8 de enero de 2007

Somos Zapping 24/12/2006

Se armó el Belén. Ha querido la casualidad o la ironía que Canal Sur programe en estas fiestas esa película de Paco Martínez Soria que era como una revisión lechera de la Natividad, justo cuando en Mijas hemos estado asistiendo a un ruidoso motín contra los borriquitos, los ríos de celofán y los Jesusitos de hojaldre que nos ha ido avergonzando por los noticiarios nacionales. Yo he defendido muchas veces la laicidad como la única manera de garantizar en un Estado la auténtica libertad de conciencia y la no discriminación ideológica, pero hay unos corsarios de la cosa, unos violadores de portales y unos arremangasantos que parecen empeñados en hacer que esta bella y justa idea parezca la gamberrada que tira los juguetes a los niños y se caga en las pilas del agua bendita. No creo que en un colegio público los símbolos religiosos deban presidir las aulas ni guardar las esquinitas de la moral, pero tirar el trabajo navideño de una clase de religión católica que se limitaba a panificar un poco un rinconcito, me parece esperpéntico y salvaje como quemar los abetos o pinchar los muñecos hinchables de Papá Noel, que también ha salido en la tele algo así por el extranjero. La tolerancia no puede administrarse nunca a través del odio y eso, odio y mala baba, es lo que ha demostrado esa directora que ha podrido la verdadera laicidad haciéndola una pira y un abordaje.

Bendita catetada. No dejamos los belenes, que hacen una guerra de peines y escobas por un sitio y una guerra de aldeanismos por otro. Hay una simpleza tierna y una sentimentalidad ñoña en ciertos apadrinamientos de pueblo que amantillan para sí los símbolos religiosos y en los que Andalucía es campeona hasta el ridículo. Un niño judío se puede llamar Manué, el mismo de adulto puede convertirse en un Cristo gitano, Sevilla puede ser la tierra de María Santísima tan lejos de Palestina y así otros muchos trasplantes de corte cateto que traducen los cielos en la barriada. En Andalucía Directo nos han empachado de belenes, y si en uno la torre más famosa de la ciudad se metía en el nacimiento “como pudiera haber sido en esa época” (en Judea, suponemos), en otro, precisamente en Mijas, se hacía que María y José se casaran en la ermita de allí, lo cual parece que les produce una paleta satisfacción evangélica y una alegría empanada de hacer celestial su vecindario. Ha causado mucha risa la intención que tienen algunos en Polonia de nombrar a Jesucristo rey del país, pero aquí donde los cristos son hinchas de los equipos de fútbol, las vírgenes generalas de la banda, los Jesusitos palmeros o confiteros del lugar y los nacimientos maquetas de la plaza, en esas ridiculeces no nos van a ganar nunca.

Espejo madrileño. Me encuentro de nuevo con la polémica del belén de Mijas, pero esta vez en la televisión autonómica madrileña, lo cual me da la idea para un ejercicio de simetría especular en esta columna. Y es que los males de las televisiones públicas no son un cocido que se inventen Zarrías y Rafael Camacho, sino que Tele Chaves tiene su contrapunto en Tele Espe y eso significa que nos encontramos condenados a la manipulación de la partitocracia estemos donde estemos. A Curry Valenzuela no tengo dificultad en imaginarla con el bigote invertido de Tom Martín Benítez y los informativos son iguales que aquí pero también dados la vuelta. La reforma de la RTVA va a esperar a que les de tiempo de guapear la campaña de las municipales, pero en Telemadrid yo creo que ni se plantean reformas. Todo parece que funciona como Dios manda.

Risa inolvidable. La imagen de tu vida ha sido una bonita pinacoteca de la nostalgia presentada impecable y elegantemente por Jesús Hermida, que por algo es el astronauta de nuestro periodismo, y en la que Andalucía también ha terminado con premio, si se puede llamar premio. Nada menos que en el puesto 29 de las imágenes más votadas quedó la inolvidable secuencia de un Parlamento andaluz en medio de un ataque de risa. Comentaba Carlos Herrera que al menos ese día los parlamentarios habían parecido vivos. Pero ya ven, otra vez somos recordados por el cachondeíto. Para variar.

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