27 de diciembre de 2007

Papá Noel contra la libertad de prensa (22/12/2007)

En Canal Sur, las crónicas del juicio de Chaves contra EL MUNDO parecieron desde el principio secuencias de guillotinados. Los juicios, que huelen a guardarropía y a miedo de hospital, son feos y duros de cubrir para el periodista, pero en las noticias de La Nuestra la cámara degollaba el banquillo con satisfacción y la voz del locutor tenía los dedazos de madame Defarge, la que tricotaba mientras miraba rodar las cabezas en Historia de dos ciudades. Estaban los dueños a la vista, estaba la orden de escarmiento que llegaba desde arriba, y la noticia se daba con hambre y alegría, como si retransmitieran la matanza que les daría de comer. Ante la imagen dolorosa de unos periodistas como reos de felonía, sólo se contaba la tesis de la acusación, había un sucio acento al escoger palabras como “montaje” en vez de “edición”, la desmesurada fianza parecía una apuesta ya ganada, el dolor de Chaves y Pizarro les sonaba a algo así como a madres violadas, y todo se mostraba como un bandidaje contra el honor y una perversa operación regicida urdida por los enemigos de esta tierra. Justo todo lo contrario de lo que luego se ha demostrado. No, nadie esperaba la neutralidad de una televisión de partido en un juicio de esta envergadura, un juicio sin precedentes, con un periódico sentado en el banquillo por un presidente autonómico simplemente por informar de lo que pasaba. Nadie esperaba neutralidad, pero sí un poco más de elegancia o decencia.

La sentencia absolutoria ha sido contundente, demoledora. Aún así, me dispuse a ver las noticias del viernes en Canal Sur con la seguridad de que terminaría riéndome amargamente. Y así fue. Los presentadores se deseaban feliz Navidad, los titulares se llenaban con guardias civiles maltratadores, leyes que prohibían los azotes a los chiquillos, teorías idiotas de la suerte para el Gordo, juguetes de lata, productos adelgazantes fraudulentos, belenes como códices medievales. El poder político y su máquina de cuchillas, que habían intentado amordazar la libertad de información, que habían merecido hasta una llamada de atención del Comité Mundial de Libertad de Prensa, y que habían fracasado en los tribunales como era de esperar, no resultaba una noticia destacable para Canal Sur. Pero sí lo era el que unos conductores de autobuses carecieran de urinarios. No podía creerlo. Por fin, después de todo eso y de temporales en Granada y de villancicos de despedida del Parlamento andaluz y de muertos en Pakistán y de la épica de la Champions y de la guerra montañera entre Papá Noel y los Reyes Magos, dieron la información. Breve, vergonzante, apenas 50 segundos, mientras el presentador ponía la misma cara que Urdaci cuando deletreaba lo de CC.OO. Y eso sí, destacando que “el fallo argumenta que no es exigible en la noticia una absoluta certeza o acomodación a la verdad”. Se le olvidó decir que la sentencia dejaba claro que la actuación del periódico había sido “diligente”, que la noticia trataba de “hechos de relevancia pública y sin ningún juicio de valor" y que “se confirma la veracidad de la misma”. Y me reí, amarga y sardónicamente, asqueado del torcimiento y la desfachatez de Canal Sur. Luego, volvieron a las noticias la Navidad y sus cielos almendrados y sus escalas de deshollinador hacia las estrellas. El día que la libertad de prensa luchó contra Papá Noel en la televisión pública andaluza, ganó Papá Noel. Para los demás, ganó la libertad.


Sentencia completa
Carta del Comité Mundial de Libertad de Prensa

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