartuja, donde los almohades cocían barro y luego se encontró una Virgen, cuando las Vírgenes servían para abrir sucursales de lo suyo. En las noticias de Canal Sur se quería dar la impresión de que les encomendaban una misión sagrada (“el derecho a portar armas y a impartir justicia”, les recordaban a los caballeros) pero cuando hablaron Chaves y Zarrías nos dimos cuenta de que sólo juraban estar cuatro años más durmiendo en su montura. Van para tres décadas en el poder y todavía suenan como si inauguraran el castillo. “Son muchas cosas que tenemos sobre la mesa –dijo Zarrías--, los retos de futuro, y hay que ponerse a trabajar ya”. Ya ven, como si hasta la fecha hubiesen estado velando armas y sólo ahora se dispusieran a comenzar a desfacer entuertos. ¿Y cómo definía el presidente de la Junta sus objetivos? Pues más como una miss que como un gobernante: “Que todo vaya bien, que todo mejore, que todo progrese –explicaba Chaves--, que los andaluces vivan mejor, con mejor calidad...”. Pero eso no es un programa, sino un rezo. No, esto no es Camelot y el Gobierno andaluz lo que parecía era un sala llena de armaduras vacías.


Elegancia. Como no tenemos nada que vender, vendemos nuestras flores de papel. Un escalón más abajo que el arte y que la industria está el diseño. El diseño andaluz, que no es ni fábrica ni estatua, sólo una pequeña gloria de retales, el costurero en que se entretienen los pobres que somos. En Tecnópolis llegaron a enseñarnos como innovación la confección de trajes de novia, pero ahora La Nuestra ha hecho todo un programa dedicado al diseño andaluz, entre la arquitectura y poner la mesa. Veo que el programa visita la casa de Tony Benítez, viejo diseñador de princesas o quizá de banderillas. Cristos en las comoditas, un altar para la duquesa de Alba, muebles y salones como las catedrales de unos gatos. Todo como el mal gusto de un maestrante o de un zar agitanado; decadente y hortera, de una enferma pseudoelegancia pomposa, como un orinal muy adornado. “Se nace siendo elegante”, dice, justificando esa nobleza de la sangre que se da más en ciertos lacayos que en los propios aristócratas. Tony Benítez pinta monigotes en piedras, gitanas y toros; sale a su balcón cada día a saludar a la Giralda como en una estampa de caja de cerillas; se siente encortinado por una manera y un orgullo tapiceros de ser andaluz; cruje en sedas y maderas igual que un moro de su chovinismo. Veo después que el programa muestra un salón de Sevilla ligado a cierto apellido muy conocido, donde los famosos y los principados del dinero y las castas suelen cenar con cubiertos de oro, que es una manera de comer sin hambre, por pura perversidad. Pero yo no podía dejar de pensar en ese hombre y en todo lo que significa, Tony Benítez en el monacato de su kitsch que a él le parece la esencia de la clase y del ser andaluz regia o mantecosamente. Sí, a veces nuestro pueblo es vulgar, y eso da pena. Cuando los vulgares son los que presumen de finura, siento cierta satisfacción de revancha o de justicia.


Homenaje. Día del libro, día del papel al peso. Hace poco me detuve en un centro comercial a mirar el sitio reservado para los libros y sólo sentí ganas de incendiar aquello. No había allí más literatura (la literatura es arte, hay que recordarlo) que en las cajas de cereales. Veo la propaganda institucional que pretende incitar a la lectura y me pregunto para qué, cuando lo que encuentra el pueblo a su alcance es basura aglomerada. Al final, Canal Sur me regala una carcajada. En un titular de las noticias, escriben que hay otra “trava” (sic) en no recuerdo qué asunto. La falta de ortografía casi me resulta tierna. Canal Sur ha sabido hacer un homenaje que está a la altura del día.

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