2 de octubre de 2006

Somos Zapping 1/10/2006

Fanáticos en la ópera. La Deutsche Oper de Berlín nos quedaba lejos como el Valhala, pero los dioses cogidos por las orejas o metidos en peceras pueden obrar el milagro de acercar la ópera a los titulares y hasta sacarnos por analogía vergüenzas patrias. Y no me refiero al panorama operístico andaluz, con ambiente de quinqué, pocos teatros y ayudas, repertorio de 40 principales y demasiadas producciones con los lanceros prestados, las orquestas abandurriadas y las sopranos flacas. Tampoco llega el tema aquí para quejarnos de que Canal Sur no tenga un programa dedicado a la música seria, mientras todas las tardes unas vecinas cantan copla como cocineras y unos grupos de sevillanas que parecen sentados en la barbería se empeñan en poetizar a su patrona y a su Andalucía metida en aceite. No, no es eso. En Berlín han cancelado el Idomeneo de Mozart porque el montaje, que es de esos modernitos que lo mismo visten a Eneas de guardia jurado que colocan a Don Giovanni en un puticlub, mostraba las cabezas cortadas de Poseidón, Jesucristo, Buda y Mahoma, y a algunos se les ha movido enseguida el vientre, bajándose por ello los pantalones. Demencial. Cuando la autocensura llega al arte, es que hemos perdido ya toda dignidad. Pero a lo que íbamos. Comentaba con guasa Eva Hache en su programa la noticia cuando llamaron al barítono malagueño Carlos Álvarez para que diera su opinión. Y el cantante nos sorprendió contándonos que él también había vivido una situación parecida... ¡en Sevilla! Fue por un Otelo en el que a un personaje (Yago, que yo recuerde), durante un brutal anticredo que entona, se le hacía escupir sobre un crucifijo. Bastó eso para que Sevilla decretara excomuniones y encendiera las piras. Ni siquiera distinguían al personaje del intérprete, como les ocurre a las marías con las telenovelas. No vemos mucha buena ópera aquí, pero, eso sí, nuestros fanáticos inquisidores se acercan al nivel que exige este nuevo y escalofriante milenio de principios y libertades perdidos.

Musiquita. Bisbal, niño Jesús de la canción pachanguera, andaluz que se volvió como mulato, ése y no el de la ópera es nuestro nivel musical, junto con el organillo de los patios y el arte de los pies en la palangana. No sé qué tendrá Bisbal de interés público para que la Primera de Televisión Española programe en prime time (sí, como Canal Sur con Doraemon) una gala de duración wagneriana para que presente su último disco galletero. Pero al menos a Bisbal se le ve venir, se asume su chiquillería y su intrascendencia. En otros programas no ocurre esto. Mi favorito es Mil y una músicas, donde la oscuridad, los saxofones y los tipos con sombrero se presuponen vanguardia y calidad. A uno de ellos nos sacaban no hace mucho, un tal Junior que hace un rap cansino que suena como si se despertara de la siesta preguntando qué hora es. Junto con Marchena, otro de esa vanguardia de sofá, se marcó un batiburrillo que sólo rozaba de lejos el flamenquito más flojón imaginable, pero que al programa y a David de María le parecía una jam session de bluesmen en Mississippi. Mucho peor que los gorgoritos rizados de Bisbal, del tamaño justo para encajar en los ombligos de las niñas, es esto, la flojera pretenciosa, la vulgaridad engolada, el repompeo etnicón de lo andaluz.

Felices. La felicidad, ay, qué fácil. Usted no es feliz porque no quiere. Quizá es de esos pobres de Andalucía que tiene que quitar al niño del colegio, o le agobia no encontrar casa, o no llega a fin de mes. Nada, Salud al día, ese nuevo programa de los Teleñecos, nos da la receta para la felicidad. Ir con la familia a ver animalitos, pádel al aire libre, comer chocolate, la risa, la amistad, una “sencilla muestra de cariño”. Dicen que la ignorancia es la felicidad. La simple idiotez también ayuda.

Y los ganadores son... Los del Río. Este dúo inefable ha triunfado en nuestra encuesta para elegir a los andaluces que más nos avergüenzan en televisión (somoszapping.blogspot.com). Tras ellos, Lopera, Chaves, la familia Janeiro, Carmen Calvo y Los Morancos. Comenzaron con fuerza las folclóricas, pero luego han ido ganando posiciones los políticos (Arenas ha empatado con Chiquito del Calzada). Iremos pensando el premio.

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