13 de noviembre de 2006

Somos Zapping 12/11/2006

El bote de fideos. El programa duele desde el nombre, ese nombre que lo enmarca todo de lástima, conmiseración, excusa, condescendencia. Pobres e incultos, lo que nos queda es ser “buena gente”, qué tristeza. La buena gente, el aprovechamiento con otros colores de los mismos viejitos de Juan y Medio, sigue sacándonos la grada de lo que somos, esas personas para las que un autobús es una aventura, la televisión un ovni, cada palabra un ovillo. El andaluz medio, ajeno a las modernizaciones y los vértigos estatutarios, ingenuo, iletrado, con su cesta del pueblo, con su cuchara de palo, con su risa de niño. No tienen ellos la culpa de nada, sólo van en su desnudez hacia esa máquina política que los utiliza como bienaventuranza bíblica, para que esta tierra sea feliz sintiéndose ignorante. Hace poco, hablaba yo con alguien que trabajó en educación de adultos y reconocía que si la Junta les retiró el apoyo fue porque en Andalucía no podía haber “oficialmente” analfabetos. No, no hay analfabetos, sino quizá sólo buena gente, como los llaman en ese programa, aunque el otro día, frente a un bote de fideos, la realidad les pisoteó los eufemismos. El concurso era tan sencillo como tonto. Los participantes tenían tres oportunidades para acertar cuántos fideos había en un bote, con Ismael Beiro aclarando si la cantidad real era mayor o menor que la dicha. Vean cómo quedaron ante tamaño desafío una señora y un señor sacados del público: Cuando Beiro les aclaró que la cantidad estaba entre 2.000 y 3.500, el señor dijo 12.000 ¡dos veces! Entre 2.400 y 3.500, la señora dijo 2.350 y, al segundo intento, 2.200. Desperdiciadas sus oportunidades, se dio paso a otra señora al teléfono. No mejoró lo cosa, porque entre 2.450 y 2.750, optó por decir que había 2.100, y entre 2.450 y 2.600, le pareció oportuno arriesgarse con 2.325. El presentador se daba cabezazos contra el atril y yo me hundía de vergüenza y pena en el sofá. No hay analfabetos, sino buena gente. Así los llaman los canallas que se aprovechan de ellos, para el share o las elecciones.

El modelo. Cumpleaños de payasos, del hombre de la luna, de presentadores con bigotazos, de niños de San Ildefonso, de fantasmas de Don Juan en los platós. El 50 Aniversario de Televisión Española anda sacando las trencas y los tricornios, las pesetas y los turrones, de sus cámaras como molinillos de café. Pero el malvado truco de la nostalgia no nos puede y, sin desmerecer algunos inolvidables programas de los que hablan como de esa buena música que ya no se hace, lo que recordamos es que poco ha tenido de modélica esta televisión pública. Cuando fue única o no, desde el franquismo como su zarzuela hasta los informativos del tardofelipismo y los otros de Urdaci, siempre funcionó de orquesta del poder político y ni los electroduendes ni Balbín acallan eso. Hace poco, La Sexta se paseaba también por ese barco hundido de la televisión antañona y la quiso comparar o enfrentar a esas hijas magras que empezaron a ser las autonómicas. Hasta Tom Martín Benítez salió elogiando lo pequeño, lo local, que él mejor que nadie ha acabado convirtiendo en el ángelus de un patrocinio político. Pero he aquí que una chica de TV3 elogiaba a Canal Sur de esta manera: “Un cuerpo y una personalidad muy especial, tienen esos tipos de programas de risa, que se ríen ahí, de chistes andaluces, y tienen audiencia y les va bien”. Sí, cómo nos reímos y qué bien nos va. A la vanguardia del chiste. Ya somos, como quieren nuestros políticos, un modelo.

Mejor que Lopera. Tengo varias vergüenzas donde elegir para rematar esta columna, y podrían ser María Jiménez vestida de muñeca rosa contando el chiste de los centímetros del marido que le impiden aparcar bien, o el último espectáculo de Lopera “en estado puro”, que decían en Telecinco. Pero prefiero rescatar del vídeo un programa de 59 segundos porque la vergüenza que dan los políticos siempre es mayor que la que dan ciertos payasos. No hace mucho, hablando sobre la corrupción municipal, Ignacio Martínez, del Grupo Joly, decía esta verdad como un martillazo: “Los gilistas han subastado los ayuntamientos con todos los partidos”. Y ahora, que unos pregonen pactos y otros clamen a la justicia. Ni Lopera supera este bochorno.

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