26 de agosto de 2007

Somos Zapping 26/08/2007

La rebaba de María. El micrófono le salía del clavel de la oreja como un esqueje, y eso demostraba definitivamente que todo el patatal que es ahora Canal Sur surge de la plantera que María del Monte cría en la cabeza, bodegón de tubérculos, alacena de lebrillos. Ya no sabemos si da grima o más bien pena, como en aquel dibujito animado que se llamaba El perro de Flandes, contemplar a esta mujer, que no sabe ni hablar ni presentar sin parecer que está blanqueando la fachada, arrastrar con los dientes y el moño toda la cacharrería de La Nuestra. Pero verla presentándose a ella misma, en el especial de sevillanas que nos tocó sufrir esta semana, fue ya el colmo patético y esquizofrénico de esa abundancia de su persona que hace rebosar la pantalla con una gruesa rebaba.

El corral del folclore. Olvidemos, si es posible, a María del Monte. Mi intención era más proponer una reflexión sobre el lugar que ocupa el folclore en la televisión andaluza. Y en este sentido, el especial Las sevillanas de tu vida, donde los invitados parecían salidos de la foto de familia de Los santos inocentes, fue más que otro programa de relleno: fue un ideario. El “deleznable género folclórico” que decía Fernando Fernán Gómez en Morena clara, no lo es tanto por un mero juicio estético como por su instrumentalización como forma de control y amodorramiento del pueblo. Lo peor no es ver a estos sevillanistas igual que manijeros narrar como cumbre de la creación artística el momento en el que surgió “la noche que me dio el tío del tambor”. Ni siquiera escucharles cantar, encendidos de felicidad y tradición, “que no sé leer, no me mandes papeles, que no sé leer...”. No, lo peor es la malvada intención que hay en alejar al pueblo de la gran cultura, del arte verdadero, que es lo que proporciona capacidad de juicio, amplitud de miras, espíritu crítico, perspectiva. Y esto se consigue con la glorificación de este folclore esmirriado, nulo artísticamente, pero que deja muy contenta a la plebe en su corral, en su alegría alpargatera, en la complacencia en su incultura (vean a Las Carlotas). Es mentira que eso sea Andalucía, porque Andalucía es también Manuel de Falla y es Juan Ramón Jiménez sin que les hagan especiales. Y es mentira que eso sea “pueblo”, porque nada hay más “pueblo” que la justa lucha por su prosperidad, y en esto la cultura es fundamental. Pero así nos quieren los que mandan, agachados en las zambras, sin aspirar a saber más, a ser más, a ver más lejos. Por eso nos emborrachan con el folclore y veo a Los Marismeños repetidos día tras día y la cara de tomate de María del Monte de nuevo emocionada ante un pseudoarte zarrapastroso. Esa intención de mantener a la gente en su ignorancia, en una cultura sin valor, haciéndole creer que así son más pueblo y más Andalucía; eso es lo verdaderamente traicionero y criminal. Y es en lo que más se afana Canal Sur.

Tirao en el sofá. Folclore y, cómo no, fútbol. Hay familias que sólo se alimentan de fútbol, cosa que agrada a los dueños de Andalucía casi tanto como lo que criticábamos antes. Por eso, Canal Sur, ahora que comienza la liga, les hace reportajes en sus casas, orientadas telúricamente hacia el televisor. Y allí, el zagalón aborricado decía esto: “Yo desde chico estoy viendo el furbo to los fines de semana, aquí tirao en el sofá sin hacé ná, es lo mejó, aquí tirao en el sofá con mi padre viendo el furbo, o con mis colegas en la peña...”. Ahora, que María del Monte presente también los goles de la jornada y seguiremos avanzando imparablemente hacia la felicidad.

Exportando. Vean los frutos de la Segunda Modernización, que ya nos hace exportar a los Estados Unidos nuestros más novedosos productos. ¿Ordenadores, biotecnología? No, qué va: gazpacho y salmorejo. Nos contaban en las noticias de Canal Sur que una franquicia sevillana de gazpacho se iba a instalar en Florida y con eso parecía que les adelantábamos en la carrera espacial y que además íbamos a salvar a todos los gordos de allí como misioneros de la magra sabiduría mediterránea. Menudo orgullo gazpachero.

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