9 de julio de 2007

Somos Zapping 08/07/2007

Adiós a la cultura de Pin y Pon. No sé si se gana teniendo en el Ministerio de Sanidad a un científico mago en vez de una puritana astringente (recuerden que el tabaco y el alcohol son de derechas, según Zapatero). Pero de lo que sí estoy seguro es de que nadie lo hará peor en Cultura que Carmen Calvo, sustituida ahora por César Antonio Molina, hombre con todo el perfil del intelectual largamente arrimado al dinero y al cartón de lo público. Carmen Calvo, hada madrina de la tontería, cerebro de algodón de azúcar con su idea de la kurtura como trapito, botellón, aplastamiento y póster, negación de su ministerio cada vez que abría la boquita, ha sido nefasta y ridícula y a los andaluces nos sacaba los colores haciendo de su guiñol. Ha salido del Gobierno la casita de Pin y Pon y eso representa un alivio además de una necesidad higiénica, aunque la televisión pierde la continua caricatura que era ella. Curioso, por cierto, cómo las noticias, mientras contaban estos relevos, reservaban para Carmen Calvo el punto final. Salvo en Cuatro, donde le añadieron el adjetivo de “polémica”, el nombre de la ya ex ministra solía ser el remate de la frase sin nada detrás, como si no tuvieran palabras para resumir a esta mujer que es todo un libro de colorear. De Elena Salgado mencionaban sus leyes purgantes, a Jordi Sevilla le auguraban nuevas misiones políticas en Valencia, pero de Carmen Calvo, nada. “César Antonio Molina gestionará la cartera de Cultura en sustitución de Carmen Calvo”, decían en Canal Sur dejando luego un punto gordísimo flotando, el mismo silencio de la vergüenza, quizá. En la Primera fueron más descarados, pues la crónica la cortaron con un hachazo: “[Molina] sustituye en el cargo a Carmen Calvo, q...”. Y en este fonema se paró la imagen. Alguien debió decidir que era mejor no añadir nada, por si la gente se acordaba de Pixie y Dixie o de sus roqueros de látex. Nosotros tampoco lo haremos. Carmen Calvo siempre ha sido su propia campanada.

El científico ambicioso. Han hecho de él el nuevo andaluz del Gobierno sin serlo. “Valenciano de origen pero ciudadano de Andalucía”, decían en Canal Sur. Bernat Soria, científico que vende muy bien sus neveras vacías, llevará la sanidad con bata blanca. Es muy antigua la controversia de si en un ministerio es mejor un político o un técnico, lo que pasa es que en este caso da la sensación de que es un científico irradiado de política o un político que se aprendió muy bien aquellos tochos de Lehninger. Recordando cómo Bernat Soria alababa en los programas de La Nuestra el nuevo Estatuto andaluz, que en él sonaba a desinfectante, a cataplasma y a vacuna para todo, uno diría que quizá se estaba ya postulando para el cargo. No duda uno de su cualificación científica, pero no me gusta su docilidad con los políticos, la rapidez con la que entró en el circo del autobombo una vez que lo compraron con dinero público. Los mismos investigadores reconocen que ese paritorio de células madre de Andalucía, icono de la Segunda-Tercera Modernización, tiene más propaganda que financiación, y piensa uno si con él la sanidad española a partir de ahora va a vivir de fachadas y de enseñarnos la espuma futura de la ciencia eternamente incubada, que es en lo que parece especialista Soria. Se lo vaticinó un premio Nobel, cuenta, eso de que llegaría a ministro. Y para ello parece haber trabajado, haciendo como de hombre mutante de la Junta, asombrándonos con maravillas que sólo tienen el cartel puesto, presumiendo de los microscopios aún en sus cajas. En la televisión salió como desmadejándose de macromoléculas, delante de los logos de la Junta que parecen en verdad el aparato de Golgi. En la Junta lo ven como un triunfo de su política científica. Yo lo veo como el premio que se ha buscado un investigador ambicioso, listo y prestidigitador.

El escalón más bajo. Es insufrible, vergonzoso. Tengo que reiterarlo. Ecografías en directo, María de la O en versión taichí, chillidos verduleros, borriquitos y vacas de cartón para acentuar el ambiente rústico de una Rosario Mohedano (sorbida de la fama de sus muertos) que hipnotizaba a una gallina... Y María del Monte como arrastrando percheronamente el programa a base de relinchos. Parecía imposible que Canal Sur colocara a la audiencia en un escalón aún más bajo, pero lo han hecho. La tarde supura.

No hay comentarios: