13 de marzo de 2008

Los días persiguiéndose: Profecías (13/03/2008)

La política no es del todo una religión, pero también se basa en la fe de las masas y en las zarzas ardiendo que han visto los líderes. Por eso, a veces, sigue sus mismos movimientos y leyes. Contemplando aquel balcón de la calle Génova, que se iba a pique por la proa, se podía pensar que la sonrisa de Acebes tenía forma de degüello y que Rajoy fumaba su última pipa en el puente, esperando la tumba de las olas como la última dignidad de un mercante o un vikingo. Y sin embargo nunca dudé de que Rajoy seguiría. Recordé lo que escribió una vez Gonzalo Puente Ojea sobre las profecías incumplidas: “el fracaso de las predicciones de carácter religioso puede tender paradójicamente a incrementar la fe y extender su difusión”. Así es. El fracaso se racionalizará como prueba de fe y un mecanismo de compensación buscará la reafirmación en el apoyo incondicional al líder y en la sanción social. Aquel gentío que pedía a Rajoy que saltara no me pareció muy diferente a los adventistas a los que les ha fallado el fin del mundo de aquella tarde y pronto buscan otra fecha y aún más gente para esperarlo. Imposibilitados para aceptar la negativa que les muestran los hechos, como ocurre con toda creencia, el fracaso se borrará de la memoria y todo empezará de nuevo, de una manera limpia y ciega. “Y esto es lo que hay”, como dijo Rajoy.

En Andalucía también ha habido fracasos y ahora empieza una época en que los políticos tendrán que decidir si les sirve este refugio en el fanatismo, que consuela momentáneamente pero sólo les instala en la espera del siguiente golpe, o en cambio renuncian a la superstición y corrigen sus errores, aunque eso signifique quemar sus dogmas. Para el andalucismo con chorreras que las urnas han rechazado, el martirologio o la gloria del que pierde a pesar de tener razón resultan ahora una tentación peligrosa. Pueden sacudirse el polvo de las sandalias en una Andalucía que les ha dado la espalda (por el voto útil, por la mirada de cobra de Zapatero, por el miedo a una derecha fantasmagórica, por el ninguneo de los medios o lo que sea en que ellos se justifiquen) y continuar predicando por los desiertos su fe inamovible y llagada. O bien, haciendo un ejercicio crítico, eliminar sus amaneramientos, sus nostalgias, sus morerías, su soberanismo identitario, para presentar un andalucismo realista y reinvidicativo que no se limite al verde limón. Otra cosa es el PSOE de aquí. Sí, porque ha sido un fracaso que en unas elecciones en las que, además de con su bien instalada máquina de propaganda y clientelismo, han contado con el tirón de Zapatero, con enemigos beatones y con la mala baba de la derecha nacional, hayan bajado cinco escaños y promovido a Arenas hasta resultados históricos. Sí, un fracaso, aunque no lo admitan. Pero el PSOE andaluz, incapaz de autocrítica, no se dará cuenta. Aprisionados en la propia secta que han formado, seguirán creyéndose sus mentiras y su Reino de los Cielos. En el camastro de otra mayoría absoluta, se abandonarán a la autodestrucción. Seguramente, celebran la última fiesta de los que van a beber luego veneno. No tanto por las leyes divinas como por las de los hombres, Rajoy se empecinará y se estrellará. El andalucismo quizá tenga otra oportunidad, si son inteligentes. Y en el PSOE de aquí, la imparable decadencia ha comenzado. Que canten aleluyas y nieguen la realidad. Nunca las profecías incumplidas tumbaron a los dioses, nunca los hechos pudieron con la fe.

1 comentario:

Ángel Ceballos Ortiz dijo...

Hola Luis M.

Yo, sinceramente, el único fracaso que veo es el de Javier Arenas y su partido.
Lo siento, pero no me vale eso del clientelismo, los medios 'comprados' y demás tópicos de la política andaluza.
Verás, como sabes yo vivo en Murcia, una región que era socialista hasta la médula hace una década. Ahora, sin embargo, el PP duplica los votos del PSOE. ¿Por qué?, porque aquí los populares tienen discurso, imagen, están avalados por una buena gestión económica y, como en Andalucía, tienen enfrente a una oposición del todo inepta.
Si Arenas y los suyos quieren de verdad alcanzar el poder en Andalucía sólo tienen dos opciones: esperar una desastrosa gestión de Chaves en estos años de crisis que se avecinan o, y no es incompatible con lo anterior, hacer una apuesta de futuro a medio plazo con nuevas caras, nuevos aires y nuevas ideas.