1 de agosto de 2007

Somos Zapping 29/07/2007

El empacho. Aún puede aprovecharse para media hora más de televisión que solventa como empanándose ella misma, pues tiene ese estilito de guardar para croquetas. María del Monte, que tarda y hierve en la grasilla de la tarde como un gran puchero, no tenía bastante con llevar a culazos ese largo programa que es pura vergüenza engollipada de migajones. A Canal Sur le parece poco el tiempo que dedica a esas charlas como de consulta de podólogo, a cosas como perseguir gallinas o embadurnar la cara de la gente con clara de huevo, y sobre todo, a ese taichí coplero que parece y dura lo mismo que tender la colada. Por cierto, yo pensé que eso del taichí coplero era un punto surrealista que tuvieron un día que mezclaron kung fu con lunaritos o cafelito con opio, pero ha terminado en una sección más y hasta María del Monte se viste como de enfermera para intentar practicarlo, aunque ella parezca que está reponiendo el frigorífico. Decíamos, en fin, que les parece poco el tiempo que esta mujer se lleva repellando la tarde y por eso le han endosado esa media hora perdida antes del informativo que ahora se llama La tarde musical. Es un tiempo que siempre estuvo consagrado a los picores de la silla de enea y a las voces patrias que acuden en plan película de Joselito, y que María del Monte ha reconvertido en concurso de marujas, con preguntas sobre sevillanas (¡toma cultura!) que les cantan allí mismo y el glorioso premio de una minicadena, tal que en las tómbolas de la feria. María del Monte reposa lo que dura Andalucía directo y vuelve enseguida de la mano de El Mani (juntos parecen la galleta de chocolate del folclorismo), de otro figurón similar o de unas muchachas costureritas de la copla o el flamenco, y es cuando me doy cuenta de que estoy verdaderamente empachado de esta mujer y sus vecindonadas, catetismos y majados.

El empacho II. Es nuestra verdadera lucha por la modernidad, lucha que no trata tanto de células madre y enchufes en caliente a Internet, sino de las carnes, de nuestra fantasía un poco gitanita del comer, de los eternos cucharones del hambre andaluza, todo esto contra la dietética y los magros figurines como californianos que definen la nueva era. Lucha que en Canal Sur es un disimulo quizá, pues saben que si no podemos llegar a más tecnología que a la nevera de playa, puede que las barrigas planas, el sudor isotónico y el cagar fibra nos hagan sentir como si toda Andalucía se entrenara para astronauta. A dejar la pringá, a mover el culo, a descubrir la vitamina sin sabor y a alcanzar el nirvana del tanga, a toda esta evolución nos quiere invitar Ponte a punto, nuevo programa del presentador Disney de Canal Sur, Roberto Sánchez Benítez. Es un programa que sale de mezclar las ensaladas de la tierra y el alma de eucalipto que sostenían Salud al día con el nombre y los meneos de aquel emblemático espacio de Eva Nasarre, se acordarán, el primer aerobic televisivo (Puesta a punto se llamaba). Pues en esa salud de balón de Nivea se enfoca el programa, ayudado subliminalmente, piensa uno, por la reposición de Los vigilantes de la playa, queriendo entre los dos desterrar de la orilla los tortillones. Pero todo es inútil. El tipito que Canal Sur nos quiere poner en la piscina es tan vano como el intento de hacer tecnología de los alcauciles, que es lo que trataba Tecnópolis a falta de otra cosa. La Nuestra no puede evitar descubrirse en sus trampas. Recordamos la risa de Juan y Medio hablando con Soponcito de Jerez, ese niño que canta a dos carrillos; nos topamos con la alegría de gordito de ese insufrible chiquillo del tambor y otros del mismo molde, o vemos a Manu Sánchez reconociendo que su plato favorito es “el que rebosa por los lados”. Mucha hambre ha habido aquí para ponernos en plan voley playa. Aquí la felicidad es la comida. Ni el tanga, ni la tecnología. Comer, joé. El sueño de empacho de Andalucía.

Senadores a dedo. Vi el titular en la web de Canal Sur: “Cualquier andaluz podrá ser senador en representación de la comunidad”. Sí, y hasta cualquier español puede ser presidente, pero pasando por las urnas, claro. Pues en las noticias, a esto de los partidos nombrando senadores a dedo (más juego para el clientelismo) lo llamaban “llevar a su máxima expresión el derecho de participación de los ciudadanos”. La máxima expresión de la cara dura, más bien.

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